Reina de sangre

Capítulo XIII: Ballestas y espadas

Athevaria.

Athevaria.

Athevaria.

Algo dentro de mi me dice que al descrubrir el secreto de este antiguo reino, muchas cosas se desvelarán. Pero, ¿Cómo logro conseguir más información? ¿Cómo?

Presiono la punta de la plumilla contra una de las páginas de mi cuaderno varias veces, hasta que casi logro atrevesarlo. No he podido conciliar el sueño, y ya es más de la media noche. Hay un desasosiego muy grande en mi, que no logro identificar de dónde proviene. Dejo el cuaderno en la mesa de noche y salgo de mi cama.

Toco el suelo frío con mis pies descalzos y recorro toda la habitación. Debo encontrar la manera de descubrir cada secreto que guarda este reino, y no desisto de la idea de que Dafina es la única persona que podría ayudarme. Mis límites se resumen a no poder salir de este palacio sin tener miles de ojos sobre mi.

Tengo que encontrar a la madre de Ethel y a Benjamin. En todo el día no pude salir de mi alcoba, porque lo que tuve que pedirle a una de mis doncellas que buscará a Demian, y le dijera que en el establo había una carta con instrucciones sobre el cuidado de Erva. Claramente, eso era mentira porque la carta en realidad contenía información, sobre Benjamin. No sé si logró decirselo, o él encontró la carta, porque lo que restó de la tarde, no ví más a mis doncellas.

Hay tantos planes que debo llevar acabo, y no encuentro forma de hacerlo. Creí que todo sería más fácil con tan solo armarme de valor y jugar con los intereses del rey. Esta unión de Nezadian y Druseon complica más las cosas.

Y ahora que lo veo, Jannik solamente movió primeros sus piezas al saber que el duque de Wenid estaba intentando arruinar sus planes. Pero, debió darle una razón con mucho peso al rey Patrick como para que aceptara este tipo de unificación. El matrimonio entre un segundo heredero y una princesa despojada de su corona, no es motivo suficiente para unir a dos grandes reinos.

¿En un futuro quien reinará? ¿Cómo será la dinámica política? Estamos hablando de dos mandatos muy distintos.

No, Jannik no compartira terrenos. Él se adueñara y será más fácil estando desde adentro. Serkan tiene razón, y odio admitirlo, pero esas ideas que Hunter y mi tío le metieron en la cabeza, no parecen alejarse de la realidad.

El objetivo de Hunter, por lo visto es llegar a la corona de Druseon lo antes posible.

Aunque, debo recordar que Hunter será rey de Leopibia. Y Leopibia también ha querido Treharne, y si todo lo que Jannik planea se cumple, un Greenwood tendrá en su poder tres grandes naciones convirtiéndolas en un solo reino. Algo en mi me dice, que el rey Madog no quiere eso. Él no dará su nación a un Greenwood, pero de igual manera permitió que su heredera contrajera nupcias con Hunter.

—¡Dios! Esto es tan difícil de entender.

Exclamo en voz alta y apoyo mis manos en el peinador. Agacho la cabeza y sigo pensando, sigo dándole vueltas a cada dato. Pero es inútil, encerrada en esta celda de oro y plata no lograré nada. Debo salir de aquí, debo ir más allá de Bournin.

A la afueras de mi alcoba, comienzo a oír pisadas que retumban. Enderezo mi postura y me acerco hasta la puerta. Coloco mi oreja en la madera y trato de escuchar mejor lo que sucede afuera. Un estruendo se oye, pero este es muy lejano y mi mirada va hasta la ventana cubierta con las cortinas. De repente, todo vuelve a ser silencioso y eso no me tranquilice en lo absoluto; mi espalda toca el marco de la puerta y mi mano sube lentamente para tomar el picaporte. Lo giro y recuerdo que el pestillo está puesto.

Algo está sucediendo.

Y con ese pensamiento, una fuerte detonación abarca mi entorno y me lanzo al piso. Mis manos comienzan a temblar y trato de entender que ha sido eso; escucho galopes, carruajes y gritos en el exterior del palacio. Otra detonación se escucha y está vez es más cerca, gateo desesperadamente hasta le ventana y subo mis manos al borde. Me levanto y me atrevo a ver hacia afuera; guardias entran y salen en caballos con urgencia, también llevan consigo carruajes de batalla y veo que se dirigen a los caminos que dan al pueblo.

Y con mi mirada hacia el horizonte, veo una explosión cubrir toda la parte este y me exhalto. Caigo de nuevo al suelo y me pego a la pared con pavor, las explosiones siguen, se oyen gritos ligadas a órdenes y el pánico me asfixia. ¿Qué es lo que está pasando?

El picaporte de mi habitación comienza a ser manipulado desde el otro lado y froto manos y pies contra el suelo, en desesperación. Trato de ser racional y salir del pánico, por lo que me levanto en medio de mi sudoración nerviosa y tomo la jarra de vidrio con agua que permanece en aquí cada noche. Derramo el líquido en cualquier lugar y después corro para colocarme a un lado de la puerta, está es abierta y me oculto detrás de ella. Una figura de estatura igual a la mía, entra con rapidez a la oscuridad de mi habitación.

Alzo la jarra con ambas manos y cuando estoy a punto de estallar el vidrio en su cabeza, se voltea y grita en advertencia.

—¡Alteza!

Bajo la jarra al ver que se trata de una de mis doncellas y ella se encarga de quitarla de mis manos. Trato de hablar pero no puedo, estoy en un estado de conmoción.

—Hay que salir de aquí, dese prisa —va hasta el armario para tomar un abrigo y darmelo. También toma la vela encendida al lado de mi cama y regresa conmigo—. ¡Alteza, andando!

Con torpeza me coloco el abrigo y junto a mi doncella salgo de mi alcoba. Corremos por los pasillos y veo al servicio del palacio enloquecer; en medio de mi aturdimiento mis dudas aparecen.

—¿Qué es lo que está sucediendo? —hablo con voz agitada mientras bajamos las escaleras. Ella me ignora—. ¡Habla!

La hago detener en medio de las escaleras y ella se estremece con el mismo pánico que poseo.

—¡Nos atacan! Debo llevarla al refugio. Así que corramos, alteza. ¡Vamos!

Mi doncella me toma del brazo y terminamos de bajar todos los escalones, en mi cabeza se reproducen las palabras: nos atacan y refugio.




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