Reina de sangre

Capítulo XVII: Estrella de seis puntas


Permanezco en la ventana de mi habitación en el palacio Fremault. Hace unos segundos Marley me dejó a solas luego de curar mis recientes heridas, y cambiar el vendaje, que estaba destrozado en mi costado. Desde el momento en que Serkan y yo regresamos, pude notar la enorme molestia de los reyes ante mi huída. Cada quien fue enviado a sus respectivas alcobas para ser atendidos, y a pesar de toda la confusión sobre la presencia de Demian, también le dieron alojo y atención médica.

Mi cabeza no ha dejado de darle vueltas a la amenaza de Hunter, y todo lo que hicieron los invasores en Arkhal. Me siento tan culpable pero a la vez, impotente. Probablemente si no fuera salido de Nezadian, esto no hubiera ocurrido. Pero tampoco fuera sabido sobre Benjamin siendo parte de los invasores, el duque de Alfie desaparecido y el estado de Demian.

Suspiro y vuelvo a ver por la ventana; el día hoy está nublado.

Escucho unos toques en la puerta de mi alcoba, y junto mis cejas. Vuelven a tocar y entonces, es cuando decido colocarme de pie e ir hasta la puerta y abrirla. Me encuentro con mi prometido, quien ahora viste su típica camisa blanca y una chaqueta verde oscura.

—¿Cómo estás? —formula sin más y yo solo logro retener mi respiración.

—Al igual que todos estos días; aturdida.

—Mis padres quieren que bajemos. A la sala del trono, para una audiencia. —en su mirada noto una enorme preocupación y eso me inquieta.

Sin decir otra cosa, cierro la puerta detrás de mi y camino por el pasillo en compañía de Serkan. Ninguno hace el intento de entablar una conversación, la tensión en muy grande y la ansiedad igualmente. Al llegar a la sala del trono, el aliento se me escapa y mi corazón se acelera enormemente. El lugar es enorme, y se reviste de un reluciente piso blanco con una estrella de seis punta dorada en el medio. Hay grandes ventanales, con cortinas color ocre y candelabros del mismo color por todo el techo. Al final de la sala, se encuentran los tronos dorados con blanco, dónde los reyes toman asiento frente una cantidad de bancas de madera. Serkan y yo nos posicionamos al frente de unas de esas bancas. Las primeras, específicamente.

Hacemos una reverencia al mismo tiempo, y esperamos a que los soberanos de Nezadian, se dirijan a nosotros. Aunque siento, que esta audiencia es más para mí, que para su segundo heredero.

—Su alteza real Kelsey Greenwood de Druseon —anuncia un hombre que permanece al lado de los reyes, que parece ser el consejero real—. Sus actos cometidos hacia dos guardias reales, y hurto de uno de los caballos del palacio, junto con los actos consecuentes de poner en peligro la vida de el príncipe Serkan Fremault de Nezadian y miembros del ejército y guardias reales, al llevarlos a zonas bajo amenazas por un grupo de entidad desconocida; la lleva hoy a esta audiencia para dictaminar si estadía en nuestro territorio.

Mis ojos van directamente a la mirada que ambos monarcas me dan. El rey Patrick, luce impávido, cómo nunca antes lo había visto y en cambio, la reina se le ve con un gesto de decepción.

—¿Que tienes para decirnos, Kelsey? —él rey es quien rompe el silencio.

No me atrevo a darle mi atención a Serkan, y pienso detenidamente las palabras que pienso expulsar. Ciertamente no quiero ser descortés, ya mucho he hecho.

—Pedí repetidas veces irme a mi nación y se me negó —vocifero con temple—. No niego que la manera en que actúe fue arrebatada y desagradecida hacia la ayuda que desde un primer momento me ofrecieron los reyes de Nezadian, más sin embargo, no tuve otra opción. No quería seguir aquí, sin saber de primera instancia la situación en la que mi pueblo estaba.

» Y con respecto al príncipe Serkan...

—Nadie me obligó a nada. Si estuve en aquella zona, con las amenazas que tenía, fue porque yo lo decidí. Fue mi elección no dejar a la princesa de Druseon... Y mi prometida. —alega rápidamente Serkan.

Cierro mis ojos una vez termina su alegato, y respiro hondo. Observo las reacciones de ambos reyes, y puedo notar que no están para nada sorprendidos de nuestras respuestas.

—Ambos cometieron actos irracionales y peligrosos —la voz de el rey retumba en el lugar—. Y con las palabras que repitió Serkan, del ahora regente de Druseon, no parece que las circunstancias hayan acabado del todo bien. Sobre todo, al ver desobedecido una orden directa, la cual fue que la princesa Kelsey se quedará en Druseon.

—No lo iba permitir —mi acompañante habla de nuevo—. Ella corre peligro quedandose en aquella nación.

—Su nación —la reina Stella emite opinión con su afable voz—. Es su reino, en dónde está su pueblo como ella muy bien ha dicho hace unos minutos.

Bajo mi mirada. No tengo palabras, por primera vez en mi vida, he quedado inmuta. Lo que me embarga, es el sentimiento de haber de algún modo, traicionado a los padres de Serkan y que al final todo haya resultado peor de lo que la situación ya se encontraba.

—Kelsey es mi prometida. —repite el príncipe.

—Nuestros acuerdos y planes eran con el rey Jannik Greenwood, y ante su ausencia, todo se congela —escucho suspirar al soberano—. Para evitar más conflictos, Kelsey tendrá que regresar lo más pronto posible a su nación. Esa es la decisión.

Mis hombros se tensan y me obligo mantener una vez más, una postura recta y mentón en alto para no verme voluble ante está decisión que ciertamente no me agrada en su totalidad. Simplemente por el hecho, de que estoy siendo obligada a estar bajo el mando de Hunter Greenwood.

Veo a los reyes colocarse de pie, pero no parecen tener intenciones de retirarse y solo comparten palabras en silencio entre ellos. Pasado unos segundos de absoluto silencio, en dónde yo medito y Serkan se le ve que hace lo mismo, gracias a su expresión perdida, los soberanos ante nosotros vuelven a emitir palabra.

—El príncipe Patrick regreso hace unas horas de su búsqueda con nueva información —él rey desciende un escalón de dónde se encuentra su trono—; encontraron a la señorita Dafina Cadle.




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