Reina De Alma Gitana

Introducción.

—Había una vez una gitanilla curiosa y un principe, rebelde que por azares del destino se encontraron, lo que ninguno de los dos sabía era que sus encuentros no eran solo casualidad. Debian estar unidos la luz y el canto de un hada serían la salvación de la oscuridad del reino del principe rebelde...

—Madre yo quiero ser como la gitana de tu historia, también ser como tú y alzar el vuelo con unas alas como las tuyas —dijo una pequeña pelirroja de mirada esmeralda.

—Tú puedes ser lo que quieras Merliah —animo un pequeño niño de castaño miel y mirada turquesa.

—Para ti es fácil decirlo, tú algún día tendrás alas y podrás volar, solo eres un niño y ya puedes usar tus virtudes mágicas —la niña se abrazó a sus piernas hundiendo su carita en sus rodillas—, yo no tengo magia como mamá o tú, solo soy un desastre que debe esconder su forma.

—Lia claro que tienes magia, quizás no elemental, pero tienes algo mejor pequeña...

—Tienes garras así es más fácil escalar, para buscar bayas de Grumelias, también tienes unas buenas orejas que escuchan muy bien y un...

—¡Ya calla Gael hablas de mi como si fuera un animal! —se quejó la niña derramando algunas lágrimas por el comentario—. Madre puedo dormir contigo ¿Si? Solo será está noche —suplicó la pequeña juntando sus manitas, para convencer a su madre.

Tomé a mi pequeña en brazos, sus tiernas orejas estaban caídas solía pasar cuando estaba triste, la acosté junto a su hermano besé su frente y dije:

—Lia, tus rasgos de zorro no te hacen menos y si papá y yo te dimos ese amuleto para cubrir tu apariencia, fue por protección no por otra cosa hija.

—¿Protección? —empero la niña confundida, por lo que dijo su madre.

—Ese amuleto no guarda solo tu apariencia, si no tu aura demoníaca y fuerza, estás aún muy pequeña y no tienes control —explique a mi pequeña de una manera sencilla, Merliah era solo una niña para comprender su condición.

—No entiendo madre —dijo la princesita entre bostezos, Morfeo ya le había hecho la invitación a su mundo a la pequeña.

—Descansa pequeña damita y tú también valiente caballero...

—Yo quiero ser un mago, no un caballero —corrigió el principe Gael también adormilado.

—Esta bien Gael ya descansa —cubrí a mis pequeños muy bien de la fría noche, el invierno este año era inclemente.

Al salir de la habitación de los mellizos, Damián me esperaba, su expresión denotaba cansancio.

Lo que verdaderamente me alarmó era la mancha oscurecida en su casaca. Sin pensarlo mucho corrí hacia él, buscando alguna herida.

—¿Qué ha ocurrido? —su falta de respuesta sólo me altera más.

—La sangre no es mía —es lo único que se limita a decir—, quiero que salgas del reino tú y los niños.

Tales palabras me tomaron por sorpresa la situación era grave lo que dijo, lo confirma.

Al llegar a la habitación, el rey se despojó de la casaca ensangrentada, para luego tomar a su esposa en un fuerte abrazo, los conflictos entre Euldor y Alkarya han tomado fuerza y mucha sangre inocente se ha derramado.

—¿Que ha ocurrido vida? —tome su rostro en mis manos, su mirada aguamarina era cristalina sus lágrimas luchaban por salir.

—Ha caído el general Andreas Rutden.

—¡Qué! ¿Entonces esa sangre...?

Ahora entendía porque estaba así, para Damián Andreas era más que un amigo, era su hermano, su guía y maestro.

—Anel, dioses como se pondrá Anel y la pequeña Genevieve... Y la familia Rutden —pense en mi amiga y su hija, que ya Andreas no volverá.

—Mañana en todo Aldremir ondearan banderas negras, y por los dioses que su muerte no será en vano.

.........

Alkarya a tomado parte del territorio de Euldor, el reino vecino tentó su suerte y como resultado ha tenido pérdidas numerosas en sus tropas y parte de su territorio. El rey Máximo ha intentado conciliar con su homólogo Alkaryo, pero este ha sido tajante, despiadado ante cualquier intento.

Han pasado cinco años, desde aquel conflicto en ambos reinos, Máximo ha bajado la cabeza ante el poderío del monarca de del reino de las dos lunas.

—Estaras contento hermano mío, por tu absurdo plan de doblegar a un reino como Alkarya, solo has traído muerte, tristeza y miseria a tu pueblo —reprochó una mujer con su voz quebrada por las ganas de llorar y la impotencia de la situación.

—Esto no es tu asunto Amelia querida —espeto el rey molesto por el comentario de su hermana—, tú limitate a tus asuntos princesa.

—Max callarme no hará menos pequeño tu error, creíste que la juventud e inexperiencia del rey Damián te haría ganar la batalla pero ese fue tu error de cálculo —Se mofó la mujer de cabellera rojiza perfectamente peinada, su símbolo real era una corona de plata sin mucho decorado, pero en ella resaltaban unas gemas de lapislázuli—; nunca creíste que el mismo rey en persona, encabezaría los ataques a nuestro reino...

—¡Cierra tu maldita boca Amelia! —exclamó molesto el rey de mirada azul gélida, estampando su puño en el escritorio, tal impacto hizo a la princesa alejarse un poco—, no tolerare tu imprudencia por más hermana mía que seas.

—¡Pues yo tampoco debo tolerar que pongas a nuestro pueblo en peligro, por tu codicia lo mejor es buscar un acuerdo, nuestro padre habría hecho lo mismo Alkarya nos triplica en hombres y ni que hablar de armamento! —gritó molesta la princesa Amelia.

—¡No daré mi brazo a torcer, ante un mocoso que juega a ser rey! —se quejó el rey frotando de frustración sus cabellos negros.

—¡Tu orgullo destruirá a Euldor! —respondió la princesa molesta saliendo del gran salón.

Unos pasos se escuchaban seguidos de un carraspeo —majestad Akram visir de Belddur le espera.

—Hazlo pasar y retirate, no deseo ser interrumpido —ordenó el monarca a su lacayo.

—Si señor —obedeció el consejero.

Poco después se volvieron a escuchar pasos a un lento caminar frente al rey; apareció un hombre de túnica negra, de bordado dorado y cabello platinado.



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En el texto hay: romance, magia, realeza

Editado: 16.11.2024

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