Reina de las Highlands

XIX

Mi nana se quedó en silencio después del sermón que me dio. Mire por la ventanilla sumida en mis pensamientos y me di cuenta de que Eric había estado escuchándolo todo.

-Eric, puedo cabalgar contigo? - pregunte insegura y el aceptó.

Deje a Carlos en los brazos de mi nana y abrí la puerta antes de que Eric diera la orden de parar. Salté a su caballo y me coloqué en marcha delante de mi marido.
Esta vez me senté igual que una mujer debía sentarse, con las piernas de un lado solo del caballo, así podría mirar a la cara a Eric.

-Debías hacer alguna de las tuyas no? - pregunto un Eric sonriente.
-Llevaba tiempo sin hacerlo.

Me tapó con su kilt y colocó una mano en mi cintura. Así fuimos durante un rato en silencio hasta que por fin hablé.
-Lo siento Eric, no lo sabía. Pensaba que me abandonase y solo me querías proteger.
-En parte si lo hice, después de la discusión que tuvimos estuve encerrado una semana en mi despacho pero al final volví todas las noches a tu lado. También estaba dolido.
-Pero por que no me dijiste nada? Me sentía my sola Eric.
-Si te hubiera dicho algo había despertado a la fiera que llevas dentro y no me habías dejado estar contigo. Cariño, no solo tu te sentías sola, también yo me sentia así y cargaba con la culpa de haberos hecho daño a los dos.
-Sabes lo tonta que me siento ahora mismo. Mientras tu me protegias yo pensaba que estabas con ella.
-Judith, os puedo hacer daño de mil maneras pero cariño nunca cruzará esa línea. Nunca les haría daño a las dos personas que más quiero de esa manera.
-Me quieres? - pregunte ilusionada
-Tu a mi no? - esta vez pregunto el con un tono de voz asustado.
-La verdad es que si, aunque hasta ahora no me pare nunca a pensarlo ni a decírtelo.
-Cariño mío, tu y Carlos sois lo que más quiero y tuve que estar a punto de perderos para darme cuenta.
- También te quiero Eric - le abracé por la cintura y relajandome, me quedé dormida.

 

-Judith, despierta, hemos parado para pasar la noche aquí.
-Cuanto tiempo he dormido? - pregunté mirando alrededor viendo que era de noche- Carlos? - volví a preguntar.
-Con tu nana en su tienda. Vamos, necesitarás intimidad y todos queremos cena - dijo tendiendome la mano para ayudarme a bajar, aunque yo salte del caballo.
 

Nos fuimos caminando hacia el bosque donde por fin pude satisfacer mis necesidades y Eric cazar unos conejos para la cena.
-Si no tuviéramos que cenar y los guardias no estuvieran aquí en dos minutos, ya te estaría haciendo el amor.
-Y yo me dejaría encantada - Le dije mientras el me miraba igual que un depredador mira a su presa.
-Esta noche mi señora, aunque sin hacer ruido - me decía al oído mientras me besaba el cuello.

Al primer gémido se apartó y cogiendome de la mano nos fuimos al campamento
-Carlos dormirá con vosotras esta noche - Le dijo a mi nana que asintió y yo cerraba las piernas con desesperación.

Cené en silencio imaginandome las mil maneras en las que pasaría la noche con mi marido. Él, aunque tenía una mano apoyada en mi pierna, hablaba con indiferencia con los guardias, dándoles órdenes. Cambiarían el turno tres veces por noche, así todos estarían descansados.

Me acerque a mi tienda donde ya había cuatro guardias en alerta y después de darle la toma, me despedí de el para que se lo lleven. Eric entró y apagó las velas que teníamos encendidas.
-Espero que mañana no necesites ir en carroza por el dolor - me dijo bromeando.

Esa noche y la siguiente, mi marido y yo la dedicamos a querernos. Dormir lo que es dormir fue poco y ya el tercer día de viaje el cansancio se me notaba en el rostro y el dolor en mis partes me hacían sentirme bastante incomoda y no poder sentarme como era debido.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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