Reina De Corazones: El Nacimiento

O C H O

CONNOR.

Si tan solo fuera más fuerte, si tan solo tuviéramos una oportunidad de huir... De defendernos así sea.

— No sabemos de quien nos estás hablando, Ruthber. – el miedo me impide moverme, porque lo único que hago es estar como una estatua y dejar que Liss hable por los dos.

— Niña, niña... De inocentes no tienen nada. – de solo escuchar su voz áspera mi cuerpo tiembla del miedo.

¿Por qué... Por qué simplemente no acaba con nosotros? ¿Por qué nadie hace nada por ayudarnos? Ellos solo se quedan allí viendo la escena con lastima. Si tan solo alguien nos ayudará.

— Haz lo que tengas que hacer y vámonos, Ruthber. El jefe nos está esperando para el siguiente trabajo – el otro hombre que lo acompaña solo está aburrido del comportamiento de su amigo; si es que son amigos.

— ¿Que encontraste? – Ruthber le pregunta de mala gana.

— Ellos no fueron. Tan solo míralos, – nos da una mirada condescendiente, aburrida diría yo – no son capaces ni de mover un mero dedo en nuestra presencia.

Ruthber chasquea fastidiado. Su mirada es odio puro hacia nosotros y sin mencionar que puedo sentir como su Núcleo se mueve violentamente a su alrededor. Solo alguien con Núcleo puede darse cuenta de esos cambios tan drásticos a su alrededor.

— No se a quien están buscando con esa descripción, no la conocemos y mucho menos sabemos que les hizo.

— Tienes valor para hablarnos así, niña, – su compañero se dirige a Liss de forma arrogante – demasiada para tu edad.

— Solo quiero que nos dejen en paz...

La carcajada de Ruthber resuena en todo el lugar, alertando a los comerciantes de lo que viene no es bueno, ni para ellos. Más de una docena de persona se aleja lo más que pueden del círculo.

— Lo que hicieron no tiene perdón...

— Suficiente.

El lugar queda en completo silencio, un silencio agotador y doloroso para muchos. Solo se escucha el pequeño silbido del aire al pasar por nuestros cuerpos.

Liss toma mi mano sin saber que eso era lo que necesito ahora. Su calor me da seguridad y me ayuda a controlar los temblores que mi cuerpo no puede preveer.

— Oh, una salvadora – es palpable el desagrado y el desprecio en sus palabras hacía...

— Ruthber...

Los dos miran detenidamente a la recién llegada, que lo único que hizo fue decir una sola palabra. El acompañante de Ruthber la observa con más atención que su "amigo" y eso es lo más raro de todo, ya que se ve como cualquier persona en este lugar, hasta sus harapos son de una persona sin importancia.

— ¿Es ella? – el hermano Da Silva le pregunta demasiado serio. Su acompañante niega viéndose indeciso.

— No, no es ella ni a palo. Vámonos antes de que el jefe se moleste por esto.

Ruthber, el hermano Da Silva no dice más nada, pero lo siguiente que hace aflora mi irá. Utiliza solo su poder para dañar y destrozar nuestro puesto. Las pocas frutas y verduras que nuestro terreno provee las veo vuelta nada. Todo pasa delante de nuestras narices en un parpadeo.

Todos los espectadores retroceden despavoridos, con miedo de que a ellos les pase lo mismo, de que su única forma de ingreso a su vida sea destruida en un instante.

Tantas semanas de trabajo, tanto dinero invertido se fue al caño. Todo el tiempo de los chicos en esos terrenos está hecho nada. Mi odio y irá hacia ellos solo aumente a cada instante. ¿Cómo pueden ser tan despreciables? ¿Cómo son capaces de jugar con las personas así, herirlas de esta manera tan asquerosa?

Liss me toma de los hombros, deteniéndome. La desesperación me segó al punto de moverme sin darme cuenta.

— Suéltame Liss – mi voz tiembla de la irá.

— Al fin demuestras que tienes pelotas. – el descaro en su voz me pone de nervios.

— No hagas algo de lo cual te vas a arrepentir. – la chica de hace un momento se interpone entre Ruthber y yo.

— Hazle caso a tu amiguita, niño. – La chica no aparta su mirada de la Ruthber y él tampoco de ella, es como un duelo de miradas. — ¿Nos conocemos? – su pregunta no la sorprende, creo que de hecho la esperaba. Ruthber la mira interrogante.

— La policía militar viene hacia aquí. Será mejor de que no los vean en este altercado. – su voz es pausada, no se nota para nada nerviosa o que este mintiendo.

— Ninguna mocosa nos va a decir que hacer...

— Ruthber, Angello me avisa que la policía militar se dirige a nuestra posición. Será mejor movernos, no queremos que Brayan se enfade por esto. – el hermano Da Silva chasquea la lengua fastidiado. Su mirada se posa en los tres para darnos una advertencia.

— La próxima vez que nos veamos, va hacer la última, Connor.

Con eso se van, por dónde vinieron.

Quedo mirando el desastre que dejaron.

— ¿Que hacemos? Todo el trabajo de un mes quedó hecho mierda – mis palabras llaman la atención de la chica de hace un momento. Su mirada barre todo a nuestro alrededor, sin perder detalle de cada cosa – ¿Se te ofrece algo? – escupo molesto por su escaneo.

— Connor. – reprende Liss – Disculpa, solo qué... – la chica pone su mano hacia adelante, deteniendo el habla de Liss.

— No te preocupes.

Eso es lo único que dice antes de irse como lo hicieron Ruthber y su amigo. Sigue su mismo camino, el mismo camino. Liss se da cuenta de lo mismo que yo.

— ¿Qué haces? – le pregunto al ver que piensa seguirla – Tenemos que...

— Ya vuelvo. Tu solo recoge cada cosa y después nos marcharnos al orfanato.

— Pero... Liss, ¡Liss! – y se va detrás de ellos dejándome con todo el puesto hecho nada. – Maldición.

_______________

Ya es de noche... Ya es de noche y no sé nada de Liss. Regrese del mercado sin ella, ya que me cansé de esperarla, pero no apareció en lo que restaba de tarde. Al ver que se oscurecida preferí tomar las cosas y partir de allí.

Pensé que al menos ella estaría aquí, o que llegaría aquí al ver que yo no estaba en la plaza, pero no fue así.




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