Reina de las Sombras

Capítulo 5

El cielo sobre el Reino de las Sombras era de un gris perpetuo, como si el sol se hubiera olvidado de estas tierras. Desde las torres del castillo, Isik podía ver un horizonte desolado, donde los árboles no parecían tener hojas, sino garras torcidas que rasgaban el aire. Un paisaje que, a pesar de su oscuridad, poseía una belleza extraña y seductora. Las criaturas que habitaban esos bosques no eran lo que esperaba. Se movían como sombras vivas, siempre al borde de lo visible, como si la propia naturaleza de esta tierra luchara por ocultarlas.

Karanlik, el Rey Oscuro, había prometido mostrarle los secretos de su reino, y mientras caminaban juntos por los pasillos del castillo, ella sentía la vibración de poder en cada piedra, como si el mismo lugar estuviera impregnado de magia antigua. Lo seguía en silencio, observando cada movimiento, cada gesto, buscando señales de humanidad en él, algo que la convenciera de que, aunque fuese un rey sombrío, no estaba completamente perdido en las tinieblas.

El castillo parecía no tener fin. Los corredores se extendían en direcciones inesperadas, y las escaleras parecían subir y bajar al azar. Finalmente, el rey se detuvo ante una puerta enorme, adornada con relieves tallados de criaturas que la chica no reconocía. Eran figuras grotescas, con alas y cuernos, que parecían fundirse con el entorno.

—Aquí es donde comenzaremos —le dijo él con la voz resonando en el aire pesado—. Quiero que entiendas que lo que verás no es lo que esperabas. Este reino no se parece en nada al tuyo.

Isik asintió, tratando de mantener la compostura, pero el nerviosismo se aferraba a su estómago. Cuando el chico abrió la puerta, fue como si un manto de frío la envolviera. Al cruzar el umbral, un cambio tangible en el aire le hizo pensar que había abandonado el mundo que conocía por completo.

La sala más allá era inmensa, iluminada por una luz extraña que no provenía de antorchas ni ventanas. Flotaba en el aire, como si emanara de las propias sombras. A su alrededor, había criaturas de aspecto espeluznante. Seres que apenas eran reconocibles como formas vivas, sino más bien como extensiones de las tinieblas que el rey gobernaba. Algunos eran del tamaño de un lobo, con ojos brillantes que la observaban desde la oscuridad, mientras que otros tenían formas más abstractas, como si no hubieran decidido aún en qué convertirse.

—Estas son las criaturas de las sombras —explicó Karanlik, con un tono casi reverente—. No tienen una forma fija, pero están ligadas a mi reino. Las invoco cuando es necesario y ellas responden a mi voluntad. Aunque no pienses que son simplemente bestias… —añadió al alzar una mano.

Al instante, una de las sombras más cercanas se materializó en una forma más definida. Un ser alado con garras afiladas y ojos como brasas incandescentes. Isik retrocedió instintivamente, sin embargo, el rey no hizo más que observarla, esperando su reacción. La criatura se inclinó ante él y desapareció nuevamente en la penumbra.

—¿Y pueden ser controladas? —preguntó la princesa, tratando de mantener su voz firme. Era su primer encuentro cercano con algo tan extraño y, aunque había oído rumores de seres sobrenaturales en su tierra, nunca había estado frente a uno.

—Control es una palabra fuerte —respondió el rey, mirándola de reojo—. Las sombras no se someten fácilmente. Son impredecibles, pero si eres lo suficientemente hábil, pueden servirte. No se trata de someterlas, sino de saber aprovechar su naturaleza.

Isik observó a su alrededor con una mezcla de fascinación y temor. Estas criaturas, esta magia que él le estaba mostrando, eran completamente desconocidas para ella. No obstante, mientras más tiempo pasaba en este reino, más se daba cuenta de que sus antiguos conocimientos y habilidades no tendrían peso aquí. Si quería venganza, si quería sobrevivir, necesitaría aprender las reglas de este nuevo mundo.

Karanlik la condujo hacia una especie de altar en el centro de la sala. Sobre él, una piedra oscura, brillante como el ónix, reposaba. El aire a su alrededor era denso, como si la energía misma de las sombras fluyera a través de ese objeto.

—Este es el Corazón de la Sombra —le explicó él, con voz grave—. Es la fuente de mi poder y la clave para controlar las criaturas que has visto. Pero también pueden ser la fuente de tu fuerza, si aprendes a usarlo.

La princesa observó el Corazón, sintiendo la atracción magnética que emanaba de él. Era como si le susurrara, invitándola a acercarse a tocarlo. Mas algo en su interior la retenía. Sabía que una vez que cruzara ese umbral, no habría marcha atrás.

—¿Qué debo hacer? —inquirió finalmente.

—Tócalo —respondió el rey—. Deja que la sombra fluya a través de ti. Sentirás su poder y también te pondrá a prueba. Solo si lo aceptas sin miedo podrás comenzar a controlar lo que habita en estas tierras.

Isik dudó por un momento. El Rey Oscuro parecía sereno, pero sus palabras le recordaban constantemente que este no era un juego. Lo que estaba a punto de hacer cambiaría su destino. Con un último suspiro, extendió la mano y la colocó sobre la piedra fría.

Un torrente de energía la invadió de inmediato. Era como si un río oscuro fluyera a través de sus venas, incontrolable, arremolinándose en su interior. Vio visiones fugaces: criaturas aladas volando sobre cielos teñidos de rojo, sombras danzando en un bosque en llamas, y luego… ella misma, de pie junto al rey, con un poder que jamás había imaginado.



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En el texto hay: reyes, princesa, exilio

Editado: 13.05.2025

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