BEE LEE.
Veo como su cuerpo cae a mitad de la torre, en ese trayecto no se mueve ni hace nada para voltear y ver dónde su espalda va a chocar.
— Algo le pasa.
— ¿Cómo lo sabes? – le pregunto a Liss alarmado – Ella estaba bien hace un momento.
Liss se lanza en medio de ese nido de locura, en dónde hay sangre de por medio. Muchos gritos, machetes afilados por los aire. Todo es un caos. A mí solo se me arruga todo una vez que la veo como socorra a esa chica. Intento llegar a ellas, pero la muchedumbre es mucha y sin mencionar la fuerza con la que te arrastran en dirección contraria.
Intento, pero por más que intento, solo hago que me lastimen los pies y las costillas por los golpes. Es fallido una vez que veo como un golpe es más que suficiente para caer y solo sentir como me pisotean. Me cubro la cabeza como puedo, pero las pisadas duelen como un demonio y me es imposible no gemir de dolor.
Enfoco mi vista en la dirección de Liss, pero solo alcanzó a ver borroso.
Estoy perdiendo la consciencia.
Algo que no creí que pasaría. Y si la pierdo, no será la único que pierda hoy.
Pero por más que trato de mantener los ojos abiertos y la mente lúcida, es cada vez peor.
— Liss. ¡Liss! Liss...
_______________
JESSICA.
Corro, corro y sigo corriendo, es un pasillo sin salida. Las piernas no me dan para más, a mis pulmones los fuerzo a qué reciban aire. Mi pecho baja y sube de manera violenta, obligando a mantener mis sentidos intactos.
— ¡Corre!
Me empujan con mucha fuerza y mis pobres huesos hacen un sonido extraño una vez que hace contacto con el duro piso. Un quejido lastimero es lo que sale de mi boca, un sonido que es ya irreconocible a estás alturas. Intento moverme, pero es como si una fuerza me arrastrará. Siento mis tobillos arder, casi al borde de gritar de dolor.
— Salvenla, tienen que salvarla.
Todo gira y las luces están tan altas, me ciega al punto de que tengo que entrecerrar los ojos. El dolor es abrumador.
Algo me dice que me deje vencer por la oscuridad, pero otra parte de mi quiere aferrarse a esta realidad, una realidad que no se si es solo de un sueño olvidado. Pero el dolor es tan real, tan latente que pienso que fui una ingenua pensando que no era lo suficientemente humana para sentir esas sensaciones tan fuertes.
El suave viento trae consigo un olor metálico, me obliga a tocar mi cuerpo con prisa, esperando no encontrar ninguna herida abierta. Allí es cuando me doy cuenta que mis manos se sienten diferentes, ya no son rasposas y ásperas. Su toque es suave como el terciopelo.
¿Dónde estás mis manos reales?
Dolor.
Piel suave.
Ya no es necesario seguir esperando algo más, ya se que no soy esta persona. Estoy viviendo un sueño que no es mío, pero entonces. ¿Quien es esta chica? ¿Por qué se aferra tanto a estar conciente de su propio dolor?
— Tienes que sobrevivir. Tienes que luchar. Tienes que salvarlos. Tienes que quedarte. Tienes que ser fuerte. Tienes que ser cálida. Tienes... Solo tienes que seguir.
Esa voz siseante me estremece, un frío recorre todo mi cuerpo y lo único que hago es taparme los oídos para que el ruido cese. Pero muy bien se que no será así, porque el ruido viene es dentro de mi cabeza.
Es como esa vez, en dónde el dolor no me dejaba pensar con claridad, en dónde era tanto que mis oídos sangraban. Pero está vez no es así. Es doloroso, pero no es agobiante, es más bien un dolor que me hace sentir cosas... Cosas que crei no poder sentirlas.
— Eres humana.
De mis ojos brotan lágrimas de alegría, en dónde los sollozos son tan reconfortantes. Sonrió después de mucho, ¿Después de mucho?
— Es hora de despertar.
— ¿Qué?
— Es momento de que despiertes y pelees.
— No quiero seguir peleando.
— Debes hacerlo.
— ¿Por qué?
— Porque eres la ÚNICA que puede salvarlos.
Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea. Pelea y sigue peleando hasta al final.
Abro los ojos de golpe, encontrándome con otro par tan azules como el cielo del medio día. Su sombra es preocupación pura, muy rara emoción encontrarla en una persona que acabas de conocer.
— ¿Estás bien? – Liss me ofrece un vaso de metal, al ver que solo es agua lo que contiene, lo tomo sin prisa. Me enderezó en la cama, esperando encontrar una posición más cómoda, pero es imposible por lo fino que está el colchón. Puedo sentir todo por debajo de mi, pequeñas púas que tocan mi piel. – ¿Estás bien? – la chica vuelve a preguntar. Asiento a la vez que pasó el líquido por mi garganta. El agua refresca todo a su paso, quitando un poco de incomodidad por el calor. – Pensé que tardarías en despertar más. – la miro nuevamente esperando encontrar otro tipo de respuestas a esas palabras. – Estuviste inconsciente mucho tiempo. – es como si leyera mi mente, ya que respondió mi interrogante interna.
— ¿Qué tanto? – mi voz se escucha más aguda de lo normal. Ella lo nota, toma más agua de una jarra y me llena nuevamente el vaso. – Gracias. – digo una vez que vuelve a dármelo.
— Casi 4 días. – su declaración me toma por sorpresa, eso al parecer ella lo toma como mal. – Te veias tan tranquila durmiendo y por eso no te desperté.
— No estaba durmiendo, estaba inconsciente. – la chica palidece. Quitó el edredón encima de mi y me doy cuenta que estaba sudando más de la cuenta – ¿Dónde están mis zapatos?
— Los lave – la miro otra vez. – Estaban demasiados sucios y quise, o más bien quería agradecerte de alguna manera todo lo que has hecho por nosotros.
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Editado: 17.06.2023