En el entierro estuvimos muy pocos, de hecho el niño no estaba bautizado y tampoco fue jurado como Príncipe y Heredero de la Corona. Por lo tanto no era un entierro real. El arzobispo está vez también se negó a enterrarlo en el Campo Santo.
-Eric, donde va a descansar esta bien. Estará con su madre.
-No, no y no. Se va a enterrar debajo del castaño que se ve desde nuestras alcobas.
-Como tú creas mejor, pero vamos. Nos están esperando.
Bajé agarrada del brazo de mi marido y ahí estaba la caja donde descansaba el pequeño. Lo llevamos al castaño y media hora después, en silencio, entrábamos en nuestros aposentos.
-Eric, lo siento. Yo hice todo lo que puse.
-Luego hablamos Judith, ahora no. Pero no te culpes, yo debería haber vuelto también cuando me lo pediste.
El se marchó a su despacho y yo me iba a dar un baño de agua caliente para relajarme. Así el también estaría unas horas solo.
No me imaginaba ni quería tampoco saber que se siente al perder un hijo. Tu único hijo, lo único que te queda después de la muerte de tu amada mujer.
Pasaron varios días desde que el se había encerrado en su despacho. Cada vez que intentaba hablar con él era inútil, por lo tanto lo deje solo.
Algunas veces juraba que había bebido, pero lo peor que llevaba era la barba que ya asomaba y Le hacían parecer un mendigo. Si lo viera ahora por primera vez juraría que no es el Rey.
Otra noche que seguía paseando por nuestra habitación, aquella en la cual el llevaba sin estar desde el entierro. Estaba pensando en entrar ahí y utilizar cualquier arma que tuviera a mano para hacerlo reaccionar, pero se ve que hoy no hizo falta. Eric estaba en la puerta mirándome y dispuesto a hablar.
-Cumplió su promesa Judith - se sentó en la cama y me tendió la mano para acercarme.
-Que promesa Eric? Quien? - dije sentando me en su regazo.
-Ella,-dijo mirando su cuadro-antes de morir juró llevarse al niño con ella para hacerme sufrir.
-No te entiendo Eric.
-Me casé con la mujer más bonita y dulce de las Highlands, era una plebeya por eso mi madre y yo ya no nos llevamos bien. Me dio a elegir cuando las cosas se pusieron feas y la elegí a ella.
-Que hiciste para ella?
-Me casé a escondidas.
-La querías?
-Más que a nada, estaba dispuesto a dejarlo todo por ella pero...
-Pero? - pregunté casi susurrando
-Con el tiempo demostró que aquello que tenía de bonita lo tenía de cruel. Me convenció no dejar el reino y poco después intentó convencerme de nombrarla Reina. Ya había enfadado bastante a los nobles casandome con ella como para enfadarlos más nombrandola Reina.
Demostró que solo quería oro, joyas y dinero para su familia, que vivían humildemente en el pueblo, hasta que un día me di cuenta que todos sus familiares, hasta los más lejanos se habían mudado al castillo.
-Tuvisteis a Eric, tan malo no fue.
-La obligue a tenerlo - viendo mi cara el corrigió - corte todos los suministros respecto a lo que ella le interesaba. Envié a sus familiares de vuelta, devolvía sus vestidos y sus joyas, así hasta que me dejó entrar en su cama. Cuando se enteró de que estaba embarazada, hizo hasta lo imposible para no traerlo al mundo.
-Como es posible? Que pasó?
-Eric nació con 6 meses de embarazo y ella se desangró en el parto, se había envenenado. Antes de morir me juró que se iba a llevar al niño con ella antes de cumplir el año, así yo no iba a disfrutarlo como ella tampoco disfruto de sus joyas y del dinero.