Reina de bravíos

CAPÍTULO TRES.

Carmín.

Abrí los ojos de golpe al escuchar un ruido extraño dentro de la casa, salí de la cama y de inmediato tuve que sostenerme de una de las paredes, pues me levanté tan rápido que terminé por marearme. Al entrar a la cocina, vi a Ravn haciendo esfuerzos por recoger trozos de porcelana verde, de una de las tazas que se había estrellado en el piso, sus alas eran demasiado grandes para poder agacharse en el reducido espacio que se encontraba.

―Lamento despertarte Roja, Intentaba preparar café― dijo observándome con pena

― ¿A las 6 de la mañana?―respondí alzando una de las cejas, mientras observaba el viejo reloj tras de él―¿No pudiste dormir?

―Un par de horas, a veces no logro conciliar el sueño, pero está bien―contestó intentando restarle importancia al tema

―Deja que yo me encargue de esto―dije hincándome junto a él, para ayudarle con los trozos de porcelana

―Espero que no se trate de algún objeto importante para ti, a veces aún olvido que soy esto―dijo señalándose y sonriendo con tristeza

No alcancé a responder, pues unos gritos de terror provenientes de la calle, hicieron sobresaltarme. Aun con un trozo de taza en la mano, me acerqué de inmediato a la puerta, con Ravn tras de mí. Al salir me quedé asombrada, algo enorme y salvaje; corría velozmente, rodeando toda la casa y arrastrando a Darío; uno de los pocos vecinos que aún tenía. Un hombre que solía levantarse antes que todos los demás y regar las rosas de su jardín en completa tranquilidad. Ahora yacía sin vida en una de las peludas manos de la bestia que nos acechaba, quien parecía una especie de gorila; solo que más alto y menos corpulento.

―Debes volver adentro― me dijo Ravn despacio, sin apartar la vista de la escena

―No te dejaré aquí solo― espeté de inmediato.

―Es un bravío Carmín, en cuanto note nuestra presencia nos matará, intentaré detenerlo, así que ahora vuelve adentro―respondió y me observó de forma suplicante

―No―dije negando con la cabeza

Y en ese momento el brazo del bravío golpeo el estómago de Ravn y lo sacó volando a un par de metros de donde nos encontrábamos. Creí que se abalanzaría contra mí, pero solo me miró de forma fugaz y corrió hacia él therión de alas negras. Este aún se encontraba en el piso; tenía ambas manos apretando su estómago y los ojos cerrados.

Me sentía asustada, comenzaba a hartarme el hecho de quedarme paralizada y no saber qué hacer en esas situaciones. Los bravíos eran despiadados, fuertes y veloces, cualidades de las que yo carecía; lo único peligroso en mí, era mi sangre y aún no sabía cómo usarla.

Ravn se levantó de golpe cuando vio que el bravío estaba a solo unos pasos de él. La bestia saltó para acortar la distancia y el pelinegro aprovechó para rasguñarle el rostro. La sangre le empapó el lado derecho de la cara, pero aun así el salvaje therión no retrocedió, por el contrario, tomó al de ojos grises por el cuello y le dio un puñetazo en el rostro hasta enviarlo contra uno de los muros de la casa.

Sabía que el bravío no pararía hasta asesinar a Ravn y no podía dejar que eso sucediera. Además, pronto los ruidos atraerían a la gente y los pocos restantes que aún permanecían en el pueblo se pondrían en peligro, sería toda una cacería. Así que debía encontrar una forma de llamar la atención del salvaje, para que el de alas negras pudiera acabar con él.

Tenía entendido que los bravíos no podían resistirse a cazar y devorar; así que tal vez, si él olía, mi sangre vendría hacia mí. Era un plan arriesgado, pero no sabía que tan resistente era Ravn al tipo de ataque brutal de su oponente y no tenía tiempo para pensar en algo más ingenioso.

Estire mi mano y sin detenerme a mirar, pasé el trozo de porcelana sobre mi piel. Las gotas cayeron al instante y el ardor se hizo presente. Si lograba sobrevivir, ahora tendría dos feas marcas en mi palma izquierda. Una me recordaría mi inestabilidad y con suerte, la otra me haría pensar que logré rescatar al menos a uno de mis amigos.

―¡Ey!― grité lo más fuerte que pude, mientras movía ambas manos.

El bravío estaba por llegar a donde Ravn se encontraba, pero no me detuve y seguí intentando llamar su atención, hasta que harto dé mis gritos, se volvió hacia mí y pude darme cuenta del momento exacto en el que reparó en mi sangre; dio un gran brinco y sin darme tiempo para reaccionar se posó sobre mí.

Lo siguiente pasó aún más rápido; cuando la bestia abrió su enorme boca y se acercó a mi rostro, unas afiladas garras le perforaron la cabeza. Sus ojos inyectados en sangre se fueron hacia atrás y su inmenso cuerpo cayó sobre mí, para después soltar su último aliento.

Con dificultad intenté quitármelo de encima y pararme. Cuando mi vista finalmente quedó libre, una sensación de angustia y enojo se posó en mi pecho.

Ravn aún hacía esfuerzos por levantarse y acercarse a mí, y la persona que me había ayudado, resulto ser alguien a quien no esperaba ver nuevamente.

―¿Lex? ¿Qué rayos estás haciendo aquí y por qué sigues con vida?―cuestioné al therión de pelaje negro y orejas afiladas

―También me da gusto volver a verte, Carmín... Y de nada, por cierto―respondió intentando acercarse, pero se detuvo al darse cuenta de que Ravn se ponía junto a mí—. A tu madre le parecí útil, así que me dejó vivir. De hecho, es por ella que estoy aquí.

―¿Nara te envió aquí?―contesté frunciendo el ceño

―¿Nara es tu madre?―Interrumpió Ravn con semblante asombrado, mientras intentaba limpiarse la sangre del rostro.

―Te explico luego―dije con tono nervioso y miré nuevamente al therión de pelaje negro

―Quiere verte cuanto antes, me mandó a entregarte esto y para que te escoltara hasta la Ciudad Central

Lex saco un sobre verde con bordes dorados y me lo entregó. Al parecer era una carta, la abrí y saque la hoja para comenzarla a leer:

Querida Carmín, espero que durante estos meses hayas logrado sentirte mejor. Creo que ya es momento de que retomemos la relación de madre e hija que nunca pudimos tener. En verdad me gustaría hablarte de muchas cosas; de tu pasado y tus habilidades.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.