-Ven, acércate Judith - me dijo levantándose del sillón - necesitas ayuda con ese vestido.
Me quede clavada en mi sitio.
- Judith, esta noche debemos consumar, la sábana debe ser manchada de tu sangre, por favor.
Decidí acercarme y me ayudo con el maldito vestido. Me había acostumbrado ya al peso de este pero no me había dado cuenta hasta que me liberó de él.
Empezó a besarme los labios y cuando me quise dar cuenta, los dos estábamos debajo de las sábanas
-Mañana quiero volver a mi habitación
-Es esta, pero calla mujer, hoy tenemos cosas importantes por hacer
Iba descubriendo sensaciones nuevas en cada caricia suya, no era un inexperto como yo.
Me gustaba el calor que su cuerpo emanaba pero a mi el miedo me mantuvo rígida en todo momento.
-Te va a doler un poco - me avisó antes de empujar.
Sentí como si me estuvieran desgarrado por dentro. Grité, ese dolor era insoportable. El seguía repartiendo besos mientras me tranquilizaba con sus palabras. Esa voz ronca me relaja a y el volvió a moverse.
-Cariño, relaja, este es el peor de todos.
Pero cuando yo por fin pude encontrar el placer, Eric había terminado.
-Lo siento Judith. Estas bien?
-Duele - solo conseguí decir eso ya que estaba cansada.
-Descansa, mañana estarás mejor.
Se quitó de encima y se tumbó en su lado derecho de la cama. Cerró los ojos y se durmió.
Yo me sentía muy débil, vacía por dentro y adolorida.
Me eché a llorar y tenía la impresión de que no sería la primera vez que llorará.
Unos golpes en la puerta llamaron nuestra atención, y después de varias veces Eric decidió levantarse y con los pantalones puestos abrió.
-Majestad, perdone pero su madre quiere verle ahora.
-Dije que no quería que nos molesten.
-Lo se Majestad, pero su madre quiere la sábana, dice que - se quedó en silencio - que no está manchada
Yo no sabía donde meterme de la vergüenza y Eric rojo de la rabia cerró la puerta con un golpe seco.
-Toma Judith, ponte mi camisa, mi madre va a entrar
Salí como pude de la cama ya que mis piernas, tan débiles y yo tan cansada, no ayudabamos mucho.
-Ven, yo te la pondré.
Tapándome como pude, el puso su camisa y mientras abría la puerta, a mi me ayudaba a ir hacia el sillón donde me sentó y me besó la frente.
-Madre - volvió a mirar a esa señora borracha - no te cansas nunca no? - Le espetó enfadado.
-No, la sábana se debe enseñar siempre.
-Decidí enseñarla mañana, no ahora.
-Me da igual que seas el Rey, no estuve de acuerdo cuando decidiste no tener a los lords en la habitación la primera noche pero te apoye. En esto no te voy a apoyar, me llevo la sábana - dijo tirando de ella y dejando al lado otra limpia.
-Esto no quedará así - la amenazó el mientras ella salía por la puerta feliz.
-Hijo, haber donde vais a dormir ahora ya que has prohibido la entrada a las doncellas y yo no os voy a colocar una sábana limpia.
-Yo la pondré señora - dije con voz firme viendo como la sonrisa le desaparecía de la cara.
Eric tiró furioso todo lo que en la mesa había y me hizo una señal con la mano que me estuviera quieta mientras el colocaba la sábana. Volvió a por mi y me ayudó a tumbarme en esa cama.
-Judith mañana tomarás el té por la tarde con todas las mujeres de mi familia y también espero que le dediques el tiempo suficiente a mi hijo, serás su madre.
El se quedó durmiendo después de un rato mientras yo me pasé toda la noche en vela, maldiciendo mi suerte, a mi padre y a mi suegra.