Eileen
—Padre — suspiré y termine de entrar a la sala, papá y mamá estaban sentados, sus rostros no demostraban ninguna expresión.
—Sientate Eileen — caminé hacia el asiento más cercano, me senté y apoyé mi codo en el brazo del sillón —Nunca esperé... — él se calló cuando tocaron la puerta — ¿Por qué juegas con Dimitri?
Negué y abrí la boca para replicar pero la entrada de tío Graco e Inés, impidieron que pudiera defenderme.
— Matías, Effie — ambas parejas estrecharon las manos, luego se sentaron y sus miradas estaban fijas en mi — Lamentó la irresponsabilidad de mi hijo.
Bufé molesta y esto causó que todos me miraran.
— ¿Eileen? — papá entre cierra los ojos.
—Hablaran de la irresponsabilidad de Dimitri, ¿sin que él este presente?
Graco cruzó una pierna y enarcó una ceja.
—Sólo termina de darse una ducha y estará aquí, para reparar está falta.
Miré a las personas que amaba de toda la vida y me di cuenta que siempre trataba de agradarles, de ser perfecta para ellos y de esa manera había arrastrado a Dimitri... Apollo no se había equivocado.
— ¿Falta? ¿A qué falta te refieres tío? Entre él y yo no pasó nada.
—No es lo que vimos — mamá me miraba con tristeza — Después de nuestra charla no esperaba eso de ti.
— ¿Charla? ¿Qué charla? — tía Inés nos miraba con mucho interés.
—Olvidalo Inés — mamá se puso de pie y se abrazo a sí misma —Se que esto es una locura Eileen pero debemos tocar el tema.
Negué y los miré a los ojos.
—Dimitri siempre ha sido un caballero conmigo.
—Debe serlo es tu prometido — Graco afirmó.
— ¿Cuándo nos comprometimos? ¿Cuando Dimitri me pidió que fuera su novia, o su esposa? — me había levantado y no podía evitar alzar la voz, sentía que ya había llegado a mi límite.
— ¿De qué hablas querida? — tía Inés estaba confundida —Han estado prometidos desde que son unos niños.
— ¿Prometidos? ¿Hubo un pacto entre familias? ¿Un acuerdo? — negué por que estaba muy segura que no había nada de eso, para un griego eso era algo que debía cumplirse.
Tía Inés se quedó en silencio un instante pero luego levantó el mentón.
—No amas a Dimitri — sus palabras no fueron una pregunta, ella lo estaba afirmando.
—Yo... — la mirada de Inés no estaba sobre mi, ella miraba detrás de mi, me giré y mi corazón dolió al ver el rostro de Dimitri. Él sonrió pero su sonrisa no llegaba hasta sus ojos.
—Es interesante saberlo Eileen — se giró y se dirigió a la puerta, por un momento me quedé congelada en mi sitio pero luego mi cerebro le ordenó a mis piernas que lo siguieran.
Dimitri ya había salido de la casa y no se dirigió a su casa. Avanzó hacia la calle que daba al parque donde por años jugamos.
Él iba apresurado, mientras mis piernas dolían por intentar alcanzarlo.
Cuando entró al parque, se dirigió al lago. Estaba detrás de árboles frondosos, un lugar que quedaba oculto de las miradas y ofrecía privacidad.
Dimitri se sentó en la grama y sus codos apoyados en sus rodillas, lo contemplé por un instante. Se veía sólo, herido y yo era la culpable.
Avance y me senté junto a él, en ningún momento me miró. Era como si yo no estuviera junto a él.
— Dimitri — decidí romper el silencio, giró su rostro y por primera vez su mirada no era cálida, había dureza en ella.
— ¿Qué deseas Eileen? — su voz impersonal, me hizo sentir mal. Estaba acostumbrada a su cariño.
—Yo... — las palabras estaban atrapadas en mi garganta, no sabia como explicarle sin lastimarlo más.
— ¿Tú qué? No has sido capaz de ser sincera conmigo, desde que dejaste de amarme deberías haberme dicho, no callarlo y dejar que las cosas avanzarán.
— ¿Tú me amas? — me puse de pie— ¡Mírame a los ojos y dime que me amas! — Dimitri se levantó y se acercó.
— Mis sentimientos han sido transparente.
— ¿Transparentes? — mi voz se iba elevando — Conmigo no sonríes como lo hacías con la princesa rusa. — Dimitri me miraba con los brazos cruzados — Nunca te has tomado la molestia de preguntarme si deseo ser tu novia, sólo lo has dado por hecho.
—No te preocupes no tendrás más ese peso en tu vida de que yo te consideré mi novia.
Dimitri sonrió con ironía y luego se giró para irse.
— ¿Así nada mas? — Dimitri se detuvo.
— El amor no se fuerza Eileen, no puedo hacer nada — caminé hacia él y me puse frente a él.
—El día de ayer estaba segura que no sentía nada por ti pero hoy... en la mañana... me besaste por primera vez... me acariciaste y...
— ¿Y? — Dimitri tenía la mirada fija en el lago.
—Me hiciste sentir cosas que nunca las había sentido — posó su mirada en mi — Me gustaron tus besos — mordí mi labio inferior.
Dimitri suspiró y se acercó lentamente hacia mi, levantó mi barbilla y lentamente descendió su rostro, sentí que pasó la punta de su lengua por mis labios, solté un pequeño jadeó y el sonrió sobre mis labios para después atraparlos con los suyos y darme el tercer beso mejor que el primero y el segundo. Me apoyé en sus hombros por qué mis piernas temblaban.
Cuando el beso término Dimitri me miró a los ojos.
— ¿Qué deseas Eileen?
— No lo sé — arrugue mi frente pero él merecía la verdad — Sólo se que deseo tus besos Dimitri y todas las sensaciones que me haces sentir.
Él asintió y besó mi frente.
—Es atracción Eileen — su mirada se apartó de la mía — La atraccion es necesaria en una relación — sonreí ante sus palabras — Si no hay atracción sería una relación insípida.
Suspiré de alivió ante sus palabras.
— ... Pero — levanté la mirada hacia él — No es suficiente por qué yo te amo y tú sólo sientes atracción.
—No lo hagas Dimitri... no termines está ... — él sonrió con burla.
—Como tú lo dijiste nunca te pedí que fueras mi novia así que no estoy terminando nada — se giró pero volví a sujetarlo de su brazo.