Reina de las Sombras

Capítulo 7

Las llamas crepitaban en el gran salón del castillo oscuro, proyectando sombras danzantes que parecían tener vida propia. Isik estaba de pie junto a la chimenea, contemplando el fuego, pero su mente estaba lejos, atrapada en un torbellino de dudas. Su lealtad al Rey Oscuro, Karanlik, se tambaleaba. Sabía que lo necesitaba para su venganza, mas con cada paso que daba dentro de este mundo de sombras, más se preguntaba si se estaba perdiendo a sí misma en el proceso.

El rey había sido claro: la confianza entre ellos sería siempre limitada. No obstante, en las últimas semanas, algo había cambiado en ambos. La tensión física y emocional se había intensificado y, aunque los dos intentaban mantener el enfoque en su plan, la chica no podía ignorar las miradas fugaces, los momentos en los que sus manos rozaban las suyas de manera accidental, pero cargada de significados no dichos.

—Te he llamado aquí para poner a prueba tu lealtad —la voz de él interrumpió sus pensamientos.

La princesa giró sobre sus talones. Él estaba de pie en la puerta, con la luz tenue del fuego reflejándose en sus ojos oscuros. El poder que emanaba era palpable, pero había algo más esa noche. Algo más profundo, más personal.

—¿Prueba de lealtad? —repitió ella con una ceja alzada, inquisidora—. ¿Después de todo lo que hemos pasado?

Karanlik se acercó lentamente, cada paso resonando en el silencioso salón. Cuando llegó junto a ella, sus ojos se encontraron con los de la muchacha y, por un momento, la tensión entre ellos se hizo insoportable.

—Lo que hemos pasado juntos no es suficiente —dijo con frialdad, aunque ella percibía una sombra de duda en su tono—. Necesito saber si realmente puedo confiar en ti. Si eres capaz de sacrificar lo que sea necesario por nuestra causa.

Ella sintió que una mezcla de rabia y confusión la invadía. Después de todo lo que había arriesgado, ¿aún dudaba de ella?

—¿Qué es lo que necesitas de mí? —quiso saber al cruzar los brazos a la altura de su pecho, tratando de mantener la compostura.

—Una misión —respondió—. Debes ir a las tierras de los Draal. Son aliados del Reino de las Sombras, pero su lealtad ha sido puesta en duda últimamente. Quiero que vayas y asegures su compromiso con nosotros. Si fracasan, elimínalos.

La princesa se quedó en silencio por un momento, asimilando la magnitud de lo que le estaba pidiendo. Los Draal eran criaturas poderosas, una mezcla de humanos y bestias que habitaban las montañas al este. Eran astutos y peligrosos y, aunque Karanlik tenía una alianza con ellos, esa relación siempre había sido tensa. La idea de enfrentarse a ellos le provocaba un nudo en el estómago.

—¿Por qué yo? —preguntó después de un minuto que se hizo eterno—. Podrías enviar a cualquier otro.

Él se acercó un poco más, tan cerca que la chica pudo sentir su respiración.

—Porque necesito ver de qué lado estás realmente —contestó en voz baja—. Esta es tu prueba de lealtad, Isik. Si no puedo confiar en ti, todo lo que hemos planeado no será más que una mentira.

La tensión en la habitación se hizo más pesada. La princesa lo miró a los ojos, buscando alguna señal de debilidad, de humanidad. Aunque sus palabras eran duras, había algo en la forma en que la miraba, una especie de miedo encubierto que lo delataba, al igual que a ella, él también tenía sus propias dudas.

—Lo haré —confirmó con firmeza, no obstante, en el fondo, seguía sin estar segura de hasta dónde estaría dispuesta a llegar.

Las tierras de los Draal eran una vasta extensión de montañas rocosas, con picos afilados que rasgaban el cielo nocturno. Isik cabalgaba sola, sintiendo el viento helado en su rostro mientras avanzaba por los estrechos caminos que serpenteaban entre las montañas. Su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Karanlik le había pedido su lealtad, pero ¿cómo podía confiar en él completamente cuando no estaba segura de cuáles eran sus verdaderas intenciones?

Mientras avanzaba, la oscuridad parecía volverse más espesa. Era un reino inhóspito, donde las criaturas de las sombras deambulaban por las noches, acechando desde los rincones más oscuros. El aire se volvía más pesado a cada paso, como si algo o alguien la estuviera observando.

Cuando llegó al campamento de los Draal, las criaturas la rodearon de inmediato. Eran más imponentes de lo que había imaginado, con cuerpos musculosos y ojos que brillaban como los de los depredadores en la oscuridad. Sus líderes se acercaron, mirándola con desconfianza.

—¿Qué hace una princesa humana en nuestras tierras? —gruñó uno de ellos con voz áspera como las rocas bajo sus pies.

Isik mantuvo la cabeza alta, recordando las palabras del Rey Oscuro. Esta era su prueba. Debía demostrar que era digna de su lealtad o, de lo contrario, perecería en este lugar.

—He venido a recordarles su lealtad para con el Reino de las Sombras —contestó con voz firme—. Si no cumplen con su alianza, serán eliminados.

Un murmullo recorrió el campamento. Los Draal se miraban entre ellos, desconfiados y furiosos. Sin embargo, antes de que pudiera seguir hablando, una figura más grande y formidable se abrió paso entre ellos. Era el líder mayor, una criatura mitad hombre, mitad bestia, con cicatrices que recorrían su cuerpo.

—Tú eres la enviada del Rey Oscuro —afirmó con una sonrisa burlona—. ¿Acaso crees que puedes intimidarnos?



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En el texto hay: reyes, princesa, exilio

Editado: 19.05.2025

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