-Como puede una madre apreciar más el dinero que la vida de su hijo? - estaba muy desconcertada
-Judith, dejé de quererla cuando descubrí que es lo que quería, pero la odie cuando le hizo eso a nuestro hijo. No me alegro de que haya muerto pero tampoco vivo arrepentido.
-Eric, por que siguen sus cosas aquí entonces?
-Por qué tenía la pequeña esperanza de que dejándolo todo como ella lo dejó, no se llevaría al niño.
Llorando en mis brazos se quedó dormido. Yo no podía conciliar el sueño aunque al final me quede dormida y soñé con Katrina y el niño. Eran verdaderas pesadillas que me hicieron despertar dando arcadas y vomitando.
-Judith, estas bien? - pregunto un Eric muy asustado
Quería decirle que sí, que estaba bien pero mi estómago solo me daba tregua para coger aire y seguir vomitando.
- Guardias, guardias - uno de ellos asomó la cabeza por la puerta - llamad a un médico ya. Cariño-me hablaba aquel Eric cariñoso - ya has parado. Tumbate que el médico está aquí enseguida.
Asenti y cinco minutos después la puerta se abría y el guardia le daba paso al médico y a la enfermera.
- Majestad, salga por favor,voy a revisar a la reina
-Ni hablar. Es mi mujer.
Al médico esa decisión no le gustó pero tampoco podía rechistar, estaba hablando con el Rey. Me reviso durante largo rato y cuando por fin pensaba que había terminado, posó su mano en mi vientre.
- Majestad, hace cuanto tiempo no ha manchado?
-Creo que la última vez fue antes de la boda - contesté después de un largo rato
-Pues ahí está. Enhorabuena Majestades, tendrán un bebé. Señora, tome jengibre para los malestares estomacales y yo volveré en unas semanas si no me necesitan antes.
Ni sabía el tiempo que el médico había estado recogiendo sus instrumentos, estaba feliz tocandome la barriga muy poco abultada. Cuando el médico se despidió, mire a Eric que tenía el miedo en su cara, como si fuera a sacarme al bebé de dentro. Como si fuera a hacerle daño a mi pequeño.
-No estas contento con la noticia Eric?
-Te pondré vigilancia, si veo que intentas hacerle algo a nuestro hijo, meteré a los guardias hasta dentro de la alcoba.
Me dejó otra vez sola, pero esto no se podía quedar así. Yo era Judith, yo amaba ya a mi pequeño bebé. Era incapaz de hacerle cualquier daño.
Así que seguí al Rey, sin importarme siquiera de que iba en camisón.
Entré en silencio en la habitación de mi hijastro, donde se encontraba mi marido mirando una cuna vacía.
-No le haré daño a nuestro hijo Eric. Le quiero ya y aún no lo conozco. Solo quiero que celebremos esta buena noticia juntos, no que te alejes de mi.
-Tengo miedo - me confesó cuando por fin me miró-
Yo me alegré con esa confesión. No por su miedo, si no por que estaba confiando en mi, por que yo le iba a enseñar que el amor es real, que no volvería a pasar por ninguna pesadilla. Le iba a enseñar lo que es una mujer embarazada, que ama a sus hijos.
En sus brazos, me llevaba a nuestra cama, en la que el estuvo todo el tiempo dándome besos cortos y acariciando mi vientre.
Sinceramente eso no estaba mal pero yo necesitaba algo más, necesitaba sentir a mi marido..
Habíamos pasado por tanto que necesitaba volver a conectar con el de aquella manera tan íntima y cuando le besé los labios y suspiré, entendió lo que le pedía y me lo concedió.
Pasamos la noche abrazados y fue maravilloso. Fue perfecta hasta aquella vez que estaba a punto de dormirme cuando su amigo, llamaba mi atención.
Era muy diferente a la primera vez, de hecho, por mi estómago empezaron a aparecer unas pequeñas mariposas.
Y solo pienso que el pequeño que llevo en mi vientre, nos va a unir mucho.