ELENA.
En casa nos levantamos muy temprano cuando apenas los rayos de sol entran por la ventana. Nuestra Abril hace unos seis meses partió hacia la universidad. Y nuestro Eric acaba también este año y se marcha.
Nos ha costado asimilar que nos quedamos solos después de tantos años, y más a Mateo, que ha estado muy unido a nuestra pequeña.
De repente, el sonido del teléfono rompe el silencio que reina en la cocina. Abril, está al otro lado de la línea. A Mateo se le ilumina la cara al escucharla.
—¡Hola, papá! ¡Hola, mamá! —exclama Abril entusiasmada.
—Hola, cariño. ¿Cómo va todo en la universidad? —pregunto, esperando la típica respuesta de que todo va bien.
—Bien, bien… —murmura Abril de manera un tanto nerviosa. —Hay algo que quería contarles.
Mateo y yo nos miramos con curiosidad, pensando que algo importante debe de ser para que nuestra pequeña se ponga nerviosa, tenemos mucha confianza, bueno, estamos a punto de descubrir qué es lo que le pasa.
—Bueno, ohm… he conocido a alguien, —dice Abril tímidamente.
—¿Alguien? —pregunto sonriendo, sintiendo que mis sospechas se confirman.
—Sí, es un chico de la universidad. Se llama Alex, y hemos estado saliendo durante algunas semanas —nos cuenta Abril y parece que descansa.
El silencio se instala por unos momentos en la cocina. Mis ojos se encuentran con los de Mateo, y puedo ver en su cara una expresión de pánico, entre la sorpresa y la preocupación.
—¡Oh, eso es genial! —contesta Eric, nuestro hijo pequeño, entrando en la cocina con su actitud despreocupada. —¿Yo conozco a Alex, Abril? —pregunta con confianza.
Eric y Abril a pesar de ser chico y chica, siempre se han llevado genial y han tenido mucha confianza.
—No, aún no, pero pensaba llevarlo a casa el sábado para que lo conozcáis, —responde Abril.
Mateo carraspea, tratando de disimular su sorpresa. Sé que no le está haciendo gracia ninguna. Al fin y al cabo es su pequeña.
—Bueno, eso suena bien, cariño. Estamos ansiosos por conocerlo, —dice, aunque por su tono sé que no lo dice sinceramente. Yo intento aligerar el ambiente para que no sea tan cortante.
—¡Vaya, Abril, ya tienes novio! ¿Cómo no nos contaste antes? —pregunto.
—Lo siento, mamá. Quería asegurarme de que fuera algo serio antes de decirlo —explica Abril más animada.
Mateo mira a Eric, quien me está sonriendo de manera cómplice.
—Bueno, al menos alguien aquí lo toma con gracia. —susurra Mateo con un poco de nostalgia en su voz, dándose cuenta de nuestras sonrisas cómplices.
—No te preocupes tanto, papá. Abril merece ser feliz, ¿no es así? Ya no es una niña —dice Eric, tratando de bajar la tensión del momento.
—Exacto, ¡y yo estoy muy feliz por ella! —añado, tratando de tranquilizar a Mateo.
—Supongo que es lo normal a su edad. Solo me siento un poco nostálgico de que mi pequeña ya tenga novio —confiesa suspirando y sorbiendo un poco de café.
—Mateo, ¡no te preocupes! Es completamente normal. Además, Alex seguro que es un chico encantador —lo consuelo, riendo para suavizar el ambiente.
—Papá, —lo llama Abril —Gracias, por no negarte. Sé que para ti no es sencillo, pero te agradezco que no me lo hayas puesto difícil. Te quiero.
Miro a Mateo, que esconde su sonrisa tras la taza de café que toma. La felicidad de sus hijos siempre será lo más importante para él, al igual que a mí me pasa.
—Te quiero pequeña —responde de vuelta.
—Nos vemos el sábado —anuncia feliz.
Al final, entre risas, Eric y yo conseguimos que la noticia de que Abril tiene novio, no le afecte mucho a Mateo. Aunque le cueste asimilarlo, sé que al final va a entender que su pequeña crece y es un paso más en nuestra vida.
Nuestra hija crece, y me doy cuenta, de que lo hemos hecho bien con nuestros chicos.
Hemos sido buenos padres.
Así, entre risas y comentarios relajados, la noticia de la nueva relación de Abril se integró en nuestra vida cotidiana. Aunque a Mateo le costó un poco asimilarlo, al final entendió que su pequeña estaba creciendo y que este era solo un paso más en su camino hacia la adultez
Editado: 06.02.2024