Regresaré

CAPITULO 11

MATEO

 

Estoy devastado, creo que ahora sí que he tocado fondo. Mi familia es lo más importante para mí, pero en estos momentos me siento traicionado.

 

No sé hacía dónde quiero o tengo que ir, sigo dando vueltas por las calles de este gran pueblo sin dirección fija, la música de mí teléfono suena por décima vez desde que salí de casa, reflejando en la pantalla el nombre de mi padre. En este momento no quiero hablar con él, ahora no, tampoco sé cuándo será.

 

Estaciono al fin en un café que está situado a la entrada del pueblo, no he venido nunca, aquí no me buscarán. Me vendrá bien un té para poder relajarme, ya que las manos me tiemblan y en este estado no puedo conducir.

 

¿Debe seguir todo como hasta ahora?¿Realmente esto es lo mejor para todos? La cabeza me va a estallar en cualquier momento, los fuertes pinchazos en ella hacen que cierre los ojos, me pasa alguna que otra vez por la tensión.

 

La camarera se acerca a dejar el té que pedí al pasar, antes de poder dar el primer trago vuelve a sonar mí teléfono pero, está vez el entrante es distinto. «Mamá».

 

Ella es la única persona en el mundo a la que no podría ignorar, siempre me apoyó sabiendo de mis sentimientos, mi padre debe haberle contado.

 

Flashback

—Cariño, ¿realmente quieres irte tan lejos?

—Mi sueño es ser él mejor arquitecto, mamá.

—Si no lo quieres yo podría hablar con tu padre, no le gustará, pero deberá escucharme.

—Mamá, papá igual que Pablo desean tanto o más entrar comercialmente en Estados Unidos, está es nuestra gran oportunidad, no puedo defraudarlos.

—La de ellos si, ¿pero es la tuya? ¿Es el futuro que deseas?

—Se que lo dices por Elena, pero ella lo entenderá mamá, verás como lo hace... 

 

Fin del flashback.

 

Que poco sabía yo  por entonces que ella tenía razón en cada una de sus palabras, en su insistencia porque me quedase en Italia. ¿Es el futuro que deseo? Vivir amargado perdiendo mi esencia y convertirme ¿en mi padre?

 

Recuerdo mi niñez con un padre amoroso que jugaba al balón y montaba en bicicleta a mí lado. ¿En qué momento cambió? Él antes no era así, o eso creo...

 

Suspiró profundamente antes de responder la llamada.

No quiero tener que preocuparla más, disimulo mi voz apenada y descuelgo.

 

—Mamá…

 

—Mateo mi vida, lo siento. ¿Dónde estás? Dime qué sigues cerca. —Arranca en llanto.

 

Mi madre debe creer, conociéndome  que he tomado un avión de vuelta a New York. 

Sus lágrimas tocan mi corazón.

 

—Mamá no llores, por favor, no me he marchado.

 

—Vas a volver a casa, dime qué si hijo, te lo suplico, son Navidades, no quiero que te vayas así.

 

—Escucha bien madre, mañana es Nochebuena, acudiré por tí  y por Ana pero también tienes que saber que no seguiré aparentando que nada ha pasado con papá, no fingire delante de nadie. 

 

—Hijo… —suspira—  está bien sólo acude a la cena, te lo pido, a tu padre también le duele y está arrepentido. Hazme caso yo lo conozco.

 

—Lo haré, yo iré, pero no quiero que lo defiendas, solo que está noche no me esperes.

 

No quiero volver a casa al menos por ahora. Entiendo que tengo que aceptar responsabilidades, pero no a este coste personal. Las cosas deben cambiar.

 

Puede que mi padre se arrepienta de sus palabras, pero no se arrepiente de sus actos pasados, ni de omitir mis sentimientos para su beneficio, iluso de mí que por no desilusionar a mi padre me marché. Lo hice pensando que no sabía lo mal que yo lo pasaba, que equivocado he estado todo este tiempo. 

 

Esta noche no iré a mi apartamento, mi padre puede salir a buscarme ahí, querrá arreglar las cosas, sabe que hay mucho en juego en estos momentos, apartamento que no he vuelto a pisar desde la última vez que estuve con Elena. Solo tengo una opción, llamar a Vicente.

 

—Mateo amigo, —Susurra— Tu padre me ha llamado, mínimo tres veces preguntando por ti, ¿dónde estás? ¿Quieres que vaya a por ti? --pregunta.

 

—Lo imagino, pero no, lo que quiero es una habitación en alguno de tus hoteles donde no tenga que registrarme, en principio hasta mañana, no quiero ver a nadie.

 

—Mateo siento mucho lo que escuchaste. Yo no lo sabía. Me enteré minutos antes que tú. Es una marranada pero quiero pensar que no está hecho con mala intención.

 

—Quiero creerte amigo, en serio que lo quiero, solo deja que me relaje y no hablemos de este tema.

 

—Está bien. Dame treinta minutos para que lo prepare todo y te llamo.

 

—Perfecto. —Cuelgo.

 

Pido otro té a la camarera que se acerca sonriente aprovecho para trabajar desde el teléfono respondiendo correos hasta que me llame Víctor, trabajar es lo único que me saca de esta mierda de realidad.

 

 

ELENA

 

—¿Cuánto queda para llegar a tu casa? 

 

—Solo está a unas manzanas de aquí. No te pongas nervioso. 

 

—Eso llevas diciendo una eternidad —sonríe.

 

Antes de salir de Francia llamé a mi padre para que no viniera a por mí al aeropuerto, Abel dijo que él alquilaría un coche para poder desplazarse cómodamente. Se negó a aceptar que le dejé el mío. 

 

Al paso hablé con mamá para contarle la verdad y que no metieran la pata con respecto a mí relación con Abel ni crear malentendidos.

 

Flashback

 

—Mamá voy acompañada de Abel, compañero de clase del que te hablé. 

 

—Oh, perfecto… ¿eso se debe a…?

 

—Que no tiene con quién pasar las navidades, bueno que sus padres son Chef y no celebran como nosotros, ellos deben trabajar.

 

—Elena ¿Entre ese chico y tú…?

 

No mamá, no hay nada, te pido que no me avergüences. —Río. —También quiero que mi amiga Catia que está enamorada de él se atreva a confesarlo, así que veas lo que veas por favor no digas nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.