Reina De Alma Gitana

Pequeña Victoria.


Escuchaba el constante golpeteo en la puerta, tomó la almohada cubriendo sus oídos, se desvelo toda la noche leyendo y quería dormir un poco más —por favor solo cinco  minutos más  y ya —pedía el muchacho cubriendose con las cobijas de pies a cabeza arrastrando las palabras, esperando que quien estuviera tras la puerta se fuera.

El ruido se detuvo.

Las cobijas fueron arrebatadas con brusquedad, haciendo al rubio levantarse de inmediato de manera estrepitosa.

—El entrenamiento comienza temprano alteza, partiremos dentro de poco y usted debe prepararse —dijo la capitana Rutden.

—Pero...

—Lo espero en una hora —contesto Ariadna ignorando los posibles reclamos del joven principe.

Una vez solo golpeó con fuerza la almohada frustrado —yo no necesito entrenamiento, para eso tengo magia —refutó molesto, levantándose de la cama para alistarse.

Tal cómo Ariadna se lo ordenó, llegó a las barracas de la guardia real, allí también disponían de un campo de entrenamiento, no era él único allí y eso lo tenía un poco incómodo.

—Alteza —musitó una voz femenina.

Volteo a ver quién lo llamaba, ciertamente era a quien menos esperaba  ver en ese lugar.

—Genevieve ¿Qué haces aquí? —arguyó Gael frunciendo el ceño, la castaña era una chica delicada, asumía debía estar allí por orden de la capitana Rutden.

—Pues hoy toca entrenamiento y si no vengo, la capitana se molesta —Respondió Genevieve confirmando las suposiciones del principe.

—No imagino a una señorita tan delicada como tú haciendo este tipo de cosas —comentó el principe un tanto molesto y en desacuerdo con la capitana Rutden.

Aquellas palabras hicieron sonrojar a la castaña «dijo que soy una señorita delicada», se sintió en el cielo al escuchar eso.

—Yo difiero que sea una damisela frágil y en apuros, ser una dams no la hace  incapacitada para esto aquí le llamamos Genevieve la mariposa rompe huesos —dijo Axel parándose atrás de Genevieve y frente al principe que le miraba con seriedad.

—¡Axel! —la castaña de ojos esmeralda se dió la vuelta avergonzada, por lo que dijo su compañero de ojos grises.

—Tú aún sigues aquí —comentó el principe con arrogancia—, si estás aquí es por la generosidad y buen corazón de mi madre —espetó Gael con superioridad cruzándose de brazos.

—Buen corazón que su alteza no heredó —refutó Axel sin bajar la mirada al prepotente rubio.

—Insolente —respondió Gael furioso.

—Prepotente  —soltó Axel sin dejarse intimidar por el principe.

—Ya que los veo así de animados, ustedes dos  serán los primeros en comenzar, tendrán un encuentro cuerpo a cuerpo, nada de magia —puntualizó Ariadna, mirando de reojo al principe—,  tampoco nada de fuerza sobrenatural —dijo Ariadna mirando al joven soldado.

La capitana  Rutden arrojó un par de espadas de madera, cada joven tomo una y se colocó en posición. El primero en  atacar fue Gael, quién intentó dar una estocada a su contrincante en el estómago, aún así Axel lo esquivo a tiempo para luego patear a Gael haciéndole retroceder algunos pasas.

—Muy lento alteza —respondió con mofa el joven soldado.

—Solo calentaba pulgoso  —se arrojó Gael contra Axel  dando golpe, tras golpe.

Ariadna veía interesada al par de muchachos pelear, ninguno retrocedía, al contrario el encuentro  se tornaba más interesante con el pasar de los minutos.

—Si sigues dando esos golpes tan débiles vas a cansarte más rápido alteza, si me lo pides puedo dejarte la victoria.

Gael logró acertar un golpe en la mano del castaño, esto hizo a Axel soltar la espada.

—Yo creo que el que se cansará es otro  aunque si me lo pides, podría tener piedad contigo y no herirte lobito —objetó el principe con una sonrisa de superioridad. 
 

Iba con su padre, acababan de dar un paseo matutino a caballo, no muy lejos de allí veía a su hermano teniendo un encuentro el cual se vio muy reñido desde donde estaba, quiso acercarse y ver mejor pero si padre seguramente no se lo permitiría.

—Vamos a ver qué tal está tu hermano —dijo el rey ofreciendo su brazo para que su hija  lo tomase.

Gustosa tomó el brazo de su padre y ambos se encaminaron al sitio donde se llevaba a cabo aquel encuentro. Aquello le trajo recuerdos, esos dos no se conocieron en buenos términos y con el tiempo. Las cosas no mejoraron, Gael siempre fue un caballero; pero Axel siempre despertó su lado más  intolerante y competitivo.

——♡——
 


Ese joven de apariencia humilde la miraba, con sus ojos abiertos de par en par, el saber que ella era una princesa le cohibió de sobremanera haciendo evaporar su valor.

—Perdone mi insolencia alteza. —Dijo el muchacho haciendo una exagerada reverencia.

—No se preocupe joven Axel, soy yo quien le agradece —la princesa hizo una reverencia delicada—.  Me da curiosidad saber ¿Cómo entró a el palacio?

—¿Si como entraste? —cuestionó la pequeña Mía de manera algo despectiva.

Axel traía una camisa, azul toda gastada y  unos pantalones negros, igual de roidos, no traía calzado alguno y por último un chaleco que alguna vez fué blanco, sus cabellos castaños todos rebeldes. 

—Mostré esto —el muchacho mostró una carta, junto a un anillo de plata con una piedra de merlita rosada.

La princesa tomó la carta e iba dirigida a su madre, el anillo era una pieza hecha por sus abuelos, ella conocía a la perfección las joyas de sus abuelos, cada que iba a Azrrahen o ellos venían siempre tenían una nueva creación para ella.

—¿Qué hace este campesino aquí? —espetó un jóven con ropa de montar.

—No seas ofensivo Gael, es un invitado de nuestra madre, además acaba de salvarme Orión iba a derribarme y...

—Otra vez andas montando a ese caballo, cuando sabes que está prohibido, sin la presencia de nuestro padre —reprendió el príncipe de mirada aguamarina. 

—Mira es cierto trae el anillo con el sello de mi madre —Merliah señaló la joya en su mano.



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En el texto hay: romance, magia, realeza

Editado: 22.04.2024

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