Regresaré

CAPITULO 14

 

Mateo

Ya en el restaurante, Elisa se muestra muy profesional, para nada lo que esperaba, en otras ocasiones me ha parecido que su cercanía buscaba algo que hoy no detectó en ella.

 

—¿Tienes alguna preferencia respecto a la comida?

 

—No, como casi de todo, no soy vegana, ni vegetariana, ni nada de eso. —Sonríe.

 

—Bueno, como todavía no es la entrevista, voy a hacerte algunas preguntas. —Le digo.

 

Elsa sonríe asintiendo, no es para nada como esperaba, es una mujer risueña, y agradable. 

 

Puedo ver qué su insistencia en acercarse a mí, por lo que parece no era nada romántica. 

 

El camarero llega con las cartas antes de que empiece a preguntar.

 

—Decide tú lo que comer, me apetece todo. 

 

—Está bien —sonrío.

 

Miro al camarero que espera.

 

—Empezaremos con una crema de espárragos, seguidamente de segundo un plato de carrillada al vino tinto. —El camarero apunta.

 

—¿De beber que tomarán?—pregunta.

 

—Un blanco, Cabernet. Por favor.

 

No acabo la frase cuando mi mirada se desvía hacia la puerta.

 

Mi corazón se dispara cuando visualizo a Elena con Sara y un tipo que debe de ser su pareja.

 

—¿Estás bien Donovan? —pregunta la periodista extrañada.

 

—Sí, solo que he visto a alguien…

 

ELENA

 

—Vamos mamá, no estamos tan atrasados, la cena es de catering y además tienes a dos chefs en casa —rio.

 

Mi madre sigue hablando preocupada por miedo a que la cena de esta noche no esté a tiempo, todos los años es lo mismo.

 

Pasamos al restaurante de Vicente, tiene fama, pero es que se come delicioso.

 

Voy a continuar con la broma que llevamos por las quejas de mi madre cuando de reojo siento que una penetrante mirada me atraviesa.

 

No lo quiero pensar, no lo quiero ver, pero es él, Mateo sentado en una mesa con una chica, entonces es cierto, está conociendo alguien más. 

 

Mi corazón se encoge ante su presencia, más por estar acompañado.

 

—Mamá…

 

—Oh, mira si es Mateo… —Se acerca sin pensarlo.

 

No me da tiempo a retenerla cuando se está acercando a su mes, sabía que tenía que enfrentarlo, pero no ahora, en este momento, quería estar preparada.

 

—Abel, él es… —susurro.

 

—Sé quién es, no hace falta que lo digas, me está matando con la mirada. —ríe.

 

Me dirijo a su mesa seguida de Abel, con el tiempo tendré que acostumbrarme a que soy su amiga, ¿no?

 

MATEO

 

Nada puede ir peor en estos momentos, Sara se acerca a la mesa que comparto con Elsa.

 

—Hola Mateo, ¿cómo estás, querido? —Me besa.

 

—Hola Sara, te presento a una amiga, Elsa. —digo viendo como también se acerca Elena con el rubito.

 

—Encantada de conocerte, —Estira la mano.

 

—El placer es mío, encantada.

 

Elena llega a la mesa, con una sonrisa que no llega a sus preciosos ojos.

 

—Buenas, ¡cuanto tiempo Elena! —sonrió.

 

—Hola Mateo. —dice acercándose.

 

Elsa se levanta de la silla para saludar con dos besos a Elena y a su amigo.

 

—Hola soy Elsa. —dice.

 

—Hola, me llamo Elena y él es Abel…

 

Elena me mira a los ojos y puedo ver la molestia detrás de su sonrisa, será descarada, viene con su novio en Navidad y cree que puede molestarse encima.

 

—¿Venís a comer?, pregunto para cortar la tensión.

 

—Venimos porque Sara dice que es uno de los mejores restaurantes de la ciudad —contesta el tipo que la acompaña. —Encantado de conocerte Mateo, imagino, yo soy Abel.

 

—Encantado de conocerte, se sienta Elsa, y un camarero se acerca.

 

ELENA

 

Un camarero se acerca hacia donde estamos.

 

—¿Necesitan una mesa, señores? —pregunta.

 

—Sí, por favor, para tres. —respondo.

 

No quiero estar más tiempo cerca de esta chica que se cree perfecta, con su sonrisa perfecta, no me ha hecho nada, pero si está cerca de Mateo es suficiente para que no me guste, ¿no?

 

El camarero nos dirige a una mesa desde donde no se ve demasiado, la mesa de Mateo es mejor así, así no tengo que verles la jeta.

 

La comida transcurre tranquilamente, veo como Mateo y la chica hablan y ríen comiendo, así no puedo concentrarme en la charla que tenemos en la mesa.

 

—Entonces, cuando acabe el año, te quedarás en París, hija con el Chef Flero o ¿vendrás a la ciudad para abrir tu propio restaurante? —pregunta mamá.

 

—Todavía no lo he decidido, el Chef solo escoge a uno, dos de cada promoción. No sabemos si seré yo o será otra persona.

 

—Eres de las favoritas —informa Abel.

 

—Tú también lo eres. —reímos.

 

Por un breve momento mi mirada a lo lejos se cruza con la de Mateo que deja de sonreír al mirarme. 

 

Es curioso que moría por verlo cuando no lo tenía cerca, y ahora que lo tengo cerca, lo siento más lejos que nunca.

 

Cambié mi posición en la silla mirando a mi madre y preguntó cambiando de conversación completamente.

 

—Mamá, ¿por qué ha discutido Mateo con Miguel, su padre?

 

Mi madre se gira para observar un instante.

 

—No lo sé hija, solo tu padre lo sabe, debe de ser algo de negocios, pero Emma ayer estaba destrozada.

 

—Es raro, Mateo admira a Miguel. —indico.

 

Abel, que está en la conversación, dice que tiene que ir al servicio y se levanta de la silla dirigiéndose hacia el baño.

 

MATEO

 

Elsa es una chica divertida, inteligente y con buena conversación.

 

—Mateo, la chica que ha entrado no me ha mirado muy bien, ¿pasa algo conmigo? —pregunta.

 




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