— Tisha no ayudará Damián, al contrario será un problema del tamaño del que tenemos ahora, o peor — al igual que yo Damián estaba desesperado, un mes ya sin saber nada de nuestras hijas, poco a poco, la angustia nos carcomía.
— No se que hacer Mel ya se buscó en todo el reino, bajo cada piedra y...
— Majestad creo saber dónde están las princesas — interrumpió el principe Fabián entrando al salón del trono, hizo una reverencia ante los reyes y entregó una pluma negra al rey Damián —, una parvada de cuervos demoníacos cuida un punto en el bosque gris, al inicio creí que allí no había nada, pero existe una barrera y llegué a la conclusión de que ese podría ser el escondite de esa hada oscura — finalizó el principe su argumento, seguro de si mismo.
— Pero ¿Cómo estás tan seguro muchacho? Adentrarse solo a ese lugar solo es muerte casi segura. ¿Cómo lo hiciste? —empero el rey buscando una respuesta, su voz no podía ocultar la emoción se aferró, a la posibilidad de que allí la maldita arpía estuviese, ocultando a sus hijas.
— Mandé a traer a mi compañero grifo, desde el reino de Euldor — habló el principe Fabián sin ocultar nada, sabía que Casio, su compañero grifo estaba prohibido en el reino de Alkarya, pero se decía, que está vez su falta era justificable.
El asistente del rey entró, al escuchar que el principe de Euldor trajo un grifo, abrió sus ojos al máximo, aún así recuperó la compostura sabía que, lo que iba a decir iba a cabrear al rey.
— Mi se-ñor — tartamudeo el delgado hombre acercándose a Damián, su mirada le hizo tragar grueso —, majestad el consejo quiere una audiencia, dice que es urgente — habló nervioso el asistente, sabiendo que no era de su agrado ese tipo de encuentros, la tensión con Magnus era notoria cada vez que debían reuniese y tratar asuntos reales.
— ¿Motivo? — empero el rey hastiado, sin mirar a Gregory —, si no es importante no asistiré, tengo problemas más grandes con los cuales lidiar, a parte de la desaparición de mis hijas — gruñó Damián molesto sin quitar la mirada del muchacho frente a él.
Gregory no dijo nada, pues el motivo por el cual se requería al rey era una vez más, reprocharle sus decisiones.
— Habla Greg o ya sabes lo que pasará —Advirtió Damián, esbozando una sonrisa maliciosa.
— Si, lo sé me cortará la cabeza — musitó el temeroso hombre cabizbajo.
— Habla tranquilo si, nadie decapitara a nadie, vamos Gregory — desde que ese pobre sujeto comenzó a ser el asistente del rey Damián cada que puede lo molesta diciendo que lo decapitara, sabía que lo hacía para fastidiarlo, suspiré cansada «nunca va a madurar», pensé cansada pobre Gregory Damián jugaba con sus nervios.
— Gracias majestad — el delgado hombre hizo una reverencia, ante la reina, luego retomó su postura y siguió hablando —, algunos miembros no están de acuerdo con los recientes nombramientos que usted ha hecho señor, en especial con el nuevo marqués de Moon Black, dicen que además de ser un plebeyo, está muy joven para ostentar ese título, que se debió considerar a otro para dicho papel y no al soldado Tudor, puesto que le falta experiencia y además no viene de familia noble.
Miró a su esposa buscando una respuesta, a fin de cuentas quien sugirió al muchacho fué ella, pero él estuvo de acuerdo aunque fuera joven el chico era determinado, cumplía a cabalidad lo que él buscaba en alguien a quién darle esa título nobiliario.
— Yo mismo en cuanto pueda, los reuniré a todos Gregory si no tienes más que decir puedes retirarte.
— Si señor — hizo una reverencia ante los reyes y el principe proveniente de Euldor, para luego retirarse del salón.
— Dime muchacho, ¿estás seguro de lo que dices? Enviar hombres allí es peligroso, la niebla de ese lugar te engatusa con facilidad, sin darte cuenta te quedas días allí. Muchos han muerto asi. A parte de conocerse con el nombre del bosque gris, también se le conoce como el bosque de los lamentos.
Ya sabía esa información, pero afortunadamente, no estuvo mucho tiempo y marcó muy bien el lugar, cuando fue con el soldado insoportable de Tudor.
— Si señor el soldado Axel Tudor recorrió el lugar, con algunos soldados, me advirtió de los peligros de la niebla del bosque, de hecho yo le sugerí buscar cuando ví a la parvada de cuervos, pero me dijo que ya teníamos mucho y nos iba afectar la niebla si seguiamos más tiempo en aquel lugar.
— Necesito un mapa exacto del sitio, yo mismo iré — dijo el rey poniéndose de pie.
— Yo le acompaño majestad, eso es mejor que un mapa, además podría buscar otro grifo si así lo desea, cuando la niebla se hace densa Casio me elevaba a zonas más altas, evitando así la niebla nociva.
— Agradezco pero...
— Se la reserva que Alkarya tiene con los grifos, pero las cosas han cambiado señor, además está usted ante el capitán de la guardia áerea de Euldor, yo mismo me encargo del adiestramiento de cada criatura — habló el principe Fabián rebozando confianza.
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La encontró sin buscarla, quería preguntarle tantas cosas y al mismo tiempo no se atrevia, frente a ella estaba la causante del sufrimiento de su hermano por tantos años.
— Te vas a quedar parada toda la noche, o vas a preguntar lo que está atorado en tu garganta — la hechicera habló sin voltear a ver quien estaba tras de ella, pues no era necesario.
Caminó apresurada encarando a la mujer de tétrica vestimenta y ojos amarillentos, que hacía juego con su rizada melena negra.
— Usted cómo duerme tranquila, ¿acaso no está consciente de todos los daños que ha causado? —empero Odette exasperada, empuñando sus manos, hasta que sus nudillos se pusieron blancos—, se que usted fue la que maldijo a mi hermano.
— Y así me pagan los malagradecidos — dijo aquella mujer haciéndose la ofendida, acercó su larga pipa a la princesa haciéndole toser ahogada por el humo—. Sabes no es justo el papel que me ha tocado vivir hermosa niña, ese obsequio de los dioses era para ti, pero tu hermano se metió en medio y se quedó con el premio mayor — aquella mujer reía a carcajada suelta en frente de la princesa.
Editado: 27.10.2024