Reina Efímera

Un conocido

Jon asomó su mirada hacia mí. Se abrió camino entre el lugar pululado de gente en fiesta. Sus pasos al andar fueron rápidos y precisos, sin inclinar ni un momento la vista.

—¡Salvó a varias víctimas! —Dije con voz alzada al verlo frente a mí. 

Sus labios se curvaron en una tierna sonrisa.

—No siempre la solución es matar y destruir, Princesa. 

Mi respiración se convirtió en un suspiro que no pude reprimir, verdadera admiración brotó al contemplar sus ojos.

El cielo se había oscurecido, la noche avisaba que pronto se haría presente.

—¿Qué pasará ahora, Jon?

Su vista se volvió a la multitud que seguía celebrando.

—Probablemente no dormiremos bien. Será imposible entre tanta fiesta y alegría. Unirán en matrimonio al amigo de Ulises y a la hija de Borías.

Me alegró saber que el amor había vencido en esta ocasión. De pronto llegó a mi mente la expresión de Borías cuando le habló a Jon.

—¿Usted conocía a Borías?

Se volvió a mí denotando un gesto amable. Sus ojos parecieron viajar a un recuerdo.

—Hace mucho que un amigo mío le hizo unos favores, por eso me reconoció, solíamos andar juntos.

—¿Entonces, usted tenía un amigo?

En su mirada relampagueó cierta nostalgia. Sonrió de nuevo.

—Sí, el único.

—Y, ¿qué pasó con él?

Suspiró, lo cual me pareció asombroso.

—No lo sé, Princesa. Tuvimos que separarnos y hace mucho que no lo veo, quizá siga con vida haciendo de las suyas en algún lugar de la faz de la tierra, o quizá ya no.

Quedé maravillada.

—¿Y cómo se llamaba?

En su semblante se asomó un gesto divertido.

—Creo que es muy curiosa, Princesa.

Escuché la voz de Ulises, cojeaba ya casi llegando a nosotros.

—¡Gracias Jon! —Dijo retomando aliento para seguir hablando —Gracias por venir y deshacer tantos conflictos en esta región. Eres un buen guerrero. Tienes la gratitud de mi pueblo. Serás bienvenido tú, tu esposa y tu descendencia por siempre.

Jon mostró una respetuosa reverencia. 

—Serás un buen líder.

En el semblante de Ulises noté gran fascinación. Sonrió satisfecho.

—Seguramente se quedarán a la boda de Ender. Será mañana antes del sol de mediodía, todo según nuestras costumbres.

—Nos sentimos muy honrados Ulises, pero no es posible. Antes del amanecer seguiremos con nuestro camino. Ulises se mostró confundido.

—Es inesperado oír eso. Espero que cambies de parecer.

Ambos se estrecharon de brazos, pero Ulises fijó su atención en mí. Jon se apartó de él.

—Ana iré por el caballo —Mencionó, dejándome a solas con Ulises.

Quise evitar que se alejara, pero al posar mi vista en Ulises, me di cuenta que Jon lo había hecho a propósito. Parecía aún más fascinado al mirarme.

—Entiendo ahora muy bien porque sólo tienes ojos para él— Susurró tiernamente. —Hacen una hermosa pareja, en su desigualdad hay perfección, de eso se trata, supongo.

Una de sus manos se alzó para acariciar mi rostro. Estaba paralizada, meditando lo que acababa de decirme.

—Sin embargo, quiero que sepas, que en nuestra gente hay la tradición de las almas gemelas, la cual respeto profundamente.

—¿Almas gemelas? —Repetí asombrada.

—Sí, creemos que la fuerza creadora ha hecho alguien a la medida de lo que somos. Es nuestro perfecto complemento, se dice que una vez en la vida sentimos eso con alguien con sólo verle. Tú hiciste que yo sintiera eso por ti…

Sus palabras tan sinceras me sensibilizaron. Acogía con gran agrado su confesión, que sin duda podía ser la más preciosa jamás escuchada en toda mi existencia.

—Te amo sin saber por qué. Creo que esa falta de definirlo es la auténtica demostración que lo que guardo en mí es verdad, no puedo explicarlo. 

Sujetó una de mis manos con dulzura, mientras me sentía hechizada en esa perfecta manera de revelarme algo tan profundo.

—Creo en el amor y creo que Jon dice la verdad. Por algo tú llegaste aquí junto a él. Estaré eternamente agradecido con la fuerza de la vida Ana, siempre te llevaré en mi corazón. Les deseo un buen viaje. 

Soltó mi mano con delicadeza, y le dio un beso. Me dedicó una sonrisa tierna, y se dio la vuelta. No pude contestarle nada, sus palabras seguían resonando en mi mente, mientras notaba mis ojos estaban arrasados en lágrimas, su hermosa declaración sin duda había tocado mi corazón.

Lo veía alejarse hasta llegar a una de las fogatas que ya habían encendido. La bonita chica de cabello oscuro fue a su encuentro entregándole algo en sus manos. Él se lo recibió, pero noté que había de pronto un cierto agrado entre ambos; uno que antes no. Se veían muy bien juntos.




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