Reina de las Highlands

XXVIII

Desde aquel fatídico día que enteré al pequeño, no me levanté de la cama.
Pasaron tres semanas y Eric aunque intentó animarme al final se rindió, o me rendí yo.
A mis hijos, los veía cuando me los dejaban para darles el pecho, aunque cada vez era menos ya que la leche se me había cortado, por lo tanto ya no los alimentaba.
Este tiempo me olvidé de ser mujer, esposa, madre y Reina. El médico decía que necesitaba tiempo para recuperarme yo sola.

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-Basta, mi paciencia se ha agotado - entró Eric en la habitación- levántate ya.
-Quiero seguir aquí - dije sin fuerzas.
-Llevas tres meses en una cama y solo te levantas para bañarte.
-Eric, déjame sola.
-No, te he dado todo el tiempo del mundo, decidí dejarte recuperarte a tu manera pero mi paciencia se ha agotado. Llevas cuatro días sin comer así que arriba.
-No tengo razón para hacerlo.
-Tu familia no es razón suficiente?
-Tu no sabes lo que duele - le grité con lágrimas en los ojos.
-No solo te duele a ti Judith, solo que los demás no se hunden. Tienes un día para acudir al salón o debes abandonar el castillo. Tu decides.

Después de irse, pensé durante horas y horas, y decidí marcharme
Tome la mejor decisión que consideraba en ese momento.
Cuando ya tenía todo preparado busqué a Eric que estaba con los nobles en el salón del trono.
-Buenas tardes - saludando llamé la atención de todos y el asombro en sus caras fue notable.
Mi estado era deplorable, había perdido mucho peso y mi cara estaba demacrada.
Eric se acercó y con una mano en su cintura nos fuimos al salón del té los dos.
-Me voy - dije sin más, notando el cambio de alegría a decepción que su cara mostraba.
-Si te vas los niños se quedan conmigo.
-Lo sé. Yo me marcho a aquella casa del acantilado.
-Como nos puedes abandonar? Te necesitamos, reacciona por favor

Cerré la puerta dejándole solo, no podía contestarle, no era capaz, no ahora. Aprovechando que subía a por mi abrigo, quise pasar a despedirme de mis hijos, pero en la puerta había dos guardias que no me dejaron entrar
-Como osaís no dejarme pasar. Soy la Reina - dije enfadada.
-Son órdenes de su marido, señora.
-Judith - Eric me cogió del brazo y prácticamente me arrastro a nuestra habitación - no te vas a despedir de ellos.
-No puedo despedirme de mis hijos?
-Ni siquiera te han importado desde la muerte de Fernando y al marcharte demuestras que siguen sin importarte. Así que no te vas a despedir, no les harás mas daño.

Tal y como lo hice un día, hoy Le volvía a golpear y Eric me contestó cogiendo mis brazos.
-Te dije que no volvieras a golpearme nunca. - comenzó a dar vueltas por la habitación igual que un león enjaulado - si te marchas no hay vuelta atrás.
-Lo sé y está decidido. - Le hable con sangre fría.
-Te has vuelto loca?
-Si, estoy loca de dolor por la pérdida de un hijo y el hecho de que durante tres meses no hayas estado con tu mujer pero si en la cama de alguna furcia, me ha vuelto más loca todavía.
-Nunca desde que nos hemos casado, he estado con otra mujer que no fueras tú. Tienes dos minutos para marcharte.
 

Me quedé mirando como la persona que quería, que aprendí a querer, se marchaba enfadado. Pero hoy por hoy no era yo la que hablaba.
Debía pasar tiempo a solas para darme cuenta de que quería y debía estar con mi familia.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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