Reina Efímera

Mi última vez

Jon sumía su vista hacia los árboles que estaban a un costado, los mismos de varios que hacían que pequeñas hojas de un tono rosa pálido volaran a nuestro derredor.

Me parecía sorprendente ver como esos árboles eran despojados de sus cogollos por la fuerza del viento. Jon no nos ponía atención, sus ojos parecían ver algo que yo no podía.

—Temes no volver a verlo, ¿verdad?

Me volví a él apenada.

—Bueno, yo…—Cerré los ojos tomando impulso para ser sincera, los abrí sintiéndome aún muy acongojada. 

—Es que ya no recuerdo cómo era mi vida antes de conocerlo, ni siquiera le encuentro sentido a volver. Quieren proponerme como Reina ante un pueblo que no es mío, ni siquiera sé dónde limita o donde empiezan los territorios. Me afecta la opinión pública y siempre me he aburrido con las cosas que mi padre implementa para crear orden —Se me escapó un quejido. —Ni siquiera sé quiénes fueron mis antecesores antes de mis padres, no conocí a mis abuelos con vida. Nigromante soy una Princesa sin ni siquiera haber sabido que significaba, siento que es un título inadecuado para mí. Soy alguien que jamás le interesó nada respecto al trono. Me asusta el hecho de volver para equivocarme, al menos aquí soy libre como la naturaleza, sobrevivo, porque tengo una razón…

Sin querer mis ojos se fijaron en la imponente figura de Jon, quién seguía quieto ante el viento y con su mirada inescrutable en aquellos árboles. En ese majestuoso pecho sobresalían los cintos de su arco y de su espada.

—El amor es la única razón que nos hace ver el mundo de otro modo. Comprendo tu sentir, y lo que esta travesía ha hecho en tu vida y en tu manera de verte a ti misma, pero no podemos huir de nuestras responsabilidades. Todo ser humano se horroriza ante la posibilidad de ser señalado por un error, pero es natural, debes ser valiente. —Susurró Nigromante al notar la melancolía con la que observaba a mi adorado protector.

Suspiré me volví hacia Nigromante, quien me dedicaba toda su atención.

—Me siento como una pequeña hormiga en la cima de una alta montaña, no tengo idea de cómo liderar, cómo guiar a un pueblo y buscar siempre su porvenir. Ni siquiera puedo entenderme a sí misma, no del todo. Si se exige algún talento para serlo, necesito conocer cuál es, porque no creo que pueda lograrlo por mí misma.

—Si dejas de preocuparte, tu mente buscará alternativas. Poseemos un coeficiente alto ante la manera de enfrentar nuestros conflictos, pero se nos dificulta el doble cuando nos preocupamos. Nada cambiará tu regreso al trono, Alexia. Conozco a Jon desde hace mucho y él no fallará a su palabra, tiene un honor inquebrantable. Sin embargo, no estarás sola, porque, aunque tú no lo sepas ni creas del modo correcto en ti misma, ya estás lista para ser lo que se te ha predispuesto desde el día que naciste— Lo veía sin poder sentirme ajena a sus palabras. —Puedo resaltar entre en esas cualidades, tu fortaleza, tu fe, tu bondad. Sin mencionar más, ya tienes las necesarias para ayudar a tu pueblo, sobre todo ahora que necesitan de la esperanza con tanta destrucción. Debes confiar que nada ocurre sin un motivo, para quien cree, todo trae algo bueno, algo que nos ayuda. Sé que no siempre es fácil tener fortaleza y convicción cuando nos sentimos decepcionados con lo que nos toca, pero tú eres más que un montón de negaciones o el disgusto. Eres mujer y la apropiada para recibir la Corona de Halvard. Hay gran diferencia entre tú y otros monarcas, tú sí conoces tú pueblo; has convivido con su gente, has visto con tus propios ojos sus necesidades. También has comprendido que la humildad no pelea con la calidad de educación de nadie, puedes valerte mejor por sí misma. Lo único que voy a pedirte es que nunca dejes de creer en ti y en lo que tú corazón anhela, porque para el que cree no puede haber límites, ni contratiempos, todo ocurre cuando debe ocurrir. 

Asentí positivamente con la cabeza, muy dentro de sí de verdad quería convencerme y aceptar sus palabras. De algún modo logró hacerme sentir mejor. Mi vista se volvió de nuevo al frente por un momento.

—Creo que a Jon le gusta mucho esa clase de árboles —Exclamé suspirando.

Nigromante sonrió.

—Bueno, para serte sincero, Jon siempre se ha sentido atraído por ese tipo de árbol. Si te das cuenta él ve con mucha atención al más corto, al que está al lado de esos dos anchos cerezos.

Al ver bien Nigromante tenía razón.

—Sí, es pequeño y parece no tener hojas, parecen flores adornando las tristes ramas —Mencioné.

—Únicamente ocurre en esta época del año, y en estos lugares, hasta ese raro árbol produce frutos, que son esas flores, se llama árbol del amor.

—¡Vaya es un árbol hermoso! Aunque es un poco raro y diferente, siendo honesta contigo no lo consideraría un árbol.

Su sonrisa se hizo más prominente.

—Pero lo es. Después de esta temporada será un árbol que volverá a estar solo, sin esas hermosas flores. La vida es así Princesa no siempre hay cosas hermosas, algunas veces hay que esperar a que ocurran porque todo tiene un momento.     

No fui capaz de decir algo más, me dio a entender algo hermoso. Al ver mi rostro mortificado habló con voz suave.

—Alexia, debemos seguir. No falta mucho para que empiece el invierno, sería fatal para ti con ese atuendo.




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