-Por qué hiciste esto? - le pregunté tan tranquila que hasta yo me sorprendí, aunque la sangre hervia en mi interior.
-Por qué tú marido no me dejó casarme.
-Por eso crees que tienes el derecho de jugar, ya no con mi matrimonio si no con mis hijos?
-Quería hacerle daño.
-Fuera - grité - pero del castillo. Tu te marchas ahora mismo. Tus doncellas te seguirán mañana cuando tus cosas estén preparadas.
Agachó la cabeza y sin rechistar se fue. Mi suegra en cambio se quedó de brazos cruzados, buscando pelea.
-Después de hacerle daño a mi hijo, ahora se lo provocas a mi hija.
-Tu hija se lo ha buscado.
-Sabes, pensaba que eras mejor que Katrina pero no. Desde que llegaste mi hijo no es el mismo, bebe, no duerme y siempre está de mal humor. Junto a Katrina por lo menos sonreía, desde que tu estas solo lo he visto llorar.
Ella también se fue dejándome sola, después de desahogarse, y decirme todo lo que tenía que decirme.
Cuando me marche, pensaba que al volver Eric me perdonaría y volveríamos a ser un matrimonio feliz, pero no sólo Eric no me perdonó y se marchó, si no que todos hicieron lo mismo.
Pasó un mes, dos, tres y yo ahí seguía sola, sin noticias de Eric. Sabía que mi nana Le escribía pero nunca conseguí interceptar una carta suya.
-Dime que pasó el tiempo que no estuve - viendo que mi nana no me hacía caso - es una orden.
-Cayetana volvió.
-Y que? Que pasó? Dímelo, maldita sea.
-Eric se la llevó con el a la batalla - agachó la cabeza.
-Está con ella? - pregunte triste, casi susurrando.
-No sabría decirte hija.
-Algo más?
-Bebió cada noche y cada día desde tu marcha. De hecho es que la guerra empezó por que no acudió a firmar un tratado de paz.
-Estamos en guerra por mi culpa?
-No es una guerra, más bien es una demostración de fuerza, de poder, para que el otro Rey acepte otra reunión. En el peor de los casos terminará en guerra.
-Esperemos que no.
-Alteza, nos fallaste a todos. De hecho tú padre murió del disgusto
-como?-estaba aturdida, no lo podía creer.
-Su padre Alteza, está muerto. Murió la semana siguiente a su marcha.
Estaba sumida en mis pensamientos hasta que llegué a la cocina. Era de noche, por lo tanto estaba vacía.
Necesitaba unas hierbas que en gran cantidad te envenenan.
Dejé una carta pidiendo perdón por mi cobardía y otra para cada uno de mis hijos, explicándoles que es lo que me había llevado a tomar esa decisión.
Machaque la hierba y la mezclé con agua hasta que hirvió. Esa poca cantidad, la metí en una taza y subí a mis aposentos.
Me la tome en el sillón, mirando aquella cama donde pasé los momentos más felices de mi vida, las noches con Eric y los partos de mis niños. Aunque en esa cama, también tenía el peor recuerdo de mi vida, el nacimiento de mi hijo muerto. De Fernando, como le llamó Eric.
"ERIC,
HE TOMADO ESTA DECISIÓN DEBIDO AL DAÑO QUE HE CAUSADO. EL DAÑO QUE TE HICE A TI Y LANZARTE A LOS BRAZOS DE OTRA MUJER,LA MUERTE DE MI PADRE QUE HA SIDO POR MI CULPA.
TU Y NUESTROS HIJOS SOIS LO QUE MÁS QUIERO EN EL MUNDO, PERO ESCUCHANDO A TODOS, ME DI CUENTA DE QUE ESTÁIS MEJOR SIN MI.
REHAZ TU VIDA JUNTO A ALGUIEN QUE NO TE ABANDONE Y QUIERA A NUESTROS HIJOS MÁS QUE A TI. EDUCÁRLES BIEN Y CUANDO SEAN MAYORES, RECÚERDALES LO MUCHO QUE SU MADRE LES QUIERE
AMOR MÍO, A TI TAMPOCO SE TE OLVIDE Y CUANDO ME ECHES DE MENOS MIRA LA LUNA.
DESDE AHÍ ARRIBA YO ESTARÉ VELANDO POR TI
TE PIDO PERDÓN Y TE QUIERO.
JUDITH"