Su hermana cayó detrás de él, ese miserable de Kyle le había clavado otra daga del aquelarre Dagger. Debió sospechar que tenía más de una, no debió dejarlo ir. Se rindió con su búsqueda, y ahora el desgraciado llegó ahí. Si los Sallow estaban asociados con los Dagger, entonces Kyle fue ahí solo para llevarse a Riley. Debían de ser unos aliados de confianza, sin dudas. Kyle portando una daga que ni Jazmín podía tocar sin quemarse los dedos era demasiado. Aquello no estaba bien y no lo iba a tolerar. Tenía que matar a Kyle y no podía demorar.
Pero en ese momento lo único que le preocupaba era salvar a su hermana y a Riley. Sabía que Antonette no estaba muerta, solo inconsciente tal como estuvo él cuando le tocó sentir una de esas dagas dentro suyo. Tenía que actuar rápido, esos miserables no se iban a salir con la suya.
—A ver, ¿me parece o ustedes dos inútiles creen que van a hacer lo que les da la gana? —dijo molesto mientras los miraba a ambos. De su hermana se encargaría después, lo que tenía que lograr era que esa vampiresa suelte a Riley—. Si no sueltas a la chica en este instante...—amenazó mientras se acercaba despacio.
—Kyle, ya no hay mucho tiempo —dijo ella, ignorándolo completamente. Ah, pero cuando la coja iba a lamentar cada segundo en que se atrevió a tratarlo así. Kyle se movió rápido, por supuesto que Max fue más veloz y se arrojó sobre él. Con fuerza, hundió una mano en su pecho hasta abrirse paso hasta su corazón. El tipo gritó de dolor, no le quedaba mucho tiempo de vida.
—¡Max! —gritó Riley, y aunque sabía que arrancarle el corazón a Kyle era prioridad, no pudo evitar girarse a ver qué le pasaba a su chica. Se quedó paralizado al ver que la tipa esa había empujado a Riley y la tenía con la cabeza contra el piso, un pie en su pecho y dirigía su navaja hacia su yugular. ¡Oh no! ¡No podía dejar que le hagan nada! No recordaba haber sentido esa desesperación en otras situaciones, si algo le pasaba a su chica iba a enloquecer.
Quizá un segundo antes de que le cortara el cuello a Riley, él dejó a Kyle a un lado para rescatarla. Bien pudo arrojarse sobre la vampiresa y matarla, pero lo que quería era tener a Riley en sus brazos o detrás de él, o lo que sea con tal de evitar que le sigan haciendo daño. Se movió rápido hasta apartar a Riley. Dentro del auto la madre de la chica luchaba por salir a socorrer a su hija, pero por suerte él tenía las llaves y le había puesto seguro al auto, así era una víctima menos de momento. Solo quedaba una cosa por hacer, él solo se encargaría de ese par de idiotas, Riley tenía que irse. Con rapidez sacó las llaves del auto y se las puso a Riley en las manos.
—¡Vete ya! Te alcanzaré luego —dijo ayudándola a ponerse de pie. Aún nerviosa, Riley intentó moverse hacia el auto, pero entonces la vampiresa volvió a cerrarle el paso. Ahora además sacó a relucir sus colmillos, cosa que provocó que Riley soltara un grito de susto. Había algo muy extraño ahí, si ese par de infelices había ido hasta allá para capturar a Riley, ¿por qué parecía que querían hacerle daño? ¿Será que estaban actuando por su cuenta? La vampiresa intentó atacar a Riley una vez más, Max miró rápido alrededor. Ni rastro de Jazmín, el cuerpo de su hermana seguía inmovilizado por culpa de la daga, y Kyle se estaba recuperando de la herida que le hizo. Riley intentó moverse hacia un lado, pero con lo aterrada que estaba por poco se golpea y cae al piso, cosa que la vampiresa aprovechó. Se iba ya contra ella, pero Max no lo iba a permitir—. Eso no zorra, déjala en paz de una....—Iba a decir "de una vez", pero entonces sintió un fuerte golpe en la cabeza, debió haber sido ese maldito Kyle, este aprovechó el golpe y actuó rápido cogiéndolo de los brazos. Y ahora la vampiresa desconocida cogió a Riley de los cabellos y la arrastró hasta donde estaba él. No solo eso, sacó otra daga.
—Sabes que esto también la puede matar —la vampiresa hundió un poco la punta de la daga en el cuello de Riley. Max gruñó de rabia mientras Kyle lo sostenía. Podía soltarse del desgraciado y darle una lección a ese bastardo, pero tenía miedo por Riley. Un segundo de duda podía matarla.
—Eliana, no queda nada de tiempo, hazlo ya.— Todo fue muy rápido. La vampiresa, que ahora sabía se llamaba Eliana, echó a un lado a Riley. Eso era una oportunidad para él, tenía que atacar, pero antes de poder zafarse sintió la punta de la daga hundiéndose en su cuerpo, no lo suficiente para dormirlo, pero si para dejarlo incapacitado. Entonces Riley reaccionó, cogió las llaves del auto que él le dio y sacando valor de quien sabe dónde, golpeó fuerte a la tal Eliana con el llavero.
—¡Quítame tus asquerosas manos, estúpida! —le gritó rabiosa. Max tuvo tiempo de sonreír al escuchar esas palabras antes de perder la conciencia.
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Cada vez se sentía más inútil y asustada. No fue suficiente con esa extraña visión de una mujer llamada Cassandra dando a luz y un ritual que apenas entendía, sino que además llegan esos dos a atacarlos. Cuando ella se estaba dirigiendo al auto, la mujer salió a su encuentro y la cogió del cuello. Apenas pudo soltar un grito, y en verdad no creyó que la hubieran escuchado. El alivio de ver llegar a Max a su rescate no duró mucho, pues apenas este apareció un tipo llegó de la nada y le clavó una daga a Antonette. Era algo parecido a lo que le sucedió a Max la mañana del día anterior cuando lo descubrió en el pasillo de la escuela. No entendía mucho de vampiros, pero al parecer él y sus hermanos era especiales, eso de clavarles cosas no servía de nada.
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Editado: 16.02.2021