—¿Quieres dar un paseo?
La invitación de Serkan fue repentina, y hasta dude un segundo en aceptar, pero lo hice y cada quien tomó un caballo. El nos guío hacia unos caminos que habían cerca del aquel pueblo algo desolado. Serkan trotaba a mi lado en silencio, y mientras los caballos se deslizaban por el suelo cubierto de hierba, el aire fresco y la serenidad del entorno comenzaron a calmarme. Sin embargo, la tensión entre nosotros no desaparecía. Finalmente, Serkan rompió el silencio.
—Kelsey, sé que aceptaste renunciar a la corona y casarte conmigo por el bien de tu nación, pero sé que hay algo más detrás de esa decisión. ¿Por qué lo hiciste realmente?
La pregunta me golpeó directamente en el pecho, causando un nudo en mi garganta. No quería mentirle a Serkan, pero tampoco podía revelarle la verdad. No podía confiar completamente en él, a pesar de todo lo que habíamos compartido.
—Serkan, hay muchas cosas que no puedo decirte... cosas que me pesan, pero que necesito mantener en secreto. Solo espero que algún día puedas entenderlo. —mi voz sonó fría, pero a la vez frágil y vacilante, reflejando la lucha interna que había estado librando desde que acepté renunciar a mi libertad.
Serkan detuvo su caballo, acercándose a mí con una expresión de desconcierto en su rostro. Sus ojos oscuros buscaban los míos en busca de respuestas que no podía dar. Serkan bajó de su caballo, y lo seguí con la mirada. Luego me extiendo su mano, y me ayudó a seguirle los movimientos y eso hice.
Ví sus intenciones de decir algo más pero me adelanté y decidí hablar sobre un tema que me inquietaba.
—Te envié una carta, hace un par de dias.
Su expresión cambio completamente, a una sorprendida pero también desconcertada. Eso me hizo sentir un tipo de inseguridad, que no había experimentado antes, pero me arme de valor y continúe.
—No sé si la recibiste pero...
—Lo hice. La leí. —él me miró a con ternura, sintiendo el peso de sus propias palabras en el ambiente.
—Sentí la necesidad de que supieras que, estoy agradecida contigo. —reforcé una vez más, esa manía de combinar aquella palabra por “agradecimiento”.
—Kelsey, quiero que sepas que tu confesión en la carta me ha llenado de alegría —sonrió de forma mínima—. Sabes lo que siento que siento por ti, no hacen faltas palabras para saber lo que existe entre nosotros. Sin embargo, también entiendo que tus convicciones van más allá de eso. Más allá de estos sentimientos que compartimos.
Lo miré con sorpresa, sin poder ocultar el asombro por sus palabras.
—Sé que tu aspiración más grande es convertirte en reina, una reina autónoma y poderosa. Y estoy completamente de acuerdo en que mereces alcanzar todas tus metas y ambiciones. Si ser reina es lo que realmente anhelas, no quiero ser un obstáculo en tu camino. Mi amor por ti es incondicional, y estaré a tu lado sin importar cuál sea tu decisión.
Me sentí abrumada por las emociones que inundaban su corazón. Tuve que desviar mi mirar unos segundos.
—A pesar de eso, de tu carta... Sé que aún no deseas casarte conmigo. Si alguna vez decides abrirte y confiar en mí, estaré aquí, esperando para escucharte. —sus palabras eran suaves y llenas de sinceridad, pero también mostraban su frustración por no poder comprender completamente mi situación.
Me mordí el labio inferior con nerviosismo, sintiendo un peso en el pecho por no poder ser completamente honesta con él. Pero en ese momento, me di cuenta de que, a pesar de todo, Serkan estaba dispuesto a apoyarme y a esperar el momento en que pudiera revelarle la verdad.
—Si quiero casarme contigo. —quise convencerlo, por alguna razón. Él cerro sus ojos.
—Kels...
—Es la mejor solución.
—Es una solución, no lo que quieres. —refutó.
—Me he dado cuenta que esas dos cosas nunca irán de la mano —hablé un poco irritada—. No quiero seguir dando vueltas en el mismo asunto, estos problemas son más grandes que yo y...
—¿Y qué, Kelsey?
—¡Que si tengo que renunciar a la maldita corona, lo haré!
Serkan me dió un gesto lastimero y confuso. Di un resoplido lleno de frustración, y lo rodeé para caminar unos pasos alejados de él. Llevé mi manos a mi rostro, y sopese mis palabras.
—Y prefiero estar aquí, en Nezadian —seguí hablando— para asegurarme de que Hunter junto a él rey Madog y el duque Alfie, no propicien algo en contra de tu nación —me volví para mirar a Serkan—. Hunter solo quiere aprovecharse de la vulnerabilidad de tu nación para que acepten cualquier trato que los salve de esta situación.
—Es lo mismo que hizo Nezadian con tu nación —confesó Serkan repentinamente y fruncí el ceño—. Quien propuso el acuerdo de unir naciones, fue Nezadian ya que llevamos más de dos años con problemas económicos y... Sabíamos de la sed de tu rey, por tener una parte de Treharne.
Cruce mis brazos y lo miré detenidamente, recordando las palabras de mi primo hace un tiempo. Yo quise creerle en su totalidad, pero ahora Serkan Fremault me lo estaba confesando viéndome a los ojos.
—Entonces, siempre supieron sobre las dobles intenciones de mi rey —Serkan asintió con descontento—. ¿Si sabes, que ahora no solo tienen a Druseon tras Treharne, sino también a Leopibia?
—Lo sabemos.
—¿Y aún así tus padres aceptaron el acuerdo?
—No entiendo, eso es lo que querías por lo que me explicas, ¿No?
Entré en una gran contrariedad.
—Si, es lo que quería ya que eso evitaba el hecho, de que Nezadian aceptara cualquier condición desfavorable con tal de resolver sus problemas —hice una pausa y me giré hacia Serkan—. Pero ahora veo, que de cualquier modo Hunter querrá tomar a Treharne para beneficio de Leopibia o... De él mismo.
—Igual que quiso hacer con acuerdo entre Treharne y Wenid. —dedujo. Yo asentí. Hice una mueca pensativa, y terminé de aproximarme a Serkan, quien estaba tomando una de las riendas de su caballo. Lo miré con determinación y confianza, manteniendo una línea delgada en mis labios.