Por la mañana, el viaje Peguyt partió muy temprano. Los reyes fueron a un carruaje mientras Serkan y yo debíamos compartir uno a solas, él príncipe Patrick decidió ir aparte de todos.
Aunque el carruaje era amplio, el viaje se hizo incómodo. El ambiente entre nosotros era tenso, incluso en las pocas palabras que nos dijimos. Estaba intentando evitarle la mirada, y él estaba intentando que no lo hiciera. Pero aunque mis ojos estuvieran enfocadas en los paisajes a nuestro alrededor, yo lo sentía cerca, notaba su presencia.
El carruaje se detuvo al llegar a la costa, dónde había un muelle amplio y algo endeble. Al lado, flotando en el mar extenso, estaba un enorme barco. Mucho más presuntuoso y fuerte, que en el que viaje con los rebeldes la primera vez.
El barco era imponente, alto y robusto, y se veía el trabajo y cariño que le habían dedicado los artesanos. El muellaje, sin embargo, no lo era tanto. Parecía que estaba a punto de caerse a pedazos, con los tablones astillados y mugrientos. El agua se agitaba bajo nuestros pies y yo tuve que tomarme de la mano de Serkan para no resbalar. Después de unos instantes, logré recuperar el equilibrio y me soltó la mano. No había volteado a verme, no me había mirado en el rostro. Yo quería decirle algo, pero no podía, no podía articular las palabras.
Una vez arriba del barco, la impresión era todavía más impactante. El barco era mucho más grande de lo que me había imaginado, y un grupo de marineros vestidos con jubones azules y con sombreros a un lado se acercaron, obviamente esperándonos. Había un anciano que señalaba algo en una carta, y luego miró al rey. Él se acercó hacia el capitán, y compartieron unas rápidas palabras. Los guardias que aún nos acompañaban, y nos dirigieron hasta unas pequeñas oficinas dentro del barco.
Mientras caminábamos, intentaba ordenar mis pensamientos, intentaba sentirme más calmada. Era una lucha. Miré a Serkan, él me miró, pero quité mi atención. Entonces una puerta se abrió, y una voz con acento extraño, habló:
—El rey Patrick Fremault de Nezadian. Majestades, altezas. Me alegra recibirlos en nuestro barco —hizo una reverencia tanto para los reyes, como para los príncipes. Luego me vio a mi, y subió sus cejas en impresión—. ¿Es usted la princesa Jeannette Vaughn?
Junté mis cejas con enorme enojo. Me sentí ofendida al ser confundida con la princesa leopibiana. Pero antes de que pudiera contestar, Serkan interrumpió.
—Ella no es la princesa Vaughn. Es la princesa Kelsey Greenwood de Druseon.
El hombre se sonrojó al escuchar eso, y volvió a hacer una reverencia.
—Lo siento, alteza. La confundí con la princesa Vaughn. Es un honor tenerla en nuestro barco.
Pude notar la pequeña risa sardonica que ahora llevaba el príncipe Patrick. Permanecí con mi disgusto, hasta que él capitán se fue y todos tomamos asientos. Una doncella apareció con una bandeja de jícara con leche caliente. Los reyes estaban algo inquietos, incluso podría decir que algo avergonzados y suponía que había sido por la anterior confusión. Por otro lado, Serkan se veía irritado.
Patrick, ya se le había pasado el buen humor y ahora poseía la misma antipatía de costumbre. Ninguno quiso de la leche que ofreció la doncella, y al estar solos la reina decidió ser la primera en hablar.
—Vemos conveniente el ponerte al tanto de lo que ayer hablamos con el consejo, Kelsey —dijo, con voz fuerte y firme, era una poderosa reina al hablar—. Ya que estarás en la reunión.
Enderece mi espalda y junte mis manos sobre mi regazo.
—¿Si estaré en la reunión? ¿Se me está permitido? —mantuve un tono neutral.
—Todos estaremos —afirmo él rey—. Este acuerdo, si se da, nos afecta a los cinco.
Recorrí con la mirada tanto a Serkan, quien tenía la mirada en suelo apoyando sus codos en las rodillas, como a Patrick quién me observa con evidente rencor.
—¿Te refieres a que con este acuerdo la princesa puede quitarme la corona de mi nación, papá? —Patrick dijo con velocidad. El rey sacudió la cabeza en señal de negación, pero su voz era tranquila, como si hubiera esperado una reacción así.
—Yo no quiero tú corona.
—¿Segura? Ya que no puedes reclamar la de tu reino, seguro vienes por la del mío —se inclinó, dando palabras aún más amenazantes. Yo lo observé sin titubear—. Junto al príncipe perfecto.
En eso, Serkan levantó su mirada.
La expresión de Serkan había cambiado, su rostro era inexpresivo, pero se percibía una inseguridad en sus ojos. Pude notar un cambio en su actitud, como si se sintiera traicionado por la conversación que estaba teniendo.
—No estamos hablando de eso. Y no permitiré que sigas hablándole de esa manera a Kelsey. —dijo, en voz serena.
La reina parecía sorprendida por la respuesta de Serkan, y se quedó en silencio. La tensión del momento se hizo más intensa, todos observándose con atención, como si esperaran a que otro hablara, con la manera en la que la conversación había tomado un giro inesperado.
—Dejen ya de discutir, no son unos niños. —riñó la reina.
—No creo que sea necesario saber que hablaron con el consejo, se que tomaron la mejor decisión ante las naciones —me puse de pie y alisé la falda de mi vestido—. Iré a tomar aire.
La reina parecía sorprendida por la respuesta de Serkan, y se quedó en silencio. La tensión del momento se hizo más intensa, todos observándose con atención, como si esperaran a que otro hablara, con la manera en la que la conversación había tomado un giro inesperado.
—Dejen ya de discutir, no son unos niños. —riñó la reina.
—No creo que sea necesario saber que hablaron con el consejo, se que tomaron la mejor decisión ante las naciones —me puse de pie y alise la falda de mi vestido—. Iré a tomar aire.
Los cuatro me observaron, de manera distinta cada uno, pero lo hicieron. Salí de aquel pequeño lugar en el barco, y caminé hasta la cubierta. Llegué hasta el orillo, y me apoye de el viendo el mar que nos rodeaba. Se veían algunos pájaros que volaban junto al barco, y algunas islas al fondo. Un sol brillante se veía sobre el horizonte, una imagen majestuosa y relajante. La brisa marina era ligera y fresca, y el cielo parecía despejado, sin nubes.