Reina del caos

4

Aidén Sullivan

Conduzco hacia la mansión en silencio, atento a la carretera.

Por el rabillo del ojo, veo a Ethan mirarme, como intentando averiguar qué está pasando por mi mente.

La verdad es que, en este momento, ni yo mismo lo tengo claro.

La información que soltó la supuesta amiga de Lucas nos tomó a todos por sorpresa.

No esperaba que la chica hablara tan abiertamente de su familia, o de la falta de ella.

Voy armando un rompecabezas en mi mente mientras conduzco.

Matthew, ese viejo que siempre parece saber más de lo que muestra, lleva años en contacto con nuestro padre y, aparentemente, con la familia de Emma también.

Es evidente que hay algo que quiere que descubramos, pero ¿qué?

A través del espejo retrovisor, observo a Emma.

Está perdida en sus pensamientos, mirando por la ventana mientras Lucas no para de hablar sobre el proyecto que ha decidido hacer.

A ella parece no importarle mucho.

Todos sabemos que Lucas no necesita ningún proyecto para aprobar; tiene todas las conexiones que necesita para conseguirlo sin esfuerzo.

Sin embargo, insiste en trabajar con ella.

No hace falta ser un genio para darse cuenta de que lo hace solo para que a ella le pongan una buena nota.

Cuando Ethan y yo nos miramos, hay un acuerdo tácito.

Ambos sabemos que Matthew nos ha puesto aquí por algo relacionado con esta chica.

Puede que sea por seguridad, o tal vez por algo más grande.

Al llegar a la mansión, bajo del auto sin esperar.

Escucho a Lucas y a Emma bajar detrás de nosotros, y mientras camino hacia la entrada, noto que Ethan me mira de reojo, como si buscara una respuesta.

Mi atención, sin embargo, sigue en Emma.

Ella bromea con Lucas, le da un leve golpe en el brazo cuando él hace un comentario.

La veo, y no puedo evitar sentir una mezcla de intriga y algo más, algo que no quiero analizar demasiado.

Ya en mi oficina, me sirvo un trago de whisky y lo bebo de golpe.

Ethan me observa en silencio, pero sé que él también ha sentido algo al estar cerca de esa chica.

La miro y no puedo evitar decirlo en voz alta.

—Esa chica tiene algo raro.

Ethan asiente, como si estuviera de acuerdo sin querer admitirlo.

—No tengo idea de qué es —responde, pensativo.

—Hay algo extraño —digo, frustrado—. Algo que me hace querer acercarme a ella.

Nos quedamos en silencio unos momentos.

Ambos lo sentimos, pero ninguno de los dos puede explicarlo.

Después de un rato, Ethan suspira y menciona algo sobre investigar más a fondo.

Yo solo asiento y vuelvo a servir otro trago.

Más tarde, cuando bajo hacia la cocina, me encuentro con Lucas.

Está sosteniendo una bandeja de sándwiches, mirando su teléfono, absorto.

—¿Sabías algo de su familia? —le pregunto sin rodeos.

Lucas levanta la vista, sorprendido por mi tono directo, y niega con la cabeza.

—No tenía idea —responde, algo irritado.

Me acerco y lo miro con seriedad.

—¿Un mes conociéndola y no sabías que estaba sola?

—No es asunto tuyo —responde, a la defensiva, e intenta pasar a mi lado, pero lo detengo sujetándolo del brazo.

—No será que estás interesado en ella, ¿verdad?

Lucas se suelta de mi agarre, molesto.

Me enfrenta, mirándome directamente a los ojos.

—No —dice con firmeza—, pero hay algo que no le ha dicho a nadie.

Me quedo en silencio, pensando en sus palabras. Lucas me examina, evaluándome con cierta sospecha.

—¿No será que tú estás interesado? —pregunta, con un tono de desafío.

Me encojo de hombros, intentando no mostrar demasiado.

La verdad es que sí, me atrae, aunque no sé exactamente por qué.

—Nos llama la atención, pero no sabemos qué es —admito al final.

Lucas frunce el ceño, visiblemente molesto.

—Más les vale a ninguno de los dos hacerle nada malo —advierte en voz baja.

Sonrío, entretenido por su reacción.

—Tranquilo, primito. No haremos nada.

Todavía.

Lucas me lanza una última mirada antes de irse.

Yo me quedo en la cocina, sacando un cigarro mientras camino hacia la terraza. Inhalo y exhalo el humo, observando el entorno, vigilado.

Esta es una de las propiedades con mayor seguridad, y aun así, hay algo en Emma que logra colarse entre nuestras defensas.

Cuando paso por el salón, me detengo al escuchar la discusión entre Lucas y la chica.

—Lucas, eso no va ahí —le dice, molesta—. Te estás equivocando de nuevo.

Me quedo en mi lugar, apoyado en la pared, observando la escena con diversión.

Lucas la fulmina con la mirada, pero ella no se inmuta; al contrario, se cruza de brazos y le sostiene la mirada.

Sin duda, tiene agallas, esta huérfana.

—Sé lo que estoy haciendo —le responde Lucas en tono tajante.

Reprimo una carcajada cuando él intenta colocar la pieza en el mismo lugar y ella, sin dudarlo, lo empuja del hombro hasta hacerlo caer en el sofá, arrebatándole la pieza de las manos.

Con una sonrisa triunfante, ella coloca la pieza en su lugar.

—Al parecer tenía razón —dice, con un tono sarcástico—. La próxima vez podrías escucharme a la primera.

Una sonrisa intenta escapar de mis labios al ver la expresión de Lucas, que se queda sin palabras.

Cada segundo que pasa me hace fijarme más en ella.

Carajo, tengo un problema.

Al escuchar unos pasos detrás de mí, me giro y encuentro a Ethan al final de los escalones, observando la escena.

La chica alza la vista y, al darse cuenta de que ambos la hemos escuchado, baja la mirada, ligeramente avergonzada.

Me acerco a uno de los sofás y me siento a pocos metros de ella, manteniéndome casual.

Ella desvía la mirada hacia el trabajo mientras Lucas me lanza una mirada de advertencia.

Le devuelvo una sonrisa tranquila y me recuesto en el respaldo del sofá, manteniendo una postura relajada.




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