Su rostro estaba perlado a causa de las gotas de sudor, al pasar un paño de agua fría su piel se erizaba y temblaba ligeramente.
— Axel — musitó la pelinegra al verlo abrir sus ojos, sintió que su corazón dar una pirueta por la felicidad de verle despertar—, pensé que no volvería a ver tus preciosos ojos de nuevo — habló Mía sin poder seguir aguantando las lágrimas, que tenía rato conteniendo.
— Mía...
El castaño no terminó la oración pues la pelinegra nombrada, en un impulso le besó callando sus labios, el contacto fué fugar pero aún así apasionado por parte de ella, pero confuso para él.
— ¡Te hirieron con con plata Axel pudiste morir, estás vivo porque mi madre y mi padre actuaron a tiempo! — exclamó Mía a manera de reproche —, eres un tonto, un grandísimo tonto — espetó Mía llorando amargamente «estoy molesta porque arriesgó su vida sin ningún miramiento, ya no aguantaba lo mal que me hacía sentir está situación». Limpió sus lágrimas tomó una bocanada de aire, este no era momento para tener sentimientos tan egoístas.
Pensó en sus acciones en la carta que quemó, en el remordimiento que le causó, quería a Axel pero cada que hacía algo para alejarlo de Merliah una opresión, estrujaba su pecho, recordó las palabras de su tía Genna.
Volvió junto a la cama, no quería decir nada, pero las palabras estaban en su garganta atoradas, quería acabar con el castillo de arena que había estado construyendo por tres años. Ya no había marcha atrás se preguntaba ¿Si después de su confesión Axel la odiaria? Ella honestamente no se perdonaría.
— Te libero de nuestra promesa de compromiso —el castaño iba a decir algo pero ella hizo ademán para que esté la dejase continuar —, aunque después de lo que te diré, dudo siquiera que consideres hablar conmigo. Yo leí la carta que Merliah te envío antes de irse al reino de Altamyr.
— Pero yo tiré...
— Si, si lo sé la tiraste sin leerla pero yo si la leí Axel — dijo Mía como si aquello tuviera mucho tiempo ahogado en su garganta y por fin saliera a la luz su confesión —, en esa carta confesó sus sentimientos hacia tí, ella esperaba una respuesta pero...
— Pero esa respuesta no llegó porque yo nunca leí esa carta — finalizó Axel en un susurro, lo que Mía iba a decir.
— Esperaba una respuesta de tu parte, si tú también correspondias a sus sentimientos, también que escribir cada línea le hablo costado mucho. Toma esto no me pertenece — Mía colocó la pulsera que Axel le obsequió nuestra de una futura promesa, nuevamente en manos del castaño.
Miró la delicada prenda de joyería, recordaba aún cuando la había entregado tal posesión en antaño perteneció a su madre, esperaba poder dársela a Merliah, pero eso nunca pasaría, quizás debió haber leído esa carta y tener un poco de valor.
— Se que estás molesto porque te escondí...
— No Mía, no puedo estar molesto contigo, yo elegí no leer esa carta tú no me obligaste, en todo caso la culpa es mía, pero ya también es tarde para eso pero sabes la persona que se gane tu amor será alguien afortunado por tener a su lado a alguien cómo tú maravillosa — dijo el castaño esbozando una sonrisa.
La pelinegra se abalanzó al muchacho en un sentido abrazo, por tan lindas palabras.
— Mía mi herida — musitó Axel quejándose por el contacto de su herida.
..........
Clover era revisada por Casandra y Úrsula, ambas eran consideradas eminencias en la magia Úrsula era amiga de la familia real y su más leal consejera, por otro lado estaba Casandra que a pesar de ser parte de una poderosa familia de hechiceros, los hizo a un lado por diferencias en sus ideales y ambiciones.
— Sigo pensando en que pudo usar Areusa, ya la princesa habría muerto por semejante extracción — opinó Úrsula sorprendida al ver a la pequeña, estaba despierta pero muy tranquila y sin hacer el menor ruido ni movimiento.
— Vieja bruja eres tan ortodoxa lo que Areusa hizo fue un trato, dudo que ella haya tomado la magia para si misma, nadie además de su portadora soportaría tanta magia...
— ¡No me interesa saber cómo uso esa maldita mujer los atributos de mi hija solo quiero saber si Clover se responderá! —objeté perdiendo la compostura, ya no toleraba ver a mi familia desmoronarse a mi alrededor.
Las puertas se abrieron la princesa Amelia entró, haciendo una reverencia ante la reina — mi señora pido me excuse por mi atrevimiento, pero al igual que usted yo también soy madre y se el calvario que es ver un hijo herido, o sufriendo — dijo la princesa acercándose a Melodía, que sostenía a Clover en sus brazos.
— Al grano Amelia.
— En mi nación tenemos algo llamado, lágrima de Anaciel, es una reliquia que las mujeres de la familia real de Euldor debemos custodiar, yo creo que con un poco la pequeña irá mejorando —comentó Amelia cohibida sosteniendo un cáliz dorado.
— ¿Funciona? — cuestioné pues Anaciel era una diosa caída, pese a ser la diosa de la paz y luz se le consideraba una diosa caída por matar a su hijo Zefiro dios de la muerte y la oscuridad.
— La leyenda cuenta que Anaciel tenía el deseo de ser madre, un día su deseo fue concedido, pero el precio fué alto Zefiro el primogénito de Anaciel era un dios ruin y abusivo ella dió muerte a su hijo y un dios no puede matar a otro dios, la diosa de la paz fue relegada de su deidad y exiliada pero sus lágrimas salvaron a Zefiro, aunque por prevención los otros dioses lo sentenciaron a custodiar el Inframundo mágico — relató Amelia entregando el cáliz a Melodía—, no digo que esto devuelva la magia a la pequeña princesa, pero al menos le ayudará a estabilizarse, asumo que se siente extraña y quizás incompleta, cómo solo es una niña no entienda lo que pasó. — dijo la pelirroja sonriendo con ternura a la niña acurrucada en el regazo de su madre.
No perdía nada con darle de beber a mi pequeña esa agua, cada vez me angustiaba más verla así —Esto también podría tomarlo Gael ¿No? —pregunté esperanzada, por ver a mi hijo volar nuevamente.
Editado: 27.10.2024