Una semana más tarde…
Vamos por la terminal del aeropuerto de París, con la emoción que sale por cada poro de mi cuerpo. Jess, me acompaña con una sonrisa cómplice, ya que nota la ansiedad en mis ojos.
—¿Crees que notará que estoy nervioso? —pregunto en un susurro.
Me da miedo su reacción, al verme en esta silla de ruedas sin poder hacer nada.
—No te preocupes, Mateo. —Ríe— Estás a punto de ver a Elena después de tanto tiempo, ¡es normal sentirse así!
La terminal bulle de gente mientras vamos hacia la zona de llegadas. Finalmente, mi corazón estalla de alegría cuando veo a Elena, radiante, con un bonito vestido verde esmeralda, y una coleta alta, esperándome con impaciencia.
Cuando nuestras miradas se cruzan, sin dudar, viene corriendo hacia mí. —¡Mateo!— grita saltando a mis brazos y sentándose en mis piernas.
—¡Elena! —me abraza fuertemente —Te he extrañado tanto.
No puedo contenerme y sin importar la presencia de Jess la beso con una pasión arrolladora.
Elena acaricia mi rostro lentamente mirándome como si no fuese real. Lo que hace que el nerviosismo que sentía hace un rato desaparezca.
—Y yo a ti. —me besa de nuevo— ¿Cómo ha sido el viaje?
Gracias a la increíble compañía de tu hermana, —miro a Jess burlón — ha sido mucho mejor de lo que imaginaba.
Durante el viaje, Jess ha estado emocionada hablando de Elena y la prueba final. No se ha callado ni por un momento, por lo cual no me ha dejado dormir ni un ratito.
Al menos alguien lo disfrutó. —dice Jess rodando los ojos, mirando a Nico —Ahora os dejo a solas. Voy a por papá y los demás volvemos en diez minutos. ¡Disfruten su reencuentro!
Jess se retira discretamente, dejándonos unos minutos hasta que todos regresen para disfrutar a solas de nuestro reencuentro.
.
—Tengo algo para ti. —digo mirando intensamente a Elena.
—¿Qué es? —pregunta curiosa.
—Ábrela —Le digo sacando una pequeña caja de mi bolsillo y se la entrego. Ella abre la caja y encuentra en ella un collar con un delicado colgante en forma de corazón de oro.
—Es un recordatorio de que siempre llevarás mi corazón contigo, esté donde esté.
—Es hermoso, Mateo. —dice emocionada —¡Gracias! —Dice metiendo su cara entre mi cuello.
—¡Elena! —Grita Sara, acercándose a toda prisa, para abrazar a su hija, seguida de Pablo, por lo que ella se levanta rápido de mis piernas, pero no sin antes, dejarme un beso casto.
Mis padres y Ana también se acercan y la abrazan y besan. Va a ser una semana llena de emociones.
ELENA.
Las noches en París con Mateo son mágicas, voy con él charlando por las calles de la ciudad, en cada descanso que tengo de la escuela, que son pocos, intento hacer algo diferente a su lado.
Hoy hemos parado en un pequeño café donde los croissants son la especialidad de la casa y vamos a degustar un par de ellos.
—Cariño, ya sé cuando es la final. —digo como si no fuese nada importante.
Mateo deja el croissant, que estaba mordiendo encima del plato, bebé un sorbo de su café con leche. Limpia su boca tan perfecta y me pregunta.
—Elena… ¿Desde cuándo lo sabes? —pregunta haciendo un gesto con la ceja en forma de duda. —¿Lo más relevante porque lo dices así? ¿Qué te pasa?
—Desde esta mañana. —Imitó su gesto dejando los cubiertos en el plato. —Estoy nerviosa, Mateo. Aunque no debería, me da miedo no estar a la altura.
—Es normal estar nerviosa, amor. Ven —Ordena a la vez que separa su silla de la mesa y palmea sus piernas para que me siente.
Hago lo que él me pide ante la mirada de los clientes y camareros del café.
—Ya basta de miedos. Lo acordamos, ¿recuerdas? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué te quedes segunda o quinta? Nena, eres de los cinco elegidos, eso ya significa que has ganado, solo que ahora vas a hacer una pequeña demostración para nosotros. ¿No te parece?
Lo miro y entiendo que tiene razón, que ya he logrado mi cometido aquí. Lo beso con toda mi alma. Estoy agradecida enormemente a la vida, que lo ha traído a mi lado de vuelta, porque me da la paz y la inspiración que tanto necesito.
París, es el escenario de nuestro triunfo personal como pareja y cada día es una nueva página en nuestro libro juntos.
MATEO.
Explorar la ciudad con mi suegro, la familia y sobre todo con Elena se ha vuelto una experiencia inolvidable.
Ya que estamos aquí, aprovechamos la ocasión para hacer turismo y descubrir una ciudad preciosa donde en cada rincón dejamos un poco de nuestra historia.
El café de los croissants se ha convertido en nuestro lugar de encuentro favorito, dónde las conversaciones fluyen como el Sena.
Editado: 06.02.2024