Emma Bennett
—¿Cómo es eso posible? —pregunta Jake, con los ojos abiertos como platos, incapaz de procesar lo que acabo de contarles.
Suspiro, intentando ordenar mis pensamientos antes de hablar, pero antes de que pueda responder, es Lily la que toma la palabra.
—Entonces… ¿tus padres no eran realmente tus padres? —pregunta, y su voz suena como si estuviera intentando asegurarse de no haber entendido mal.
—No —niego suavemente, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio al decirlo en voz alta.
El peso de la verdad es más fácil de llevar cuando no la cargas sola.
El ambiente se vuelve denso, y noto cómo Blake intenta decir algo, pero parece quedarse sin palabras a mitad de la frase.
—Entonces, tú... ellos… ¿quién…?— murmura Blake, mirando a su alrededor como si buscara una respuesta en el aire.
Nos quedamos en silencio, los cuatro, durante lo que parece ser una eternidad.
Finalmente, Blake rompe el silencio, su voz más suave de lo habitual.
—Entonces… ¿quién es tu familia realmente?
Antes de que pueda responder, la puerta de la entrada se abre y Lucas entra.
Está concentrado en su teléfono, revisando algo con esa típica expresión de seriedad que siempre tiene cuando está ocupado.
Ni siquiera nos mira al entrar, solo camina hacia el salón, su ceño fruncido mientras escribe algo en la pantalla.
—Él —digo señalando a Lucas, quien al escuchar mi voz, levanta la cabeza de golpe.
Su mirada se endurece al vernos a todos sentados allí, como si no esperara encontrarme con amigos en casa.
Lucas fija primero la vista en mí, luego sus ojos se mueven hacia Lily, Blake y Jake, examinándolos con desconfianza, como si estuviera evaluando si son una amenaza o no.
Jake, que siempre ha sido el más directo de todos, se levanta del sofá y camina hacia Lucas.
Este ni se inmuta, su postura firme como una roca.
—¿Él es...? —Jake empieza a preguntar, pero Lucas lo interrumpe con un tono cortante.
—Soy su hermano —responde Lucas, cruzando los brazos con una expresión seria.
Me levanto y me coloco al lado de Lucas.
Lucas parece relajarse un poco detrás de mi pero no aparta la vista de Jake.
Miro a Jake con una expresión que intenta calmarlo, pero también dejar claro que no permitiré que esto se convierta en un interrogatorio hostil.
—Chicos, él es Lucas, mi hermano —digo, esperando que esto calme un poco la situación.
Blake aparece detrás de Jake, pero a diferencia de su hermano, le sonríe a Lucas, tratando de aliviar la tensión.
—No le prestes atención a Jake —dice Blake, sonriendo con esa calidez que siempre ha tenido—. Él es así de arisco con todo el mundo. Es su modo de mostrar que le importa, supongo.
Jake voltea los ojos, visiblemente molesto, pero antes de que pueda decir algo más, Lily lo empuja hacia un lado y agarra mi brazo, mirándome con ojos brillantes.
—¡Emma! ¿Por qué esperaste tanto para presentarnos a tu hermano?
Jake, detrás de nosotras, se queja en voz baja.
—¡Porque estaba... ocupada! —se queja en voz baja detrás de nosotras, ganándose inmediatamente una mirada fulminante de parte de Lily.
—¡Jake, cállate! —le ordena Lily, sin dejar de mirarme, claramente más interesada en sacar toda la información posible sobre Lucas.
Lucas y yo intercambiamos una mirada; él sigue algo tenso aunque parece intentar darles una oportunidad a mis amigos.
—Entonces, Lucas... —comienza Blake, queriendo romper el hielo de alguna manera—. ¿Tienes más hermanos o solo es Emma la que tienes que soportar?
Lucas lo mira por un segundo, y luego, de una manera que casi me sorprende, sonríe ligeramente.
—Solo Emma, y créeme, es suficiente trabajo.
Me quejo con un empujón amistoso hacia Lucas, quien me da una sonrisa de medio lado casi imperceptible.
...
Estoy apoyada en la encimera de la cocina, aún medio dormida, observando cómo el café cae lentamente en la jarra.
Sinceramente, ahora mismo creo que podría competir con un zombie por el premio al peor aspecto matutino.
Mis ojos apenas están abiertos, y mi cerebro solo tiene una misión.
Esperar a que el café esté listo.
Y lo necesito... desesperadamente.
El silencio de la casa es perfecto, lo único que quiero es disfrutar de mi café en paz, pero mis esperanzas son aplastadas cuando escucho un ruido proveniente de una de las habitaciones, seguido de unos pasos que se acercan a la cocina.
Genial, la tranquilidad mañanera ha durado menos de lo que tarda en prepararse mi café.
Me giro, aún con la esperanza de que sea solo un producto de mi imaginación, pero no.
Ahí está Blake, vestido de forma deportiva y caminando alegremente en mi dirección como si no fuera una hora inhumana para estar despierto.
—¡Buenos días, Bella Durmiente! —me saluda Blake con una sonrisa tan brillante que debería ser ilegal a estas horas—. ¿Preparada para conquistar el mundo o necesitas otro litro de café?
—¿A dónde vas tan temprano? —le pregunto, frotándome los ojos, medio dormida aún.
No puedo evitar notar lo despierto y enérgico que está.
Debe haber algún truco o pacto oscuro detrás de eso,
porque nadie debería tener tanta energía a esta hora.
Blake se cruza de brazos y se apoya contra la nevera, mirándome con una sonrisa que no promete nada bueno.
—Voy a correr, y la verdad es que no me vendría mal un poco de compañía —dice, con un tono tan casual que casi me convence de que no está tramando nada.
—Blake, son las siete de la mañana —le respondo, dándole un sorbo al café, mi único consuelo en este momento—. Es demasiado temprano para torturarme de esa manera.
Antes de que pueda reaccionar, Blake me quita la taza de las manos.
Me quedo mirándolo, incrédula.
—¡Oye! —me quejo, estirando la mano para recuperar mi café—. ¡Devuélvemelo, bribón!