De vuelta a casa.
Esperé de brazos cruzados en la entrada del Internado, estaba esperando a mi madre, en la mochila donde llevaba algunas de mis cosas traía conmigo el barco de madera.
Veía como las hojas secas corrían junto con el viento, el cielo estaba nublado que parecía que iba a llover, me abracé al sentir el viento, Kat salió sosteniendo un paraguas y la miré con el ceño fruncido.
—¿Un paraguas?
—Tengo que prevenir, mujer prevenida vale por dos —contestó con una sonrisa al mismo tiempo en que se encogía de hombros.
Señalé sus labios que se extendían mostrando la sonrisa —¿Nunca te cansas de sonreír?
—Mi madre me dijo que siempre debía sonreír, no importa si el día estaba nublado.
Lo pensé unos segundos. No, prefería ser una amargada y mandar a la mierda a todo el mundo, era más divertido.
—Despertaste sabia.
Ella río.
—¿Tu mamá no se está tardando mucho? —preguntó mirando la pista que guiaba al internado.
—Te preocupas como si fueras a venir conmigo, felizmente vas a ir a tu ca —me callé al ver como traía una sonrisa inocente en sus labios.
—¡Sorpresa! —habló mientras extendía sus brazos, el paraguas quedó de lado.
—Si mi mamá me sale con que te va adoptar, te mato Katherine, la única adoptada que acepto en mi vida es Ariana.
—Ay, no seas así. ¡Mira ahí está tu mamá! —gritó con emoción.
Ella empezó a caminar con rapidez al ver el carro detenerse.
—¿Acaso no tienes casa? —pregunté caminando detrás de ella.
Kat se acercó a mí mamá y Ariana, las saludó, noté la mochila que traía colgada en su espalda.
“El mundo con chocolate es mejor”
Leí el estampado con letras negras que tenía de fondo un helado de chocolate con una sonrisas y ojos.
Cuando llegué junto a mi mamá, me echó una mirada de reproche.
—¿Algo que le quieras decir a tu madre?
—Amabilidad y simpatía son palabras que no van conmigo.
Ella rodó los ojos antes de sonreír a tal punto que pensé que le iba explotar la cara, se acercó a mí y me estrechó entre sus brazos, ni las paredes de las catacumbas me apretaba tanto como cada vez que mi mamá me abrazaba.
Solté un suspiro antes de subir mis manos por su espalda y acariciar de manera cariñosa, me apretó más a ella, ¿esa era una luz blanca?
—Mamá, sé que me extrañas, ¿por qué no lo harías? —solté con diversión— Pero me estás dejando sin respiración.
Me separó de inmediato y solté una fuerte bocanada de aire, miré hacia abajo y me encontré con la mocosa.
Me agaché y la miré.
—¿Me trajiste algo? —preguntó mirando para todos lados, sin notar la mochila que traía colgada en la espalda.
—Depende… ¿Tú me trajiste algo?
—¿Muchos abrazos y besos?
Fingí pensarlo, después de unos segundos negué con la cabeza viendo una expresión de tristeza en su pequeño rostro.
—No, no es suficiente.
—¡Victoria! —reí al escuchar la queja de mi mamá.
Alcé las manos en son de paz y me quité la mochila de mi espalda, la coloqué encima de mis piernas, sus ojos pegaron un brillo y las comisuras de sus labios se extendieron al verme buscar algo en la mochila.
La dejé esperando unos segundos mientras fingía no encontrar el barco de madera. Aburrida de hacerla esperar, saqué el barco de madera y ella soltó un chillido de emoción al ver el barco.
Me lo quitó de las manos y fue corriendo hacia mamá con el barco entre sus manos.
—¡Mira! —exclamó dando saltos— ¡Victoria me compró un regalo!
—Pensé que te ibas a quedar con el barco —la voz de Kat me distrajo de la alegría que desbordaba Ariana.
—Lo consideré —hablé, ella me miró y soltó una carcajada.
Guardé mis cosas dentro de la maletera y Kat me copió, este iba a ser un fin de semana muy largo.
—¿Quién es él? —Ariana señaló algún punto y con mi mirada lo seguí.
Hasta mi hermana de cinco años había quedado impresionada por Magnus.
—Un idiota —respondí con simpleza.
Lo miré fijamente, mi mamá estaba respondiendo una llamada y Kat arreglando las cosas dentro del auto, traía un abrigo largo de color gris , y unos pantalones negros, el abrigo estaba abierto permitiéndome ver la chompa negra que llevaba dentro, por alguna razón llevaba lentes oscuros.
Seguí con la mirada cada uno de sus movimientos, estaba abriendo la cajuela y metiendo algunos bolsos, hubiese seguido observándolo en silencio sino fuera por los gritos de Ariana que me distrajeron y alertaron a Magnus de estar siendo observado por una adolescente de diecisiete años y su hermana.
—¡Idiota!, ¡Idiota!, ¡Idiota, ¡Idiota!, ¡Idiota!
Mi mamá miró asustada y con los ojos abiertos a Ariana, sin poder creer las palabras que salían de su boca. Mi culpa. Me tapé la boca con mi pollera morada tratando de disimular la risa que salía, pero mi cuerpo se movía involuntariamente, exponiéndome.
Ariana seguía insultándolo sin saberlo. Magnus pasaba la mirada de mi hermana a mí, tal vez ya había descubierto de quién había sido la idea de llamarlo así. Mi mamá seguía paralizada viendo a su pequeña hija que había criado con tanto amor ser influenciada por mi en unos cuantos segundos.
Hubiese seguido disfrutando del espectáculo si no hubiera salida Verónica, que se quedó congelada al ver a Ariana insultar a su hijo. Ahí no me quedó otra opción que, agacharme y alzar a Ariana quien parecía no querer colaborar, ya que seguía gritando.
Alcé mi mano en dirección a la familia Stone, la agité en señal de despedida y subí al auto con una sonrisa como si nada hubiera pasado.
Todo cool.
Mi mamá parecía querer fulminarme con la mirada pero no podía, hace unos minutos habíamos arrancado e iba sentada al frente con ella, el ver esa expresión en su rostro me dio gansa de reír pero me contuve sabiendo que me tocaría una buena reprimenda.
Ariana iba en la parte trasera conversando con Kat sobre una película de Barbie.
Editado: 26.09.2020