Aquella visión perturbadora seguía repitiéndose en su cabeza, cada vez con mayor frecuencia.
— Niña Genevieve — habló una mujer robusta, cabello castaño atado en un alto rodete, la mujer tomó el hombro de la muchacha sacándola de sus pensamientos —, dicen por ahí que cierto principe anda cortejando a la señorita — mencionó Carlota con picardía.
Genevieve se puso tan colorada como la misma granada, iba a decir algo pero de sus labios nunca salió palabra alguna, confirmando así las sospechas de de Carlota.
— Pero niña deberías estar feliz todas en el reino, suspiran por el principe Gael — animó Carlota a la jovencita de decaído semblante, algo poco común en Genevieve que siempre mantenía una buena actitud y una sonrisa.
— No es nada Carlota, es solo que al igual que todos, estoy preocupada por la situación del reino y por las princesas...
— Genevieve conozco a tu madre desde jovencita, yo te ayude a nacer niña te conozco y esa carita es por algo más. — Carlota se levantó para luego regresar, con una rebanada de tarta de frutas y un vaso de leche —, Anel me pidió estar al pendiente de ti mientras estés en Aldremir, así que eso haré — colocó la leche y la tarta de frutas, frente a la castaña de mirada esmeralda.
Esbozo una sonrisa, que resultó verse más como una muñeca — Carlota de verdad no es nada, es solo que apenas he dormido y me siento cansada —finalizó la muchacha probando un poco de su tarta de frutas.
Carlota decidió dejar de insistir, lo que sea, que tuvieses a Genevieve así de afligida le pasará pronto —esta bien cariño, solo descansa. —Dijo la mujer retirándose.
Aún no entendía aquellas aterradoras, imágenes, de un Gael cubierto de sangre y dos grandes heridas, en lugar de sus grandes y preciosas alas de hada.
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Aquella repentina visita, me había tomado por sorpresa, además de la hora, no esperaba a esa persona.
Hizo una reverencia ante la reina, luego se bajó la capucha de la capa marrón que cargaba — esperaba ser recibido por el rey Damián majestad, pero usted debe saber y estar al tanto de todo mientras el rey este ausente.
— Habla ya muchacho —pedí impaciente, este no era momento para etiqueta, ni protocolo —, si estás aquí por petición de tu abuelo te advierto que...
— No mi señora estoy aquí por mi cuenta, créame ningún miembro de mi familia esta al tanto de en dónde estoy — dijo el muchacho apresurado, por defenderse ante la reina.
— Esta bien ahora sin más dilación te escucho joven Christopher — pedí al muchacho más calmada para que él hablase tranquilo.
— Planean derrocar al rey y majestad, mi abuelo Magnus De Luvock es el cabecilla que ha orquestado todo desde hacía ya tiempo, pero ahora que ha conseguido aliados poderosos que puedan patrocinar los planes de mi abuelo es cuestión de tiempo señora.
Me levanté estupefacta por lo que ese joven dijo, camine hasta quedar frente a él buscando alguna mentira, pero esos ojos olivos se veían sinceros, ante cualquier treta — Magnus De Luvock, no se rinde nunca, porque razón estás aquí ¿Él te ha pedido esto? ¿es una trampa...?
— Majestad entiendo sus dudas hacía mi persona, los De Luvock han estado en contra de la familia real de Alkarya por generaciones, siempre han sido soberbios sin mencionar resentidos. Pero yo no estoy de acuerdo en eso no me interesa el poder, tampoco la monarquía, pero mi abuelo me ha obligado a esto por mucho, aunque ya me cansé de él, de su pensamiento y sus ideales injustos y arcaico que solo le causarán atrasos al reino de Alkarya...
Un estruendo irrumpió en aquel momento, Ariadna llegó con un puñado de guardias — Melodía atacan el palacio — dijo la capitana de la guardia índigo.
— Ariadna encárgate de resguardar a todos dentro del palacio, llévalos a un lugar seguro.
La capitana Rutden intentó detenerme, pero alcé el vuelo dejando atrás a Ariadna.
Al salir ví a Tristán en su forma humana, enfrentarse a unos sujetos con vestidos de negro y máscaras doradas.
— Madre este no es un lugar seguro, ve con las demás — pidió el principe Gael a su madre, creando una barrera, defendiendose de una ráfaga de viento, proveniente de un hechicero, que también usaba una máscara dorada, pero una gema esmeralda en medio lo diferenciaba del resto.
— No Gael estos no son simples humanos, no voy a dejarte solo en ésto — no era primera vez que peleaba junto a mi hijo, ambos hacíamos buen equipo.
— ¡Melodía! — llamó la duquesa de Bleddyn a su gemela.
Solo un momento de distracción bastó, para recibir un ataque de viento, que impactó con fuerza enviándome lejos, terminé impactando contra una columna, desvaneciendo por la fuerza del golpe recibido.
Melibea corrió para asistir a su hermana, el golpe había sido estruendoso —Mel, Mel hermana por favor reacciona. —Puso a su hermana en su regazo, estaba preocupada se sentía responsable. Por el daño recibido.
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Había ido tras el hechicero que había herido a su madre, el cobarde huyó cómo rata en cuanto tuvo oportunidad. Volaba recorriendo el lugar, buscando la gema esmeralda que usaba aquel sujeto, pero una flecha oscura le dió en el hombro haciéndole caer.
— ¿Pero qué...? — intentó sacarse aquella flecha, pues sentía un insoportable dolor, aunado a un cansancio que apenas y le permitía moverse.
— Yo que tú no me movería principe, el aftrion negro actúa más rápido si te mueves —habló un hombre con burla, inclinándose junto al muchacho, tomándole de sus rubios cabellos.
— De Luvock — musitó Gael tratando de tener sus ojos abiertos —, no dejaré que tomes el reino tú no...
— ¿Qué no dejarás qué...? — cuestionó Magnus fingiendo no entender al rubio —, corrección niño tu maldito padre en cuanto vuelva de dónde sea que esté escondido, el reino alkaryo tendrá otro rey uno que si sepa reinar, además cómo piensas detenerme príncipe si no eres capaz de mantenerte en pie, mucho menos podrás volar joven principe.
Editado: 27.10.2024