Reina de las Highlands

XXIX

Baje las escaleras en menos de dos minutos y subí al caballo. Me acompañaban mi doncella y tres guardias más.

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Estaba paseando por la playa, un mes después de mi marcha. Recordaba cada noche y cada momento mi marcha, la última vez que vi a Eric.
La primeras dos semanas que estuve aquí, no salí de la cama y ahora, poco a poco intentaba pasear por la playa o a caballo.
También le había enviado dos cartas a Eric, sin recibir respuesta alguna. Quizás yo me estuviera recuperando y quisiera volver pero el daño que había hecho era imperdonable.

-Señora, ha llegado una misiva - me informaba la doncella que se acercaba corriendo hacia mi

"CUANDO RECIBAS ESTO DEBES PONERTE EN MARCHA. ESTAMOS EN GUERRA Y YO DEBO MARCHARME.
PARA CUANDO TU LLEGUES YO NO ESTARÉ AQUÍ.
SU MAJESTAD, EL REY"

Fui a la casa corriendo.
-Preparad los caballos, nos vamos - le dije a un guardia
-Y su equipaje señora?
-Vosotras preparad todo y cuando este listo volvéis - Le conteste a la doncella.
-Alteza, donde se va con un guardia solo - me preguntó Ana, el ama de llaves.
-Al castillo, los otros dos guardias irán contigo.

Subí a mi caballo y nos pusimos en marcha hacia mi hogar, un sitio del que nunca debí marcharme.
Solo parábamos a comer algo y descansar un par de horas cuando los caballos estaban agotados.
El viaje que debía durar tres días y dos noches, se convirtió en un día y una noche. La mañana del segundo día llegamos al castillo.
-Abrid las puertas, soy la Reina - me descubrí el rostro que llevé todo el camino tapado con la capucha de una capa, que no llevaba el escudo de mi marido.

Llegué a las escaleras del castillo. Eric y todos los guardias estaban fuera. Mi marido se despedía de Carlos, que iba agarrado a la mano de mi nana, y de Rosaly, que iba en sus brazos. Me acerqué a ellos.
-Eric - le llamé con voz suave
-Ya estas aquí - dijo el apartándome un poco del grupo.
-Me necesitabas y volví - se rio irónicamente antes de hablarme.
-Te marchaste cuando todos te necesitábamos, no estaba seguro de si volverías.
-Eric, perdóname
-No tengo tiempo ahora de eso. Nos vamos - me dio la espalda y se marcho con los guardias.

Sinceramente me esperaba esto, este recibimiento. Mientras ellos salían por las puertas del castillo, yo abrazaba a mis hijos.
-Algún día os lo explicaré hijos míos - les dije en voz baja.

Mire a mi nana que estaba seria y decidí hablarle.
-Parece que no te alegras de verme nana.
-Me alegraré cuando hayas bajado de tu nube.
-Nana, no me merezco esto.
-Te mereces esto y más - me contestó dándome la espalda, llevándose a mis niños con ella.
-Nana, habla conmigo. Cuéntame todo - le rogué
-No tengo nada que hablar con usted Majestad. Yo solo cumplo órdenes.

Me dejo sola otra persona más. Entré en el despacho de Eric y ahí me encerré durante todo el día.
-Judith - entró mi suegra y su hija - veo que has vuelto.
-Si, llegue por la mañana.
-Bueno, quería decirte que tu hija ya está bautizada. Eric lo hizo la semana pasada.
-Nadie me avisó? - pregunté sorprendida.
-Si - me contestó seca mi suegra - y no quisiste venir.
-No, no, no y no. A mi nunca me llegó ni una carta
-Bueno, pues vamos a llamar al mensajero, el nos dirá que te llegó. - contestó mi suegra sin creerme.

El mensajero que fue enviado entró en el despacho cinco minutos después. Mi suegra Le preguntó y este dijo que no, que la carta no había sido enviada.
-Su hija me dijo que El Rey se había arrepentido. Que no se le avisaria a la Reina.
-Vale, te puedes marchar - Le dije al mensajero mientras no le quitaba ojo a mi cuñada que estaba ya llorando.



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En el texto hay: highlands, reina, eric

Editado: 24.09.2018

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