— El pentagrama del sol y la luna está listo — dijo Danica con voz monótona—, tenemos poco tiempo.
— Pon a la criatura en el altar, el eclipse está por comenzar, quizá esperar un poco es lo mejor, de lo contrario no habria tomado la magia del eclipse.
Danica obedeció la orden de la pelinegra, tomó a la pequeña de la mano para llevarla al altar de piedra la niña estaba junto a Merliah jugando con la cola de zorro de la pelirroja.
— Es hora Clover tu labor está por comenzar — animó Danica a la niña que no se veía muy animada en ir con la castaña.
A pesar de la negativa de la pequeña, Danica la llevó al altar, al llegar a la mesa de piedra tomó a la pequeña Clover en brazos y la subió al altar de piedra.
— Has que tome la sangre — ordenó Areusa acercándose a su sierva —, que tome hasta la última gota, se que has pospuesto este momento y la chiquilla aún no ha tomado la sangre de Zefiro.
— Pero Areusa es peligroso es solo una niña, con el eclipse absorberas lo necesario para romper el sello de Melodía — explicó Danica intentando hacer desistir a su sobrina.
Escuchaba al par de mujeres discutir, no entendía lo que pasaba, pero Danica dijo un nombre que le pareció familiar «Melodía estoy segura de haberlo escuchado antes ¿Pero en dónde?» Se preguntaba la chica tratando de recordar.
— No te lo repetiré una segunda vez Danica, has que la mocosa beba del maldito frasco — espetó Areusa perdiendo la calma— no, no hay tiempo...
— ¿Quién es Melodía tia Areusa? — empero Merliah acercándose a la pelinegra —, se me hace familiar ese nombre es sólo, que no recuerdo en dónde lo escuché.
— Melodía es tu madre —se escuchó una voz masculina, adelantándose a la respuesta que Areusa iba a dar, la pelirroja se volteó buscando al dueño de esa voz —, no sigas Lía.
Un lobo de prominente tamaño y profundos ojos grises, era quién hablaba, tras aquellas mujeres.
— ¿Pero como te has liberado? — cuestionó Areusa exasperada, sus cadenas eran fuertes, un simple mestizo no podría liberarse.
— Eso no importa, entregame a las princesas y puede que te deje vivir.
— Que lobezno tan engreído, las bestias son tan básicas y vulgares, tú no tendrías oportunidad ni de tocarme un caballo cachorro iluso. Danica deja de perder el tiempo y dale la sangre a la chiquilla de una maldita vez —exigió Areusa molesta por la desobediencia de su sierva insolente.
Miró a la pequeña pelinegra, estaba sentada en medio de aquel pentagrama, sus ojos aguamarina la miraban curiosos, ajena a toda la maldad que le rodeaba. Sus manos temblaban sosteniendo el pequeño frasco de cristal, con un líquido negruzco y espeso.
Se dió la vuelta recordó el nacimiento de Areusa, su sobrina y la pequeña princesa Clover eran tan parecidas. Tenían límites todo esto lo hacía por ella, pero Clover era solo una niña, no veía sentido a la venganza de Areusa, su sobrina no era esa de allí, pero lastimosamente ya era muy tarde y habían muchos errores en el camino, que ya no se podían cubrir, lo único bueno era haber liberado aquel lobo solo esperaba que no fuera muy tarde, para enmendar todo.
——♡——
La casa Fautec se encontraba de fiesta, el motivo de aquella alegra, era que ya la hija de los condes de Fautec había dado a luz, a la primogénita del barón de Moon Black. Pero internamente era cuestión de tiempo para destapar una terrible verdad.
— Sabrina aún sigues con mucha fiebre, Arthur debería estar aquí, desde que nació Areusa se niega a verte y rechazó a la niña dice que no es su hija, dime hermana, ¿qué ocurre? — preguntó una jovencita de no más de quince años de edad.
— Arthur no vendrá Danica — dijo una pelinegra de ojos color ocre rojizos, cristalinos por las lágrimas —, no perdonará lo que hice y no espero que acepte a mi pequeña Areusa cómo a su hija.
— ¿Qué dices? — cuestionó Danica confundida por las palabras de su hermana mayor.
— Danica, a lo que se refiere tu hermana, es a que manchó el nombre de su esposo, metiéndose en la cama del rey Darius Mountbatten — espetó la condesa Fautec con desden.
La castaña se llevó las manos a la boca, sorprendida por las palabras de su madre hacia su hermana mayor. Miró a Sabrina aquello no no podía ser cierto.
— El barón Arthur Vodanovic no tolerará la falta de una cualquiera como Sabrina — agregó la condesa con odio y veneno en sus palabras.
— ¡Madre hablas de tu hija! — exclamó Danica tratando la fiebre de Sabrina —, si no hacemos algo mi hermana morirá.
— Danica acaso no notas que tu hermana está muriendo, por culpa de la bastarda que acaba de nacer.
— No te permito eso madre — habló Sabrina con dificultad, sentía su cuerpo colapsar, sus sentidos fallaban —, hermana no me queda mucho cuida de mi Areusa, no permitas que Arthur tome represalias y por favor asegúrate que Darius lo sepa — hasta su último aliento, su intención era proteger a su pequeña Areusa.
La recién nacida comenzó a llorar, Danica la tomó en brazos, la castaña lloraba amargamente en silencio la muerte de su querida hermana mayor, mientras arrullaba a su sobrina Areusa llegó con un eclipse, pero Sabrina se marchó de este mundo con el finalizar del mismo eclipse.
— Llevate a la niña Danica no quiero tener nada que ver con esto, si se enteran que es el fruto de la traición de Sabrina seremos la comidilla de Alkarya, además esa chiquilla tiene un espeluznante poder que ninguna de las hadas de la familia había visto antes.
— Me avergüenza ser tu hija por eso he decidido irme al templo de Azrrahen, la nobleza me importa una mierda y sabes que, no tienes que pedirme nada, gustosa saco a Areusa de este nido de serpientes — sabia que su madre no era precisamente la más amorosa pero esto no lo esperaba.
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Se dió la vuelta encarando a su sobrina, pues no estaba dispuesta a lastimar a una criatura inocente por satisfacer los oscuros deseos de su sobrina — no lo haré — estrelló el frasco contra el suelo haciéndolo trizas derramando todo el contenido de este.
Editado: 27.10.2024