Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 9: Diferente

Apenas había cerrado los ojos, no podía dormir y hasta tenía miedo de hacerlo. Ya estaba amaneciendo, ella podía notarlo pues el cielo estaba cada vez más claro. Y esperaba que amaneciera con mucha ilusión, era como si al fin estuviera acabando ese maldito día y el comenzar de nuevo sería mucho mejor, las cosas tendrían más sentido y podría pensar con claridad.

Todo había empezado tranquilamente al lado de Max en la escuela, luego encontrarlo "muerto", después el asunto del vampiro, la llegada de su padre, el asunto de la magia, Jesse versión brujo, luego el rescate. Huir en el auto de mamá llevando apenas lo básico para tener una nueva vida, y parecía que ese problema no iba a acabar nunca.

Max les había pedido que mantengan la calma, Jesse les daría tiempo suficiente para huir. Riley moría de miedo y no sabía cómo enfrentar la situación. Extrañamente su madre estaba tranquila desde que Max se lo pidió, eso debía de ser parte de sus superpoderes vampiros, y la verdad era que en lugar de calmarla la desesperaba más. ¿Entonces Max podía hacer que hagas lo que se le daba la gana con solo pedirlo? Eso estaba de miedo.

Condujeron por buen rato hasta la salida de la ciudad, antes de seguir le pidió a su madre que se detuviera en una estación de gasolina, que por suerte tenía un mini-market. Compraron algo de comida para el camino, entonces notó que Max se acercaba a un hombre cualquiera y le ordenó que condujera para ellas el resto de la noche. De nada valió que Riley se pusiera moralista diciendo que el pobre hombre nada tenía que ver en sus problemas y que seguro tenía cosas que hacer, al final Max tenía las riendas de la situación y su opinión valía lo equivalente a nada.

—Escucha, Ri, estamos en una situación de emergencia, así que haré lo que yo considere necesario para mantenernos a salvo. Te recomiendo no me desesperes más de lo que ya estoy —le dijo Max muy serio. Bien, solo por esa ocasión dejaría que lo haga a su manera. No sabía qué esperar de todo eso ni a dónde irían a parar, lo único importante era sobrevivir a todo.

Y aunque no le agradaba recibir órdenes de Max, tenía que admitir que él no lo estaba haciendo mal. Eran medidas un poco extremas, pero todo estaba saliendo a la perfección. Habían escapado sanos y salvos de casa, huyeron de su padre (ella sabía que estaba muerto, pero no quería ni preguntar y menos saber los detalles) y ahora aparentemente iban a un lugar seguro. Pero seguía sintiéndose intranquila, ese control que Max tenía sobre su madre y el tipo que ahora conducía el auto la atemorizaba. Y ahora sentía miedo de lo que se venía, porque si de pronto su padre regresaba y había magia en todo el asunto de hecho que la cosa era grave. Max se lo dijo, la quería para un ritual o algo así. ¿Cómo sentirse tranquila?

Ya se podían ver los primeros rayos del sol, el auto iba a una velocidad decente, y aunque al principio le incomodaba que un desconocido conduzca, ya ni le tomaba importancia. Mamá estaba en el asiento de adelante durmiendo como si nada hubiera pasado y ella estaba con la cabeza recostada sobre las piernas de Max.

Hasta podía ser una escena tierna. Él le pidió que descansara y después de ponerse terca un buen rato, Max terminó haciendo que recostara su cabeza en su hombro. A pesar de las preocupaciones el cansancio la fue venciendo poco a poco y terminó así, durmiendo con la cabeza recostada sobre sus piernas. Había despertado hace buen rato, pero no se atrevía a moverse. Se preguntaba si Max estaría despierto o si había dormido junto con ella. Quizá los vampiros no dormían, al menos eso decían en los libros. Y como Max decía estar a cargo de la situación seguro que ni había pegado los ojos en toda la noche.

—¿Ya te cansaste de jugar a hacerte la dormida?— Su voz la sobresaltó y fue una clara indicación que estuvo despierto todo el tiempo tal y como lo sospechó. Riley se incorporó y lo encontró igual que siempre, tranquilo, sonriéndole de esa manera que la hacía temblar, y mirándola fijamente—. Creí que estabas resentida y no querías hablarme.

—No estoy resentida, solo estoy cansada.

—Si, me imagino —dijo él estirándose un poco—. ¿Cómo te sientes?

—Normal creo. ¿Has dormido?— Aunque sospechaba que no igual quería asegurarse, por pura curiosidad.

—No —lo sabía— , estoy a cargo, ¿recuerdas? Además, tenía que cuidar que me no me babearas las piernas. Te diría que te ves linda mientras duermes, pero creo que no soy buen mentiroso...

—¡Oye! —dijo ella haciéndose la indignada—. ¡No babeo mientras duermo!

—Eso es lo que crees.

—Max no...—Estaba levantando la voz y su mamá parecía estar por despertarse, así que decidió no ser tan escandalosa, ella aún tenía que descansar—. Me vas a tener que explicar qué es eso que haces para que todos te obedezcan como si nada.

—Nada, es una técnica común y corriente de todo vampiro sexy para que cedan a su voluntad.

—Y seguro que la usas siempre.

—Obvio, es mi naturaleza.— Y entonces ella se dio cuenta del detalle. Si había hecho eso siempre quería decir que quizá pudo haber obligado a todas esas chicas a que estén con él. Y también se acordó el día en que se le acercó y la miró a los ojos para hacer que lo bese.

—¡Intentaste hacer eso conmigo! —dijo escandalizada.

—Y no me funcionó —dijo él con una sonrisa—. Nunca me ha funcionado contigo, eso te hace especial.




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