Me desperté en la cama sola. Aproveché y me puse un vestido sencillo de los que llevaba antes de estar casada con el Rey.
"Estoy en el despacho" eso es lo que me decía Eric en una nota que me dejó en su almohada. Fui a buscarlo.
-Majestad - el mensajero real se inclino cuando entré.
-Muy bien - Eric llamó la atención del mensajero- dile a Ana que te de comida y cama. Judith, debemos hablar.
-Sucede algo? - pregunte mientras me sentaba en sus piernas.
-Estamos en guerra con un Rey vecino.
-Como? - Le pregunte asustada
-Judith, lo siento pero debemos irnos. Tu te iras al castillo y yo me iré con dos guardias más al campo de batalla.
-Cuando? - pregunte levantandome y caminando hacia la ventana.
-Tu debes irte esta noche e intentar parar lo mínimo para llegar cuando antes. Yo me marcho después de comer.
-Quiero decir que cuando volverás?
-Judith, debes ocupar mi sitio hasta que yo vuelva o Carlos sea mayor de edad.
-Me niego a ocupar tu sitio hasta que Carlos pueda hacerlo. Ocuparé tu sitio hasta que vuelvas, por que lo harás verdad? - Le pregunte con lágrimas en los ojos.
-No lo se cariño, haré todo lo posible.
-Me niego a preparar tu sitio para Carlos. Eso debes hacerlo tú.
-Shhhh, amor no te preocupes.
Me abrazó mientras lloraba.
Estaba asustada y era un sentimiento al que se le uniria la preocupación.
Comimos en silencio, aunque al principio Eric intentaba tener una conversación pero ya estaba callado.
Cuando subió a despedirse de Carlos, le seguí y en silencio, desde la puerta estaba viendo a mi marido con nuestro hijo en brazos.
-Espero volver a verte hijo, pero si no vuelvo, debes ser un buen hombre y mucho mejor Rey.
Un sollozo mío le interrumpió, dejó al niño en su cuna después de besarle la frente varias veces.
-Ven, todavía me queda una hora hasta que todo esté preparado.
Ese rato lo dedicamos a querernos, aunque fue muy poco tiempo, no quería que se fuera y segura estoy de que el tampoco. Bajamos las escaleras donde todo estaba preparado. Mi marcha y la suya.
-Cariño, no llores, quiero recordar tu cara sin lágrimas.
-No lo puedo evitar - le dije limpiándome las lágrimas.
-Volveré lo antes posible. Te lo prometo.
Me dio un beso y me abrazó para luego subirse en el caballo y marcharse sin mirar atrás.
Cuando dejé de verlo, me fui a la playa.
No quería ocupar el sitio de Eric pensando en que no lo volvería a ver, de hecho no quería ser consciente de ello.
No podía renunciar a mi marido. Me negaba a decirle a mi hijo que su padre lo está viendo desde el cielo.
Eso no podía suceder.
-Judith, debemos irnos - me habló mi nana con Carlos en brazos.
Extendí los brazos para coger a mi bebé, era lo único que ahora no me dejaría derrumbarme. En silencio nos fuimos hacia la carroza y una vez dentro, nos pusimos en marcha.
-Paramos a descansar? - preguntó mi nana- Todos estamos cansados y necesitamos alimentarnos.
Asenti, llevábamos una noche y un día y medio de viaje. Mis guardias comieron en el caballo montados al igual que nosotras en la carroza, pero todos debíamos dormir un par de horas. Sobre todo ellos.
-No monteís las tiendas. Si alguien las ve, nos atacarán.
-Judith, el príncipe necesita calor y no dormir a la intemperie.
-Dormirá envuelto en mantas y en mis brazos. Estará bien.
Así fue, mi niño durmió en mis brazos y esa noche yo sobre todo, no pegue ojo,en todo momento estuve alerta
Si cualquier ladrón se acercaba y nos reconocía, estábamos en grave peligro.
-Majestad - me llamó un guardia- debemos seguir.
Volvimos a ponernos en marcha y no paramos ni estuve tranquila hasta que no entramos en el castillo.
-Hija - una voz de hombre gritó
-Papá - corrí a sus brazos y llore como nunca