Reina De Alma Gitana

El Verdadero Rostro De La Maldad.

Hola hermosos lectores, reportándose para ustedes su irresponsable escritora Noe. Pido disculpas por mi ausencia el teclado de mi computadora se dañó, pude seguir desde mi teléfono pero a un ritmo mas lento pues cambié de equipo y perdí muchos archivos, ya sin más excusas aquí el capitulo.

El miedo y la desesperación comenzaba a reproducirse en el reino de las dos lunas, algunos poblados sufrían disturbios a causa de criaturas que aprovecharon la apertura de las puertas del reino de la muerte y la oscuridad, el Inframundo mágico territorio de Zefiro el dios condenado al exilio.

— Si todo termina como espero muy pronto, todo Calistia será mío.

— Así que eras tú quien me llevó a esto — habló Areusa mirándose a un espejo, este no mostraba su reflejo, mostraba la figura de un hombre alto piel de alabastro, ojos carmesies y cabello plateado cenizo, que solo vestía una túnica negra—, eras como un parásito morando en lo más recóndito de mi ser — dijo una burlesca Areusa riéndose a carcajada suelta.

— ¿Crees en verdad que tú sola habrías podido liberar a mis mascotas? — inquirió el dios con cierta molestia, a causa de la mofa de Areusa —, no creo seas tan ingenua en pensar tal cosa.

— Eres un ser patético si pretendes controlarme, te advierto no lo lograrás...

— Ya lo estoy controlando niña estúpida — refutó la burlesca deidad riéndose en la cara de Areusa —, entré en ti sin tú darte cuenta, te he controlado y no lo has notado, no eres tan lista después de todo.

— ¡Mientes! — exclamó Areusa perdiendo la paciencia.

– Entonces te lo demostraré pequeña incrédula — Zefiro extendió su mano, para luego empuñarla. Areusa cayó de rodillas frente al espejo jadeando de dolor, tenía sus manos en su pecho como si con ello la dolencia fuese a disminuir —; creo que sí hago un poco más de presión haré trizas tu corazón — se mofó el dios con simpleza encogiéndose de hombros.

— Eres un... — no terminó su oración, pues un fuerte dolor en su pecho la hizo dar un alarido agonizante —, te haré salir de mi cuerpo de cualquier manera — respondió una agitada pelinegra poniéndose en pie con dificultad.

— Eso me gustaría verlo, aunque si me traes otro cuerpo, yo podría pensarlo — ofreció el dios con la mano en la barbilla de manera pensativa.

— Eres tan inútil que dependes de alguien mas, o eres tan...

— Mi cuerpo no puede abandonar el Inframundo, tengo una restricción que...

— Te desterraron ¿Cierto? — respondió Areusa poniendo sus ojos en blanco hastiada.

— Si bueno, destierro no es la palabra exacta, pero también funciona, el asunto es que tú necesitas de mí y ya que sabes lo que ocurre. No puedes negarte ante mi me necesitas dudo que solo entregando a la chiquilla esa como sacrificio, Malachias y Centurió vayan a obedecer.

— No haré tu voluntad, no tengo porque obedecer a un dios caído, además dudo que en esa situación seas de utilidad — replicó Areusa sin dejarse intimidar por esa maligna identidad.

Zefiro se mostró sorprendido y a la vez molesto, por la actitud del hada, molesto por su insolencia y negativa a colaborar, pero sorprendido porque aquella mujer no mostraba tener miedo a él, una poderosa deidad, que si quisiera podría acabar con su vida si así lo quisiera.

— Sabes que podría matarte si rechazas servirme.

Areusa esbozo una risa, que saco de quicio al díos de la oscuridad — no me matarás ¿Y sabes por qué? — cuestionó la pelinegra con voz seductora, tocando el espejo con la punta de sus dedos — no eres idiota estás en mi cuerpo, en otras palabras eres un escurridizo parásito dentro de mi, si yo muero, tú también morirás — Areusa salió de aquella habitación dejando al iracundo dios sin palabras, pues aunque no quisiese aceptarlo el hada tenía razón, no tenía otro recipiente el cual pudiera recibir su alma cómo huésped, ya de por si había sido difícil entrar en Areusa.

No tenía más opción que esperar que la pelinegra se descuidara para volver a tomar el control de la situación.

..........

Aún sentía un poco de entumecimiento en su cuerpo, el veneno de ese cuervo no era cualquier cosa, tomó asiento frente a su hijo el muchacho se veía abstraído de la realidad, su mirada era dispersa sus ojos aguamarina se veían tristes y sin brillo.

— Gael perdóname — musitó el monarca en un hilo de voz, era inevitable sentirse culpable aquella, tragedia sucedió en su ausencia, ahora entendía perfectamente el sentimiento de irá que llenó a su padre su odio a los gitanos en aquel momento, aunque el culpable era otro la ira y la impotencia eran las mismas. No debió dejar solo el reino ¿Pero que opción tenía? Se preguntó Damián consumiendose en la culpa — se que luchaste muy fuerte...

— El entrenamiento en el ejército Alkaryo me sirvió de algo — murmuró el rubio con su mirada baja, tenía en sus manos el libro de cubierta azul — no debe disculparse padre, aunque pudiera devolver el tiempo atrás mi decisión sería la misma, iría tras esos infelices que lastimaron a mi madre — aseveró el muchacho serio endureciendo su expresión.

— Pero esto no se quedará así ya verás que todo tendrá una solución, tu magia volverá y tus alas...

— No padre, no prometas nada que quizás no sea posible, por ahora lo importante es salvar el reino y a mi hermana, de esa mujer. – dijo el principe tomando el libro en sus manos con más fuerza.

Damián estaba a punto de tomar la palabra, pero Genevieve entró a la habitación exaltada, traía puesto el uniforme militar color índigo y su cabello atado en una alta coleta de caballo.

Hizo una presurosa reverencia al rey, quería despedirse de Gael antes de entrar en combate, pero no esperó ver al rey Damián allí también.

— ¿Qué ocurre? — empero el poniéndose de pie, ante la tempestuosa entrada de la hija de su difunto amigo Andreas.

— Señor — dijo la nerviosa muchacha al ver a el rey —, majestad, han tomado Aldremir esas criaturas están en la capital.



#970 en Fantasía
#150 en Magia

En el texto hay: romance, magia, realeza

Editado: 16.11.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.