Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 5: Un arma peligrosa

Lo primero que Max hizo fue escribirle alguna estupidez a Jesse por WhatsApp, quería ubicarlo urgente, pero tampoco debía de parecer desesperado con él. Lo que había escuchado decir a Elliot y Kyle es que por alguna razón el chico no quería contestar el teléfono, pero quizá le contestaría a un meme gracioso. Un minuto después Jesse contestó con el clásico "Hahaha", seguido de otro meme. Él respondió igual, y llegó la hora de sacar la ubicación.

"¿Estás en tu casa?", le preguntó. Poco después Jesse contestó que estaba en la biblioteca de la escuela. Maldijo internamente, no quería armar una pelea ahí y menos con dos vampiros de por medio, pero se las iba a tener que ingeniar para llevárselo rápido. Al menos le quedaba claro que Jesse no sospechaba de él, sino jamás le hubiera contestado ese mensaje.

O podía ser una trampa. Lo pensó un instante, se quedó quieto y se planteó la idea de que en realidad todo eso fuera una especie de emboscada. No tenía muchas opciones, tenía que encontrar a Jesse antes que esos dos vampiros Sallow.

Iba a continuar con su camino, cuando de reojo notó que alguien se acercaba a gran velocidad. A Max le dio tiempo para sonreír de lado incluso. Antes que Elliot lo tocara, él se adelantó para cogerlo y arrojarlo contra la pared.

—Buenos reflejos, bello durmiente —se burló Kyle.

—Tan inútiles como siempre —dijo él mientras se giraba a verlos. Elliot apenas se estaba recuperando del golpe que le dio al arrojarlo contra la pared. Y el imbécil ese en lugar de reconocer que era inferior a él solo lo miró desafiante. A la gente le encantaba buscar la muerte al parecer.

—Sabía que eras tú —le dijo Elliot mientras se acomodaba la ropa—. Podría reconocer esa cara de imbécil hasta en el fin del mundo.

—Así que eres tú quien está aquí para hacerle daño al chico —dijo ahora Kyle.

—El muchacho Dagger es asunto mío, y tranquilos, que no me lo voy a comer —se burló.

—Claro que no, no vas a hacer nada en realidad. Al fin tendremos la dicha de acabar con la vida del miserable Maximilian Edevane —agregó Elliot. Eso si que le dio rabia, ¿cómo se atrevía a desafiarlo ese imbécil?

Max conocía a Elliot y Kyle desde hace muchos años. Ninguno de los dos era hijo de ancestrales como él, pero tenía entendido que Maxine Sallow los convirtió, así que se podría decir que eran de rango medio. Siempre tuvo problemas con ambos, esos dos llevaban una vida creyéndose superiores cuando no lo eran. Marcus ni siquiera era un ancestral como para que se enorgullezcan de eso, era el hijo menor de dos ancestrales que en vida no le llegaron ni a los talones a los patriarcas Edevane. La única de esa familia que alguna vez valió la pena fue Maxine antes de caer en el vicio, los demás eran una panda de alucinados que se creían lo que jamás serían.

Lo que no soportaba Max es que ese par de infelices de poca monta que jamás tendrían sangre pura de vampiro se atrevan a desafiarlo, o peor, que le hablaran tan altaneros como si estuvieran seguros de su victoria. Que se la pasara varios años durmiendo era culpa del hechizo de la zorra de su sobrina, aka la reina escarlata. Él mantenía la fuerza y vitalidad de alguien de su edad y clase. Pero a pesar de lo poca cosa que eran esos dos, Max sabía que dentro del clan Sallow tenían cierta importancia. Y que Marcus los haya enviado personalmente a buscar a Jesse era algo delicado.

—Mi hermano me pidió que les arrancara la cabeza y se las mandara con una tarjeta postal, pero creo que antes nos vamos a divertir un poco —Max sonrió de lado. Ese lado de la escuela estaba solitario, podía hacer de las suyas. Primero mataría a Elliot, luego se llevaría a Kyle para torturarlo hasta la muerte y sacarle la verdad.

—¿Cuál hermano? ¿El cura degenerado o el salvaje destripador? —preguntó Elliot con burla. El vampiro pelinegro aparentaba tener unos veinticinco años, era algo pálido, fornido y siempre vestía de negro. En cambio, Kyle siempre parecía más joven, podría hacerse pasar como cualquier estudiante de ahí. También de cabello negro, pero a diferencia del otro, era un tipo delgado.

—Oye, Ettiene no es ningún salvaje destripador. Es que el mundo no le tiene paciencia.

—Al menos tus hermanos valen la pena ser recordados, en cambio tú morirás sin pena ni gloria. Así, solo, sin nadie a quien le importe —le dijo Kyle. No tenía ese tono sarcástico que usó Elliot hace un rato, al contrario, parecía amenazante. Max frunció el ceño, eso no estaba bien. Ese par sabía que él podía liquidarlos con un poco de esfuerzo, pero estaban muy confiados. Se traían algo entre manos.

—Cambio de planes, mandaré las cabezas a Cassian hoy mismo.

No les daría ni medio minuto más, tenía que actuar pronto antes que ataquen. Max reveló su naturaleza de vampiro en un segundo. Era el estado natural de los vampiros, algo que debían de ocultar en su día a día para mezclarse entre los humanos. Bastaba con desearlo para sentir que los grandes colmillos aparecían, que sus ojos se ponían rojos como los de un demonio. Un vampiro de sangre pura listo para destrozar a sus enemigos. Primero se arrojó sobre Elliot, era a quien más detestaba de los dos. La lucha fue corta, Max hundió una mano en el pecho de Elliot, cogió su corazón y lo arrancó en cuestión de segundos. Lo arrojó a un lado, al fin acabó. Aunque no le salió gratis, Elliott le dio un golpe y le dejó una mordida en el hombro que si dolió. Ahora seguía Kyle.




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