Reina de sangre

Capítulo XVI: Regencia

Estaba preparada para encontrarme con un abismal desastre y cuerpos por todo Bournin, pero en cambio, lo primero que visualizo son soldados del ejército Leopibiano.

Serkan y yo vamos sobre cada uno de nuestros caballos, mientras guardias de Nezadian nos custodian; nos detenemos al estar al frente del palacio Greenwood y detallo cada rincón con mirada ajena.

—Leopibia. —digo con evidente desagrado.

—El claro apoyo de Hunter.

—El peor apoyo que pudo buscar.

Son mis únicas palabras antes de hacer que Dapper galope de nuevo, Serkan y los guardias me siguen hasta la entrada del palacio, dónde nos reciben soldados Leopibianos y luego obstruyen el paso.

—No pueden pasar.

Dicta uno de ellos, y alzo mis cejas en indignación cuando levantan sus espadas. Entorno mis ojos hacia esos hombres y luego bajo del lomo de Dapper.

—¿Cómo que no puedo pasar? Por supuesto que sí, soy la...

—Tenemos órdenes de no dejar entrar a nadie, a menos que el señor regente lo pida. Así que, retirense.

Dice el otro y avanzan con sus armas hacia mi y el filo de las espadas de los guardias de Nezadian se oyeron a mis espaldas, haciendo que retrocediera. Furiosa, quise irme de nuevos hacia ellos, pero Serkan se puso frente a mi.

—Señores, no hay necesidad de amenazar con sus espadas —lleva una mano hacia ellos y la otra la deja atrás para evitar que avance—. Ella es la princesa Kelsey Greenwood, hija del rey Jannik Greenwood.

—A la que le pertenecen estas tierras que pisan —intervengo con tono altivo. Serkan me mira por sobre su hombro, y abre más sus ojos en advertencia—. Y prima de Lord Hunter Greenwood... El regente. —expulso aunque las palabras me sepan ácidas.

Después de eso, ambos soldados comparten miradas y bajan lentamente sus espadas. Volteo hacia los guardias, y ellos hacen los mismo; asiento con mi cabeza en agradecimiento por su atención. Vuelvo mi vista a los Leopibianos y estos por fin nos dan paso, veo a Serkan y él me indica que avance primero. Al momento de hacerlo, y pasar a los soldados, estos de nuevo obstruyen el camino pero ahora para Serkan y sus guardias.

—¿Que es lo que hacen? —reprendo contra ellos.

—Usted puede pasar, pero ellos no. —contesta muy osado el soldado de hace unos minutos.

—Ellos vienen conmigo. Serkan Fremault es mi prometido y principe de Nezadian, y ellos son sus guardias. —vitoreo más fuerte y él soldado da pasos amenazantes.

—Nadie más entrará.

—Un Leopibiano no me vendrá a decir en mi propio reino, y en mi propio palacio que hacer o no. Y he dicho, que los dejen pasar.

—Kelsey —Serkan me habla a lo lejos—. Entra, no importa. Nosotros permaneceremos aquí.

Lo veo a él, y luego al soldado que me da una expresión que pretende ser intimidante.

—Bien.

No pierdo el tiempo, y me encamino con rapidez hacia el interior de la casa real. Y todo es peor cuando piso el corredor principal; hay suciedad en todos lados, cortinas desgarradas, floreros rotos y algunos rastros de sangre. Trago grueso.

—Es horrible, lo sé.

La insufrible voz de Hunter llega a mis oídos, y subo mi vista para verlo descender de las escaleras que dan al segundo piso.

Se detiene a poca a distancia de mi, y luego escrudiña sin disimulo mi atuendo y rostro. Elevo una ceja en indicativo para que hable.

—Siempre he tenido en claro que no eres la joven más recatada ni pulcra, pero hoy sobrepasaste tus estandares habituales. —insulta sin moderación.

—Hoy no vengo a compartir insultos pueriles.

—Ah, has madurado.

—Tus ineptos soldados no querían dejarme pasar.

—Tienen órdenes de no dejar pasar a nadie a menos que...

—El regente lo diga. Te encanta llevar ese título ahora, ¿No?

—No tengo tiempo para lo que sea que vengas. —pretende irse pero lo tomo de un brazo y halo con fuerza.

—Deberás hacer tiempo, porque no me pienso ir hasta que tú y yo hablemos.

—¿Desde cuánto tú... —me hace soltarlo y tambaleo— tienes algo que hablar conmigo?

—Desde que atacaron el palacio luego de que tú me amenazaras. —mi voz se oye por todo el palacio.

—No vaya a empezar con sus desbaratadas suposiciones, alteza. —rechina sus dientes.

—Dígame, Lord...

—Regente. —me corrige con petulancia.

—Invadieron mi palacio, mataron a soldados y guardias druseoneanos, el rey no aparece... Y todo eso sucedió, luego de que me “advirtieras” sobre los planes que estaba arruinando.

Hunter no emite ningún sonido y en cambio, toma mi brazo con enorme presión. Suelto un pequeño quejido involuntario, y lucho por quitar su agarre de mi. Sus ojos se clavan en los míos, y solo pienso en sus métodos tan vacíos para intentar atemorizarme.

—Tú, ahora estás bajo mis decisiones. Estás en mi reino. Y estarás bajos mis reglas.

—¿Eso es lo que querías? —voy haciendo una mueca sagaz—. Pasar a tener poder sobre mi, y así dejar de ser una amenaza para tus dichosos planes —resopla—; me tienes miedo, lo sé.

—Eres y siempre has sido una maldita molestia.

—Soy la única mujer que no se ha doblegado tan fácil por un Greenwood, la única que no se ha detenido y sabe cómo es el pensamiento y movimientos, de toda está maldita familia cubierta y liderada por falócratas. Y por eso soy un peligro para ti.

Termino de liberarme, y ahora soy quien lo hace desequilibrarse.

—Te diré lo que eres; una deshonra para la corte real de Druseon.

Entorna sus ojos y camina hacia la sala común, la cual se ve en peor estado que la otra habitación. Respiro hondo, y de nuevo llamo la atención de Hunter.

—¿Que fue lo que le dijiste al consejo para que te nombraran regente?

—¿Ahora de que hablas, Kelsey? —se gira hacia mi y ambos dejamos de caminar.

—Aunque el rey te fuese elegido como su sucesor, no podrías ser regente. No perteneces a su linaje directo —entrecierro mis ojos—; quien debería estar en tu posición ahora mismo, es el duque Alfie, no tú.




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