—Me está diciendo que ustedes magos poderosos, rastreadores de alto nivel no pueden dar con la ubicación de esa hada resentida.
—Usted mismo ha visto que hemos agotado nuestra magia en busca de esa mujer y de sus hijas, pero Areusa tiene la astucia de un zorro, estuvo mucho tiempo en Howl. No debe uno sorprenderse que tenga más de un truco bajo la manga...
—Majestad Febo tiene razón, Areusa es un prodigio mágico, de no estar corrompida, seguramente lograría grandes cosas —mencionó Cassandra acercándose al rey—, puede estar tranquilo no he sentido más perturbaciones, eso quiere decir que esa mujer no ha hecho ningún movimiento.
—La guardia tampoco ha tenido éxito excelencia, tanto el marqués, cómo el duque de Bleddyn han rastreado cada rincón del reino pero sin ningún rastro —dijo Pio dando su reporte.
—Pueden irse, le agradezco, pero deseo estar solo —ordenó el rey abstraído.
Todos hicieron una reverencia, para luego retirarse, pero hubo alguien que no obedeció la orden y siguió ahí.
—Patético —se burlo una voz masculina, ya conocida—, Areusa hace siempre lo que se le antoja contigo y tú no haces nada, los años pasan y tú eres más idiota.
—Eriol el día que tú opinión me importe, te lo haré saber, o si sabes algo de importancia también me lo puedes hacer saber si —dijo el monarca sin mirar al albino esposado—, dime algo te concederé el derecho de elegir tu prisión, Alkarya o Berbendur ¿Cuál quieres? —musitó Damián poniendo un sello, para luego estampar una firma.
—Quiero un acuerdo, te propongo un trato anula mi pena, deja de retener mi fortuna y yo Eriol Mountbatten te traeré la cabeza de la maldita perra traidora de Areusa. Se que la cabeza de tu hermana bastarda te hará muy feliz Damián —ofreció Eriol con sarcasmo.
Por primera vez atrajo la atención del rey, este se mostró escéptico a lo que su tío dijo. Esbozo una risa de boca cerrada por lo que Eriol le había propuesto —estoy desesperado Eriol, pero no soy idiota —respondió el rey cruzando sus dedos encima del escritorio—, tu fortuna estará intacta en la bóveda del reino, no tocare una corona de tus arcas y si cumples tu pena y aún estás vivo, te devolveré hasta la última moneda, pero mientras cumples tu pena no necesitarás dinero, ni ningún otro bien.
—Pues yo se dónde podría ocultarse está traidora —dijo Eriol queriendo llamar la atención del rey y llegar a un trato justo y obtener su libertad.
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Lo vió salir de la oficina de su hermano, ella confiaba en que sus sobrinos pronto estarían en casa, pero está incertidumbre era un suplicio para todos no saber nada de ellas era frustrante.
—Soldado —llamó la princesa Odette, captando la atención del muchacho de vestimenta índigo—, se que buscan con ahínco a mis sobrinas, que no descansan en el proceso pero me gustaría saber si puedo unirme a la búsqueda yo bueno, yo...
—Yo comprendo mi lady —respondió Pio comprensivo y a la vez eternecido con la bondad de la muchacha—, le aseguro que ambas princesas aparecerán sanas —aseguró el moreno a la princesa.
—Es usted muy amable soldado Mondragón, le agradezco mucho por...
—No señorita es nuestra labor como soldados del reino, pero se volvió personal esas dos son solo dos niñas inocentes, víctimas de la maldad de aquella mala mujer.
Odette se retiró haciendo una reverencia ante el soldado.
—Lo veo y no lo creo —dijo una mujer a espaldas de Pio una vez que la princesa Odette salió del campo de visión del militar—, no eres nada tonto pones tus ojos en alto.
Se dió la vuelta enfrentando a la muchacha tras él — Cassandra no digas tonterías, no es nada de lo que piensas — corrigió Pio a su insoportable prima Cassandra.
—Aunque lo intetases y te esfuerces algo así no pasaría querido Pio, hablamos de una princesa y tú no eres más que un patético mago exiliado por ser tan inútil —habló una burlesca Cassandra.
—Yo al menos no soy un traidor que vendió su alma al dios Zefiro a cambio de un poco de poder, sigo integro y los enviados del dios de la muerte y la oscuridad no vendrán por mi, cuando mi vida se apague seré libre —refutó el soldado a su insolente prima.
—Debiste hacerlo idiota, de haberlo hecho no serías un rechazado ni habrías condenado a tus padres a bajar su nivel en el clan Mondragón —dictaminó la hechicera cerrando el tema, se dió de nuevo la vuelta para continuar su camino, cualquier cosa era mejor que escuchar las tonterías de esa mujer.
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—Eres uno de los encargados de la búsqueda de las princesas, ¿no? —inquirió Fabián, al castaño montado en un caballo de color blanco y manchas cafés.
—Así es —respondió el muchacho bajando del equino—. ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó Axel tomando al animal para llevarlo a descansar.
—Quieri unirme a la búsqueda —habló Fabián sin titubear en absoluto.
—Alteza, me temo que...
—No es una petición marqués Tudor, es una orden es mi prometida de la que hablamos y no quiero seguir sin hacer nada —dijo el principe decidido.
—Alteza entiendo su posición, pero su prometida estará bien...
—Eso es algo que usted no puede asegurar —volvió a interrumpir el principe—, hablamos de la futura reina de Alkarya no de cualquier plebeya.
El comentario del principe molestó a Axel, él más que nadie deseaba encontrar a Merliah y a la pequeña Clover, sanas y salvas, pese a todo esa era su prioridad —principe Fabián le aseguro que si la princesa fuera una simple plebeya también la buscaría con el mismo empeño y está bien, no me opongo a que usted se nos una a la búsqueda de las princesas. Partiremos antes del amanecer si gusta venir estaremos reunidos en la entrada del palacio, le aconsejo venga preparado —dijo el militar continuando su camino, no quería ser grosero con el principe pero honestamente era algo prepotente, por no decir otra cosa.
Editado: 27.10.2024