No hablaron mucho durante el camino, pero Riley logró contarle como había empezado el contacto con Cassian, y todo lo que pasó antes que vaya a rescatarlos. En todo momento hablaba como si Cassian fuera un maldito superhéroe, lo miraba de reojo de a ratos con una sonrisa y ella era la única que intentaba buscarle conversación en ese auto. Max se hartó, empezó a hablar de manera muy cortante con ella hasta que se hizo el silencio.
No era culpa de Riley claro, ¿cómo ella iba a adivinar sus dramas familiares? Finalmente ella tendría que entender. Y no eran celos, era temor por lo que podía pasarle. Algo le decía que Cassian no sabía la historia completa sobre la identidad de Riley.
Después de varias horas de camino llegaron a la zona segura. Riley incluso se había quedado dormida en su hombro. Max conocía bien ese camino. Podía ver detrás de los árboles las altas torres de esa iglesia de estilo gótico que el mismo Cassian mandó a construir muchos años antes cuando la familia se mudó al país, un lugar que además él mismo dirigía. La Iglesia de Nuestra señora Inmaculada era la más antigua del estado y quizá del país, además contaba con un lujoso palacio arzobispal donde vivía la familia Edevane. Y lo más importante, una escuela e internado privado. La escuela tenía ciento cincuenta años, y abrió sus puertas para "público en general" apenas unos veinte años antes, siempre fue exclusiva.
¿Exclusiva para quienes? Para el clan Edevane, socios, aliados y gente en busca de protección. Todos tienen familia después de todo, y claro que necesitan estudiar y educarse. La mayoría de estudiantes eran jóvenes vampiros que habían sido convertidos hace poco, gente asociada a los Edevane, entre otros. Y en los últimos años se había agregado a la colección brujas y brujos del aquelarre Relish. En realidad, ellos eran los responsables de que esa iglesia y la escuela puedan ser llamados "lugar seguro".
Hace más de cien años, cuando los sobrevivientes del aquelarre Relish eran perseguidos por los Dagger, Cassian y los demás vampiros Edevane estuvieron encantados de acogerlos y darles asilo por un tiempo. Ya saben lo que dicen, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Y los Relish en agradecimiento pusieron fuertes barreras protectoras en el área de la escuela y la iglesia. Nada ni nadie que no sea autorizado por Cassian o invitado por los Relish podía entrar ahí. Ahora, con el pasar de los años, el trato se había renovado.
Helena Relish, la líder del aquelarre, pactó con Cassian. El nuevo pacto decía que los adolescentes brujos podían refugiarse y estudiar en la escuela, sobre todo aquellos problemáticos que debían de permanecer ocultos, como Jazmín. Los hechizos protectores que pusieron los antiguos Relish aún se mantenían, pero Helena y la nueva generación se encargaban de reforzarlos para que así su gente esté segura.
Si, eso sonaba bastante bien para todos. Todos estaban bien protegidos en ese lugar, considerando que había una guerra de clanes vampiros y además estaban los Dagger en eso. Pero a Max aquel lugar le parecía una maldita prisión en la que nunca quería estar. Por eso cuando despertó no dudó en irse apenas se lo propusieron, y ahora tendría que buscar otra forma de salir de ese lugar. No le gustaba, ni para él ni para Riley. No entendía como Cassian podía manejar una escuela donde convivían todas las razas. Humanos, brujas y vampiros juntos, aquello era una bomba de tiempo. Más que eso, era una mezcla de anormalidad que no podía hacerle bien a nadie.
—Al fin en casa —dijo Jazmín con molestia. Al escuchar su voz, Riley despertó. La chica se quedó mirando las torres de la iglesia, admirándola en realidad. Abrió los ojos sorprendida, le pareció notar un brillo en ellos. Eso tenía que reconocerlo, en cuánto a arquitectura esa iglesia era una belleza, apostaba que Riley nunca había visto nada como eso—. Oiga, padre Cass, ¿mi hermano ya sabe de esto? —preguntó la bruja acercándose al asiento de Cassian, este aún conducía tranquilo.
—Al notar tu ausencia en la escuela se notificó a tu apoderado, así que ya lo sabe. Más tarde se enterará qué fue lo que hiciste, y eso es lo que no va a gustarle nada —respondió Cassian. Ya estaban cerca, podía ver las rejas de la entrada.
—¿Y van a castigarme? —preguntó algo temerosa la chica.
—Considerando que fue mi hermana quien te sacó incumpliendo las reglas, podré perdonarte esta vez.
—¡Si! —gritó triunfante.
—Dije que yo podré perdonarte, no sé si Jordan lo haga. O si la líder de tu aquelarre no quiera sancionarte por esto.
—No me da muchas esperanzas, padre.
—Espera, ¿entonces en verdad eres un cura? ¿Un cura católico de esos? —preguntó Riley sorprendida, por la cara que tenía a Max casi se le escapa una carcajada. Esa novedad no le hizo nada de gracia a la chica.
—Solo te faltó decir "Un cura católico pedófilo de esos" —bromeó Jazmín y ella sí que se rió.
—Puedo asegurarte que nadie que sirva en mi iglesia o yo mismo hemos caído en el pecado de la carne, especialmente con menores de edad —contestó Cassian sin perder la calma. Ya estaban cerca a las rejas de entrada, era hora de autorizar el ingreso de Riley y su madre.
—Hija, ¿qué hemos hablado de respetar las religiones ajenas? —le dijo la señora Maggie.
—Esto es tan... raro —dijo la chica contrariada—. ¿Me puedes explicar cómo es que eres católico y vampiro a la vez? No le encuentro sentido.— "Ni yo", pensó Max sin querer.
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Editado: 16.02.2021