Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 1: Estúpido Max

¿Quién se había creído que era ese estúpido de Max? Que si, estaba más bueno que comer pollo frito con la mano, hasta más bueno que el pan caliente (sobre todo por lo caliente). Pero igual, ¡quién se había creído que era! Llega de un día para otro, se hace amigo de medio universo, se vuelve el más popular de la escuela, de la localidad, del estado, ¡del país! Y como si eso no fuera suficiente, se quiere meter con medio mundo. ¿Pensó "se quiere"? ¡Se metió medio mundo! Con las chicas sexys y populares por supuesto, el muy idiota superficial.

Pero eso no era lo peor, lo peor era que este Max era consciente del encanto que tenía con las chicas y con todo el que se lo cruzaba, encima era de lo más presumido y fresco. Nunca había conocido a nadie tan insoportable.

¿Dijo que eso era lo peor? ¡Claro que no! Lo terrible de todo ese asunto era que Max andaba detrás de ella. ¿Y acaso por estar muy bueno ella iba a caer? ¡Ja! Si que se había vuelto loco el tipo. ¿Qué clase de chica creía que era? La vio y ni un "Hola" le dijo. Se le acercó fresco (para que negarlo, Riley sabía que se le cayó la baba cuando lo vio llegar), ¿y qué hizo? ¿Acaso siquiera una sonrisa, un intento de conquista, algo falso y romántico al menos? ¡No! Le ordenó, porque estaba segura que esa fue una orden, que lo besara. ¡Así de simple! ¿Qué hizo Riley? Pues lo mandó a volar, por supuesto. Había que tener una frescura increíble para hacer algo así. Y estaba segura que no se esperó esa respuesta. Claro, ese tipo de chicos estaba acostumbrado a que todas cayeran, pero ella no. ¡No señor! Riley Hudson no era una chica más.

Quizá hasta el año pasado fue una de las chicas más populares de la escuela, quizá lo seguía siendo, pero de una manera diferente. La gente la reconocía, sabía quién era, la respetaban, nadie la molestaba y podía tener una existencia tranquila. Y bueno, vamos a ponernos un poco vanidosas, tampoco es que Riley fuera un pequeño monstruo, era en realidad bastante atractiva. Tenía unos bonitos ojos que atraían a más de uno. Tenía una larga cabellera rojiza, una dentadura perfecta moldeada con cuidado por años gracias a su madre la dentista. Era alta y esbelta, incluso le habían dicho que podía ser una modelo. De hecho, había quienes decía que Riley era la chica más hermosa de la escuela, la mejor vestida, la mejor estudiante, mejor deportista. Mejor en casi todo.

Pero por alguna razón, Riley no se juntaba con los populares. Hablaba con algunas personas, tenía una que otra conocida. Pero nada más. Había llegado a la ciudad hace unos meses y no se sabía mucho de ella. En un principio se pensó que iba a ser la nueva abeja reina de las chicas populares, pues estas la rodearon de inmediato. No fue así, Riley siguió su propio camino.

Y a muchos les gustaba ese aire de misterio de la chica. Quienes la habían tratado decían que era encantadora, inteligente, que siempre tenía un tema de conversación y que era muy divertida. Pero más allá de sus gustos en general, no se sabía mucho de ella. Ni siquiera se exponía en redes sociales, su perfil de Facebook se actualizaba una vez cada mil años y nada más, no usaba Instagram ni Snapchat (Rarísimo). Si, para muchos era una chica misteriosa. Ella sabía que la consideraban así.

Pero Riley sabía que no era misteriosa, sólo una chica diferente que quizá había madurado (¿En realidad lo hizo?) un poco más temprano que otros por cosas que le habían tocado vivir. En la escuela nadie sabía que era una "Tweet Star", es más, muchos la seguían y no sabían que era ella en realidad. También tenía un blog donde escribía de vez en cuando, y que resultó hacerse famoso en ese lado del mundo. Nadie sabía que era ella quien lo manejaba.

No es que quisiera ser misteriosa y apartarse de esa locura adolescente de los populares. Porque como bien recuerda, hasta el año pasado fue una chica popular en su otra escuela. Pero ya no estaba para esas cosas. Ya no estaba para ese juego de egos, nunca había conseguido mirar a otras personas con desprecio y martirizarlas como si lo hacían sus "amigas". Y sobre todas las cosas, ya no estaba para caer en las redes del chico más sensual y popular de la escuela para terminar lastimada.

Porque a su corta edad, Riley Hudson sabía lo que era sufrir por amor, o al menos creía saberlo. Su ex novio, quien pensó era diferente y a quien pensó amar con todo el corazón, su novio desde sexto grado, el más popular y mariscal de campo del equipo de football y capitán de todos los demás equipos. El chico más encantador, caballero y amable de todos, a quien le entregó su virginidad en un arrebato de amor. Que ese hijo de put... Del patriarcado. Hijo del patriarcado, decir "la otra palabra" era muy heteronorma, Riley por favor. En fin, que el desgraciado terminó engañándola con su aparente mejor amiga mientras ella se iba de campamento con mamá.

Y bueno (si es que se había algo rescatable en eso) fuera que se hubiera acostado con la chica sólo ese fin de semana. Pero estuvieron juntos después, estuvo con la otra mientras ella le escribía cartas de amor, mientras ella estudiaba. ¡Él la engañaba! Lo hicieron en el gimnasio, en la piscina, en su casa, en su cama. La misma cama donde ella se entregó inocente en un acto de amor. ¡Ahí lo hizo con la muy desgraciada! Y quizá si hubieran sido un poco más discretos la cosa hubiera sido controlable, ¡pero toda la escuela lo sabía! Todos sabían que su novio se acostaba con su mejor amiga, la miraban con pena y se burlaban de ella a sus espaldas. Y enterarse tampoco fue tan bonito, porque los vio en el gimnasio haciéndolo.

Nunca se había sentido peor en su vida. Él ni siquiera le dio una explicación, no quiso decirle nada, era demasiado obvio y estaba de más decir que lo sentía porque ella sabía que no era cierto. Sólo tenía a mamá de consuelo, ninguna de sus supuestas amigas se acercó siquiera a saber cómo estaba. Porque toda su vida había sido una farsa, solo fue una chica superficial y no tenía a nadie que la quisiera de verdad. Mamá decidió que era mejor mudarse, ellas vivían en Maine y cuando su madre consiguió una buena oferta en Denver no esperaron más.




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