Holi tres semanas perdida no tengo perdón pero ya volví y volví a la actualización diaria a las 6 pm hora local de Venezuela.
—Dime de nuevo ¿Por qué hacemos esto? —cuestionó con ironía un joven muchacho de cabellos negros ondulados, piel blanca y ojos ambarinos.
Amelia suspiró cansada, pues su hijo venía todo el camino con el mismo tema —ya te lo he explicado Fabián, muchísimas veces —enfatizaba la princesa—, ya perdí la cuenta —musitó hastiada del viaje y el constante interrogatorio de su hijo.
—Mmm y crees que el rey de Alkarya: el que despojó de sus tierras a Euldor, aceptará un compromiso conmigo ¿En serio lo crees? —cuestionó Fabián con mofa.
—Eso no hubria pasado, si Máximo hubiera detenido su codicia desmedida Fabián —recordó Amelia, a su hijo.
El principe observaba el reino alkaryo desde la ventana de su carroza, el clima era fresco y el verdor de sus colinas se perdía de vista como en el oceano.
—¿Es primavera?
La princesa Amelia asintió como respuesta. —A diferencia de Euldor que solo tiene un invierno lluvioso y un verano con altas temperaturas, Alkarya tiene cuatro estaciones invierno, primavera, verano y otoño el otoño es muy lindo, la última vez que vine fue en otoño.
Las horas de viaje avanzaron y ya se podían apreciar las murallas de la ciudad de Aldremir, capital de Alkarya.
Los guardias abrieron las puertas, al ver las banderas vinotinto con un trébol de cuatro hojas en dorado en medio del escudo.
Una vez dentro de Aldremir el principe miraba fascinado, las calles empedradas del reino, el movimiento de los habitantes de Aldremir. —La capital es al ruidosa.
—Si además estamos pasando por el mercado de Aldremir, una vez lo visite y me resultó un lugar encantador y pintoresco.
La ciudad de a poco quedó atrás mostrando ahora un bosque rodeado de abetos plateados; las torres del palacio se mostraron blancas, al llegar a la entrada del palacio fueron detenidos, pero al ver el escudo de la familia real de Euldor y las banderas del reino, le permitieron la entrada.
Al pie de las escalinatas de mármol, los esperaba una elegante mujer de cabello negro con un peinado sencillo que dejó su cabello suelto en cascada, dos mechones que enmarcaron su rostro, dando un aire jovial a su apariencia, usaba un vestido amarillo opaco, que estilizaba su figura la falda del vestido se movia grácil con el caminar de la reina.
—¿Quien es ella madre? —preguntaba el principe mirando de soslayo por la ventanilla de la carroza.
—Esa hijo mio es la reina Melodía de Alkarya, madre de tu futura esposa —bromeaba la princesa aunque a su hijo no le hizo gracia el chiste, pues se mostró ceñudo ante lo dicho por su madre.
—¿Y quién es la que está junto a la reina? —preguntó el muchacho, curioso por saber quién era la rubia de vestido negro y rostro delicado.
—No estoy segura, pero creo es la hermana menor del rey, no recuerdo su nombre, pero cuando la ví por última vez era aún una niña.
Ante la respuesta de su madre, Fabián se mostró decepcionado, le emocionaba pensar en la idea de que esa joven, fuera su posible esposa la chica junto a la reina era preciosa.
—Quita esa cara que es probable que la princesa Merliah, sea tan hermosa como su madre —trato de animar la princesa a su primogénito.
Un paje abrió la carroza, el primero en bajar fue el principe Fabián, quien al estar en el suelo ayudó a su madre a bajar, seis guardias del ejército alkaryo le rindieron homenaje a los príncipes de Euldor.
Al llegar a las escalinatas la princesa y su hijo, saludaron y agradecieron a la reina aceptar la solicitud, hecha por la princesa Amelia.
—Sean bienvenidos los dos al reino de Alkarya, la nación de las dos lunas se regocija con su ilustre visita —saludó Odette nerviosa pues aquel saludo tradicional, ahora era labor de su sobrina la princesa Merliah. Pero la impuntual princesa brillaba por su ausencia.
Estaba un tanto nerviosa no tenía clara la visita de los príncipes de Euldor, Damián no me había dado detalle y aún no llegaba mi Merliah siempre tan impuntual «Melodia saluda y no pierdas la calma y la serenidad» no imaginé que vendrian tan pronto solo sabía que aquel joven sería el prometido posiblemente el prometido de mi princesa.
—Me alegra que ya estén aquí, espero que la visita al reino sea de su agrado, me disculpo en nombre de mi esposo el rey Damián quien no pudo recibirlos como se debe, tuvo que realizar un viaje de último minuto pero volverá en tres días...
Una muchacha pelirroja, con sus cabellos revueltos, llegó estrepitosamente, con algunas hierbas y hojas pegadas a la falda de su vestido, con unas manchas de lodo.
—¡Mira madre un lirio azul! —dijo la jovencita, mostrando la peculiar planta a su madre, ignorando a los demás a su alrededor.
—Merliah saluda a la princesa Amelia de Euldor y a su hijo el principe Fabián —ordené apenada con el comportamiento de mi revoltosa pelirroja, esperaba algo así, mi hija no cambiaba y aunque adoraba su espíritu libre y curiosidad temía que esto le trajese consecuencias en un futuro.
Se dió la vuelta avergonzada, hizo una reverencia a los príncipes de Euldor. —Sean bienvenidos los dos al reino de Alkarya, la nación de las dos lunas se regocija con su ilustre visita —dijo Merliah apenada haciendo el saludo de la doncella a los visitantes, sabía que su madre estaba enojada, había olvidado que hoy llegarían los visitantes de Euldor—; tome una flor hermosa, para una hermosa dama —ofrecía la princesa el lirio azul que acababa de encontrar a la mujer frente a ella.
La princesa Amelia tomó la flor de inusual color y le agradeció a la jovencita. —Alteza ha dado usted en el clavo, pues soy una amante de las flores y en mis años nunca he visto un lirio de tan extraño tono, además que desprende una exquisita fragancia —agradeció la elegante mujer.
—Deben estar agotados lo mejor es que descansen del viaje y nos reunamos luego de que ustedes estén más cómodos —dije esperando que la entrada de Merliah fuera motivada—, Odette pide un par de doncellas que asistan a nuestros invitados por favor.
Editado: 16.11.2024