6. La casa de Kat.
La tensión en el cuerpo de Magnus lo empecé a sentir cada vez que estábamos más cerca a la cocina, tal vez ya estaba procesando la forma en que me había sacado de la dirección.
Miré para todos lados cuando pasamos por un corredor, solo esperaba que nadie se le ocurriera levantarse a esta hora y ver lo que estaba haciendo.
Mi cuerpo se empezó a relajar cuando vi la cafetería a un par de pasos, la cocina estaba separada por una barra y más allá las puertas de lo que Pancha llamaba “Su lugar favorito”, su agarre se hizo más ligero.
—Ya suéltame —me zafé de su agarre bruscamente, ya habíamos dejado de caminar.
Divisé el charco de agua y fui al interior de la cocina, abrí las puertas y miré para todos lados hasta encontrar un trapeador. Lo agarré y tuve las mínimas esperanzas de que Magnus se hubiera ido, pero se esfumaron al verlo con los brazos cruzados apoyados en un muro.
Me puse a espaldas de él y empecé a trapear, lo hice con más fuerza al sentir mi nuca erizarse, sentía la mirada de Magnus fija en mí. Agarré con fuerza el palo y frustrada me giré a verlo, no me sorprendió verlo en la misma pose. Me quedé callada unos segundos, era increíble como las cosas podían cambiar de forma repentina, hace algunos meses todo era muy distinto.
—¿Vas a seguir ahí parado? —pregunté volviendo a trapear, rindiéndome ante sus ojos.
Ya no había ni una gota de agua, pero quería distraer mi mente de algo que no fuera nosotros dos solos.
—Quiero ver que lo hagas bien.
Reí y volteé a verlo con una sonrisa —¿Desde cuando te preocupas por alguien?
Él caminó hasta mí y puse el trapeador como un escudo entre él y yo.
Vaya escudo…
Traté de mantener la calma al verlo ponerse a mi altura, Magnus con una mirada suya te podía seducir, con una de esas sonrisas torcidas que tenía te podía mojar las bragas, ni que decir cuando te besaba.
Entre abrí mis labios al verlo tan cerca, la razón por la que me mantenía tan alejada de él, era porque sabía que él podía hacer que yo volviera a caer, conocía tan bien mis puntos débiles, tal vez mi error había sido dejarlo entrar desde la primera vez.
Me dejó sin aliento al verlo acercarse a mi oído, lo tenía tan cerca pero mi necedad lo mantenía lejos a la vez, podía voltear mi rostro y besarlo, todo sonaba tan fácil.
—Todo se resume a ti, Victoria.
Mi corazón aceleró de una forma impresionante, mi estómago se empezó a revolver, parecía tener una especie de circo dentro de él. Separó sus labios de mi oído y rozó nuestras narices, mi mirada se dirigió a sus labios, tan cerca, solo un poco más.
—Bésame, Victoria. Te lo ruego.
Su voz en un tono suplicante me hizo replantearme la idea de hacerlo o no. Era la primera vez que había escuchado a Magnus rogar por algo, lástima.
“—Primero eres tú, Victoria, al diablo el mundo, siempre ponte en primer lugar, ¿okey?”
DI un paso atrás.
—No —Magnus se enderezó— ¿acaso quieres que te golpee con el trapeador?
Él rio, en su mirada note que no traía ni una pizca de diversión en sus ojos, por el contrario, parecía triste.
—No sería la primera vez que me amenazas con hacerlo.
—Y no habrá una tercera.
Puse el trapeador en su pecho y él lo agarró, estaba saliendo rumbo a mi habitación, cuando lo escuché gritar.
—¡Porqué siempre tiene que ser así! —me quedé quieta en mi lugar, volteé la mirada sobre mi hombro, lo vi acercarse luciendo furioso— ¿Por qué yo siempre tengo que ir detrás de ti? —preguntó dolido cuando estuvo en frente de mí.
Verlo de esa forma me afectó. Mis ojos se empezaron a empañar y lo miré fijo a los ojos, dudando en decirlo o no, la sola idea me provocó una punzada en el pecho, me armé de fuerzas y hablé.
—Me tengo que olvidar de ti, Magnus —respondí con lágrimas en los ojos.
Sin darle tiempo de hablar, salí rápido de ahí. Abrí la puerta con cuidado y vi a Kat durmiendo, cerré la puerta en silencio y me senté en la cama. Me llevé las manos a la boca al sentir un sollozo queriendo salir de mi garganta, lloré en silencio viendo la oscura noche que se filtraba a través de la ventana.
¿Por qué era tan difícil querer a otra persona?
Me arropé con las sábanas y limpié mis lágrimas al ver a Kat removerse.
—¿Qué te pasa? —preguntó apoyándose en su codo.
No sé si está bien lo que hice, Kat. Me duele, pero no sé si está bien.
—Nada, solo tengo mucho frío.
—¿Segura? —Asentí— Buenas noches, Victoria.
—Descansa, Kat.
“—¿Se imaginan qué se abra un portal a otra dimensión donde esta sea gobernada por Hámsteres?
Me llevé el vaso con soda a los labios y solté una risa, tenía la vista fija en Kat, que nos miraba a Aarón y a mí.
—¡Se imaginan o no!
—Kat —la llamé, ella me miró y le quité el vaso de las manos—. Creo que estás bebiendo mucha azúcar.
—No es cierto.
—Yo mejor la llevo a tomar aire fresco.
Miré con las cejas alzadas a Aarón.
—No es lo mismo salir a que tome aire a que la dejes sin aliento, Aarón.
—No la voy a besar, mira, le va a dar una sobredosis de azúcar.
—Quiero saltar en un trampolín.
—Kat, cierra la boca. Llévatela —le ordené a Aarón. Él asintió y la agarró de la cintura para llevársela.
Le di un último trago a mi vaso y busqué disimuladamente a alguien con la mirada.
Encontré a Magnus en un rincón de la sala, Verónica nos había dado permiso de hacer una pequeña celebración por el aniversario del Internado. Fruncí el ceño al ver en un rincón más allá a Jenna y Miranda hablar mirando a Magnus.
A paso lento me moví más cerca de él, estaba distraído pensando en algo, ni se daba cuenta de la mirada que le daba esas dos arpías disfrazadas de personas.
Cuando estaba a un par de pasos me detuve y me concentré solo en la forma en que Jenna se acercaba a Magnus.
Editado: 26.09.2020