Regresaré

CAPÍTULO 10


 

Intento subirme los pantalones vaqueros nuevos que parece que son dos tallas menos, y todavía es más difícil con el teléfono pegado a la oreja.

Tengo a mi amiga al teléfono hace un buen rato.

 

—Sí Catia. Abel viene conmigo a casa para pasar la Navidad ¿Hay algún problema? Pensé que te gustaba que pasase tiempo con Abel. —Explico haciéndome la desinteresada.

 

—Ningún problema, claro que no. Pero… ¿Ha pasado algo nuevo mientras yo no estaba? — Ya me está interrogando nuevamente.

 

—No, pero hablamos cuando vengas, ahora tengo que acabar de preparar la maleta, Abel está al llegar y no quiero hacerlo esperar.

 

—Oh… Claro que nos vemos pronto amiga. Te quiero. —Habla despacio.

 

—Por cierto, si quieres pasarte por casa… de tu pueblo al mío no hay más de cuarenta minutos en coche, podrías venir… a no ser que estés muy ocupada. —Sugiero.

 

—Tal  vez  me  acerque a visitarte Elena, así conozco a ese amigo tuyo… Mateo… —Tal vez por ese lado se entere de algo.

 

—Por supuesto, solo que con Mateo ya no hay nada, creo que incluso tiene novia, te encantará conocerlo. Llámame… Chao…

 

Cuelgo la llamada sin darle tiempo a réplica. Ahora entiendo muchas de sus actitudes respecto a Abel y su insistencia en saber cada paso que dábamos cuando estábamos juntos.

 

No entiendo porque no me explicó nada, ella sabe que nunca me fijaría en alguien en quien ella se fijara, tampoco podría, siempre pensé que algún día volvería con… “el corazón me pincha como si su nombre tuviera espinas, no puedo ni nombrarlo”. Entiendo que es algo personal, pero yo soy su amiga y compañera de cuarto. Esperaba que confiase un poco más en mí, ella sí conoce  mi historia por completo.

 

Ahora durante estos días, le tocará comerse las uñas pensando en que es lo que pasa con nosotros dos y todo por no confiar, por no contarme nada.

 

MATEO

 

En mi despacho, el teléfono de la empresa no deja de sonar, me pone nervioso.

 

—Al habla Mateo Donovan, buenas tardes.

 

—Buenas tardes Mateo —la voz es de un hombre. —Mi nombre es Ignacio Santino director de la revista EuropaArt.

 

—Encantado, ¿en qué puedo ayudarle? —Me sorprende su llamada.

 

EuropaArt es una revista muy conocida en el círculo en el que me muevo, por lo que sé, es un gran honor ser llamado por ellos, más si es para salir en alguna de sus revistas.

 

Justin lleva años luchando para que nos entrevisten. Tengo que llamarlo, cuando se entere le dará un infarto.

 

—Se que en las fechas en las que estamos parecerá raro lo que voy a pedirle, pero agradeceríamos mucho si quisiera ser usted la imagen de portada de nuestra revista en Enero.

 

—Mmm… suena interesante, aunque un poco precipitado —Río, pensando que un poco de fama para nuestras empresas nunca viene mal, y más cuando es a nivel individual. —De usted por hecho que estaría encantado.

 

—Me alegra saberlo, el que era candidato a Enero resultó ser una estafa, muchas de sus obras eran creadas por sus pasantes, por lo tanto todo se ha tenido que cancelar a última hora.

 

-Eso no lo esperaba, claro, ¿que debería hacer?

 

-En este momento el único problema que tenemos es que hay que hacer nuestra entrevista cuanto antes. —Explica. —Imagino que en estas fechas debe estar en su casa compartiendo con la familia, así que si le parece mandaré a una de nuestras reporteras, sus padres viven a una hora de su pueblo y por suerte está ahí para pasar también las Navidades.

 

—Disculpe, ¿sabe donde vivo? —Pregunto. —Eso me inquieta.

 

—Señor Donovan, somos periodistas, no lo olvidé, antes de elegir quien será nuestra portada del mes debemos conocerlo. —Se carcajea.

 

—Claro lo olvidaba, entonces ¿para cuando la espero? ¿puedo saber quién es? —La curiosidad ya me pica.

 

—Si, alguna vez creo que se ha cruzado con ella, se llama Elisa Wort, ella le enviará un correo mañana para acordar la hora.

 

—Perfecto. A Elisa, claro que la conozco, de algún que otro evento en el que nos hemos cruzado —aclaro. —No sabía que vivía cerca.

 

—Así es, gracias por colaborar con nosotros señor Donovan. Felices Fiestas.

 

—Igualmente, gracias a usted por pensar en mí, hasta luego.

 

No lo puedo creer, la emoción que siento ahora mismo es como la que siente un niño cuando gana un premio.

Voy hacia el despacho a contarle a mi padre, se sentirá orgulloso por esto.

 Cuando estoy cerca de la puerta de la oficina escucho que mi padre habla con alguien.

 

—El futuro de mi hijo está en New York, no aquí en la ciudad. He luchado durante muchos años para esto, cuando me entere de lo de ellos busqué un puesto lejos de aquí, no me importa lo que sienta, no se vive de sentimientos. Vicente él debe vivir allí y punto, aquí esa muchacha no dejaría que avance.

 

Esto es así desde que es un crío, siempre detrás de ella… Claro que es una buena chica, la quiero como una sobrina, la conozco desde siempre pero también quiero a mí hijo y mis negocios son para la familia…

 

—¿De qué hablas papá? —Entró molesto.

 

Se perfectamente que hablaba de mi relación con Elena. Jamás imaginé que mi padre antepusieron los negocios a los sentimientos y felicidad de su hijo. Él lo sabía.

 

—Hablaba con Vicente, sobre tu futuro en Estados  Unidos. Claramente  me has escuchado,  no  sé  para  qué  me  preguntas —Dice colgando el teléfono de su despacho.

 

—Exacto, sabías de mis sentimientos por Elena y aún así, ¿hiciste el pacto con Justin para que me fuera? —Pregunto defraudado por las palabras que he escuchado.

 

—Si, y no me arrepiento de nada. Lo primero es mirar por el futuro. Después están los líos de faldas. —Gruñe.

 




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