Reina De Alma Gitana

Valor.

¿Cuánto tiempo tenía ahí? Tampoco podía dejar de preguntarse si acaso su muerte estaba cerca. Aún podía sentir en sus manos el olor de la sangre de su padre, recordar la mirada de su progenitor sus ojos llenos de horror y desconcierto, le estrujaban el pecho y la hacían sentir la escoria más grande de todas. Imaginaba los ojos abusadores de su familia juzgando su acción con justificadas razones, ni las peores bestias eran tan traicioneras.

—Solo espero que estén bien, que mi madre y los demás hayan podido salvar a todas las personas que Areusa dañó.

Levantó la cabeza, al escuchar pasos aproximarse al lugar donde estaba cautiva, seguramente era la bruja de Areusa con una nueva maldad hecha para presumirla como si de una hazaña se tratase. Odiaba a esa mujer como nunca antes odió a nadie.

—Hola pequeña colibrí —saludó el hada con fingida ternura, inclinándose para ver a la pelirroja a los ojos como la muchacha respondió con una negativa, Areusa le sostuvo del rostro con fuerza clavando en ella ligeramente sus uñas.

—Es tu gran día pequeña, hoy le servirás de alimento a los grandes titanes; serás una ofrenda querida niña —la pelinegra movió el rostro de Merliah a ambos lados buscando una reacción pero nada ocurrió—, niña no te veo animada, tampoco te veo con tu altivez habitual —comentó Areusa con un deje de cinismo.

—¿Te haz preguntado alguna vez cómo reacciona un ser querido a tus acciones? —cuestionó la princesa mirando al suelo.

-No porque yo no tengo tal cosa, además de tenerlas tampoco me importaría mucho —respondió con simpleza el hada ignorando la pregunta.

—A mi no me pareció lo mismo Ágata y en especial, la señorita Danica se veían que estaban a tu lado porque tú honestamente le importabas a ambas — replicó Merliah recordando los rostros, solo deseaba verlos una última vez antes de morir a manos de Areusa, también le habria gustado pedir disculpas a sus padres, a su madre por ser tan rebelde y despreocupada y a su padre por atacarlo y herirlo sin razón.

Areusa se marchó dejando sola a Merliah, la princesa derramó lágrimas en silencio sabiendo que su final estaba cerca.

..........

Miró el brazalete en su mano izquierda, jugaba con el dije de luna en su mano. Se incorporó un poco en la cama sintió a alguien entrar a la habitación reconoció a la mozuela y a su lado la princesa de Euldor, no había tenido trato con ella, pero se le hacía una mujer amable a diferencia de su antipático y prepotente hijo.

—Muchas gracias Luci por traerme con el muchacho, seguramente tienes que ir con tu familia y resguardarse en esta situación —dijo la pelirroja que colocaba una caja cubierta de gemas en la mesa junto a la cama donde el muchacho reposaba.

—Si señora —respondió la sierva haciendo una reverencia—, si necesita algo más solo avise alteza —habló la sierva retirándose de la habitación, dejando solas a la princesa y al soldado herido.

—Un pajarillo me ha comentado que eres un valiente joven, que ayudó a salvar a la pequeña princesa Clover, secuestrada por esa mujer — relató la misteriosa dama tomando asiento en una silla junto a la cama, poniendo el ostentoso cofre en su regazo—. Te preguntarás qué hago yo aquí ¿Verdad?

El castaño asintió ante la repentina presencia de la princesa Amelia.

—Supe que tienes una herida profunda con un arma de plata, para los lobos sufrir una herida con plata purificada, podría ser fatal — dijo ella preocupada por la salud del joven soldado.

—Eso me han dicho —se limitó a responder Axel un poco confundido pues no sabía aún que era lo que hacía ahí la princesa Amelia—, pero usted no debe preocuparse, lo peor ya pasó es cuestión de tiempo para que las heridas sanen...

—Por eso estoy aquí jovencito —refutó la princesa abriendo el cofre en su regazo, sacando una ánfora, hizo el cofre a un lado, para luego ofrecer a Axel que tomara del líquido que esa ánfora contenía.

—¿Qué es? —cuestionó Axel aún sin recibir la ánfora en sus manos, Amelie aun así no bajó los brazos esperando que el muchachoaceptara su ayuda.

—Es algo que ayudará a que sanes más pronto —respondió la princesa, esbozando una sonrisa sincera para darle confianza al muchacho.

—¿Por qué hace esto? Si usted no me conoce...

—Oh pero claro que te conozco eres el nuevo marqués de Moon Black Axel Tudor, además uno de los salvadores de la pequeña hija de los reyes de Alkarya, para mí es suficiente para mi —dijo animada la pelirroja.

Abrió la ánfora al ver el contenido de esta, le extraño que allí solo hubiera agua.

—Es agua —dijo extrañado—, ¿En serio esto me ayudará? Es solo agua...

—Solo toma un poco y descubre por ti mismo, tú lo que esa agua hará — insistió la mujer poniéndose de pie mirando determinada al Marqués de la negra luna.

Bebió directamente del ánfora tomó solo un sorbo, no sintió nada en específico solo era agua.

Amelia se mostró curiosa ante una prenda en la cama del muchacho, tomó la cadena entre sus dedos, observando detenidamente el colgante en forma de luna —¿Quién te dió esto? — arguyó la princesa aún sorprendida por su hallazgo, su corazón latía sin control, pero debía esperar a lo que ese muchacho diría y no adelantarse a los hechos.

—Era de mi madre —respondió Axel devolviendo la ánfora a la princesa Amelia, ella la tomó y volvió a guardarla en el cofre—. ¿Por qué la pregunta? -cuestionó el muchacho percibiendo el cambio repentino de actitud de la princesa.

—Me ha resultado familiar es solo eso —dijo la mujer tratando de sonar natural, aquel símbolo de luna y sus grabados no podían ser coincidencia, pero debía saber que preguntar para salir de sus dudas. Ya su hijo Fabián le había hablado del muchacho, pero aquel colgante reforzaba su teoría.

——♡——

Tomaba el té junto a su hijo hace rato se veía pensativo, quería preguntar pero prefirió esperar. Ella y Fabián tenían una estrecha relación.

—Madre hay algo que quería preguntar, más bien es algo que lleva días en mi cabeza y quiero confirmar lo que estoy pensando —dijo el principe poniendo sus codos en la mesa.



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En el texto hay: romance, magia, realeza

Editado: 09.03.2025

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