LISS.
No recuerdo bien como fue que sucedió, solo se que ella estaba ahí, delante de mí.
Su espalda recta, sus brazos a cada lado de su cuerpo se encontraban inmóviles, sus hombros firmes. Estaba lista para atacar en cualquier momento, en defendernos de esas cosas.
Estaba paralizada, mis piernas no se movían, lo único que hacían era temblar del miedo y horror que los AniCon me produce al verlos. Me hace recordar la vez en dónde ví como partía en dos a un pueblerino hace unos años, recién llegada a este lugar.
- ¡Muevete! ¡Liss, muevete!
En medio de mi tormentosa mente, no me di cuenta que Connor me hablaba, que me gritaba que me moviera en ese preciso momento. Yo solo veía su espalda, en como se interpuso e hizo retroceder a esa cosa con un simple golpe.
¿Quién es?
- Tenemos que irnos.
- No... No...
¿Por qué me está costando trabajo en hablar? ¿Por qué no puedo dejar de mirarla... De admirarla?
Cómo si no pesará nada, una persona me toma de los brazos y me impulsa, haciendo que mis piernas se muevan por instinto propio.
Corro, corro y sigo corriendo, corro hasta que mis pulmones no llegue más aire. Mi garganta duele, mi pecho sube y baja muy rápido.
- ¡Joder! ¿Acaso eres sorda? ¿No sabes recibir una puñetera orden? - el hombre que me arrastra habla sin detenerse - Casi te maten por estar...
Una explosión basto, una corriente de aire muy fuerte fue suficiente para arrastrarnos a todos a un mundo oscuro.
Todo mi cuerpo hormiguea de dolor. Toso y toso por falta de aire en mis pulmones. Algo golpeó con fuerza mis costillas, impidiendo que me levanta y sin mencionar, que ya no me quedan fuerzas para moverme.
Me aferró a la tierra helada que hay debajo de mi, sintiendo las vibraciones en cada golpe, en cada galope qué esas cosas producen.
Trato de tranquilizar mis respiraciones, pero me es imposible esa tarea en el lugar donde estoy.
Solo respira Liss. Respira lentamente.
Cómo si las cosas fueran tan fáciles en estos momentos. Cómo si solo con moverte a un lado estarás a salvó.
- Respira lento. No te duermas.
Su voz... Esa voz se escucha lejana, a unas cuantas cuadras de aquí. Pero siento que me hablan a mi, qué esas palabras son para mí. Aún así, cierro mis ojos por unos segundos, para después volver a abrirlos y apreciar el cielo despejado.
Hoy es un lindo día para partir.
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CONNOR.
- ¿Está bien? - asiento - Ella es muy cuidadosa en cuanto a estos ataques.
- Siempre hay una primera vez, Hermana Sara - le digo con pesar.
- Lo sé. Pero en situaciones como estás, no puede haber una primera vez, ya que sería la última.
Se a qué se refiere, pero no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, no cuando involucra a tantas personas en la ecuación. Si solo fuéramos sido Liss y yo, ella no estaría ahora inconsciente en una cama. La Hermana Sara lo sabe mejor que nadie, ya que ella es una de las pocas personas que se ha mantenido firme con el Orfanato Clay.
- ¡Hermana Sara! ¡Hermana Sara! - Shem llega a nosotros sudoroso y agitado - Hermana Sara... Tenemos... Tenemos problemas.
Con solo decir esas palabras, me pongo en alerta nuevamente.
Cada vez que alguien del orfanato dice esas palabras, siempre pero siempre está involucrado uno de los hermanos Da Silvo.
La hermana y yo intercambiamos miradas, para después ella preguntar sobre la situación, pero antes de que ella pregunté, Shem se le adelante en hablarle.
- Es Bee Lee. Se encontró con Kendry y discutieron. - aprieto mis puños a mis costados. - Lee está muy lastimado. Ya lo llevamos al orfanato, pero...
- ¿Pero...? - la Hermana Sara no espera la respuesta, cuando sale disparada a la salida del recinto de salud. Yo solo me quedo allí, mirando con una sonrisa triste a Shem.
- No está bien.
- Nada de esto lo está, Shem, nada de esto.
- ¿Que le diremos cuando despierte? - se a quien se refiere, por eso solo rio con ironía.
- La verdad, siempre la verdad.
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- ¡Hay que hacer algo! - el ruido sordo que produce mi palma con la dura madera, hace eco en la habitación.
- No hay pruebas de lo que dicen sea válido.
- ¿Que más válido que su cuerpo y rostro lleno de moretones?
- Jovencito, - el oficial suspira cansado de mi actitud - no podemos hacer más nada cuando esas heridas pudieron haber sido hechas por ataques de AniCon.
- ¡No estamos mintiendo! - digo desesperado de la situación.
- Vámonos Connor. Ellos no harán nada, como siempre. - Liss toma mi mano y me obliga a seguirla. Con toda la rabia del mundo abandono el lugar. Al salir a la calle aún se puede ver el desastre de lo que dejó el ataque de AniCon de hace dos días.
- Esto es una perdida de tiempo.
- Te lo dije, pero no quisiste escucharme.
- No perdimos nada con intentarlo.
Liss me da una mirada cansada. Verla caminando después ver qué estubo en cama porque casi muere es una dicha. Pero para que este de aquí para allá después de lo de Lee no es sano.
- Tienes que descansar. - le digo después de un rato de observarla y ver qué aún está mal.
- No puedo estarme tranquila sabiendo lo que pasó.
Sabiendo lo que pasó...
Eso es lo que decimos, pero no sabemos que realmente paso. Solo le contamos lo que sabíamos al principio a Liss, lo demás es confuso, incluso para el propio Lee.
No recuerda absolutamente nada desde que recibió el primer golpe por parte de Kendry. Cuando lo encontraron después de que varios pueblerinos los vieron a los dos y le avisaron a Shem sobre lo que pasaba, ya lo habían visto lleno de sangre y con serías heridas. Pero no fue así cuando lo llevaron de regreso al orfanato. Sus heridas no eran tan graves, solo uno que otro raspón y cortada.
Es por eso que los oficiales no creen ni una palabra que haya salido de nuestras bocas. También está el hecho de que esos infelices tiene por el cuello a cada habitante de este desagradable pueblo.
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Editado: 17.06.2023