MATEO
Abel, el rubito como yo le digo, está recostado en la puerta del baño mirándome, ¿divertido?
—¿Qué es lo que quieres? —Pregunto.
—Vaya, cuando Elena habla de ti, te describe menos borde.
—¿A qué has venido?
—Antes de que te responda y te diga lo que he venido a decirte, permíteme solo una pregunta. —calla esperando mi reacción.
—¿Qué? —digo molesto.
No entiendo lo que quiere el rubio de las narices con tanta intriga, espero que no venga amenazarme con que no me acerqué a su chica, porque siendo así, va servido.
—Pregunta —le repito.
—¿Quién es esa chica con la que estás ahí fuera? ¿Es tu pareja?
Pero qué le pasa a este tipo, viene con Elena y pregunta por mi acompañante, no puedo entender que es lo que le ha visto.
—eres un idiota, no se puede venir con tu chica y preguntar por otra.
—Solo te estoy pidiendo que respondas. —ríe.
—No, no es mi pareja, es una reunión, se podría decir de trabajo.
—Bien, porque lo mío con Elena es prácticamente lo mismo, solo que ya la considero mi amiga. Por eso estoy aquí con ella.
Por un momento no entiendo lo que dice, ¿él no es su pareja?
—Pero tú cogiste el teléfono la otra noche tarde cuando la llame…
—Efectivamente, pido disculpas por el malentendido, después de trabajar hasta tarde con el chef, cenamos algo, te cuento que al salir hacía frío, Elena se puso mi chaqueta y dejó el teléfono en ella. —se acerca a mi lado - no pretende contestar la llamada, pero como volviste a insistir lo cogí.
—Entiendo. —dije recostado en el lavabo.
—Lo que no esperaba es que vuestra falta de comunicación os llevase a este enredo.
—La llamé después de eso, pero se mostró seca conmigo, como si le molestase que hablara con ella. —suspiro —entonces ¿no está contigo ni con nadie? —pregunto.
—Yo diría que no, ella piensa que esa chica de ahí fuera es tu pareja, lo está pasando mal amigo, yo de ti, hablaría con ella. —Se dispone a salir por la puerta, pero lo llamo.
—Abel, muchas gracias, en serio. —digo suspirando profundo.
—De nada, Elena merece que se acaben vuestros malentendidos.
Sale del baño y yo me quedo pensando en lo idiota que soy, la conozco perfectamente, no sé cómo no se me ocurrió que todo eran películas nuestras.
Pero esta noche no pasa, esta noche va a entender que ella no es de nadie más que mía, por ahora la dejaré a ver si se acerca a mí, si realmente tanto me quiere, como actúa.
ELENA
Abel regresa del baño sonriente.
—Has tardado, ¿te pasa algo?
—Nada, solo había gente y he tenido que esperar.
—Vamos a irnos, que tenemos mucho que hacer. —Se queja mamá.
—Yo quiero un postre de chocolate, sigo con hambre. —Gruño.
—Está bien, pediré un pastel de manzana también para mí. —Asiente mamá.
Visualizo a Mateo colgando su chaqueta en su brazo, se va con ella.
Me parte el corazón pensar que se va con ella a saber dónde.
Cátara. Viene dirigiéndose hacía nuestra mesa.
—Sara, Elena, Abel… nos marchamos, tenemos cosas que hacer esta tarde, está noche nos vemos. —Me mira.
—Claro cariño, sobre las nueve tendré todo preparado. —Responde mamá.
—Intentaré no llegar tarde. —No me aparta la mirada.
—No lo hagas, o me molestaré. —Gruñe a mi madre.
Mi madre se levanta para darle un beso, está claro que lo adora. No le importa lo que pase entre nosotros, es su chico. Siempre ha dicho que es el hijo que nunca tuvo.
Alarga su mano para estrecharla con la de Abel, admiro su comportamiento, yo debería de ser igual, alegrarme si es feliz, pero no, no me alegro en absoluto, debí imaginar que esto acabaría así.
Rodea la mesa acercándose para dar un beso en mi mejilla, levanto un poco el trasero para acercar mi cara.
—Contigo hablo está noche bella.
—Susurra haciendo que todo mi cuerpo se tense.
Da un tierno beso en mi mejilla, y se despide.
¿Qué acaba de pasar aquí? ¿Que quiere hablar conmigo?
Mi cara sin duda se ha sonrojado ante su cercanía.
Miro a Abel, que me está mirando sonriente.
«¿Qué?» Digo sin voz solo moviendo los labios.
Abel niega con la cabeza, leyendo de sus labios, «no he dicho nada» alza sus hombros y ríe.
El camarero llega con mi postre de chocolate hasta la mesa, y mi mente solo se centra en eso, por esta tarde ya no voy a pensar más.
MATEO
Se ha tensado con solo acercarme, no le he dicho nada más que esta noche hablamos, y una corriente eléctrica me ha atravesado a darle un beso en la mejilla.
Elsa, ha venido al restaurante del hotel donde yo estoy hospedado, tomaremos una copa y me entrevistara.
—Mateo, ¿por dónde empezamos?
—Por el principio —sonrío…
La entrevista nos ha llevado hacerla como dos horas, ahora se dispone hacerme un par de fotos y ya habremos acabado.
—Vamos, sonríe. —Me pide.
—Eso hago, no me presiones. —Río.
La verdad es que Elsa es completamente diferente a lo que pensaba.
Con carácter, divertida y muy profesional.
Me ha prometido enviar a mi correo una copia del artículo y de las fotos antes de publicar.
Son las cinco y poco de la tarde, con ello quiero decir que voy bien de hora, ahora iré a casa, me cambiare de ropa e iré donde Elena un rato antes de cenar.
Esperaré a ver como actúa al tenerme cerca, haciendo que crea que tiene pareja, la diferencia entre ella y yo, es simplemente que yo no soy orgulloso cuando se trata de ella.
Editado: 06.02.2024