Se sintió un poco agitado, así que antes de continuar decidió sentarse un momento a descansar. ¿Cuánto tiempo llevaba corriendo? Le echaba unos treinta minutos, quizá más. Hace buen rato que no lo seguían, tenía que calmarse un poco. Jesse Dagger respiró hondo varias veces, se secó el sudor de la frente y miró la hora en su celular. Si, estaba corriendo hace más de treinta minutos y ya había cruzado el bosquecillo. Nadie lo alcanzó, o al menos eso esperaba.
Durante los últimos días las cosas en su vida habían cambiado por completo y de una forma que jamás esperó. Todo se precipitó, no se suponía que las cosas salieran de esa manera. Siempre supo que la situación era delicada, pero hubo un factor sorpresa que acabó por trastornarlo todo: La llegada del padre de Riley, luego su muerte. Sobre todo su muerte. Sabía que ya era muy tarde para poder recriminarle a Max por lo que hizo, pero aún así el joven brujo estaba convencido que las cosas irían mucho mejor si el hombre aún siguiera con vida. O mejor dicho, si él y su sangre venenosa siguieran con vida. Con él, Philippa y los Dagger no tendrían necesidad de buscar a Riley.
Philippa, su madre. Era extraño ya no pensar en ella como su madre, pero es que Jesse ya no podía verla así. Sabía que lo amaba, sabía que quería que vuelva a su lado para combatir juntos a los vampiros, pero él ya no podía hacer eso. Por más que le doliera, no estaba de acuerdo con las acciones de su aquelarre. No estaba para nada de acuerdo con ellos en realidad, por eso se separó y fue junto a otros que tampoco querían formar parte de los nuevos tratos de los Dagger. Jesse se fue con sus tíos a Denver, ahí donde siguió el rastro de Riley Hudson. La conoció, se acercó a ella, se hicieron amigos. Y por poco falla en la misión de protegerla.
Ahora estaba a salvo, logró que los vampiros Sallow que lo perseguían queden atrapados en su trampa y huyó antes de que alguien pudiera escapar. ¿Podía alguien creer eso? Philippa envió vampiros Sallow a por él, a que lo encuentren y lo lleven delante de ella para que le rinda cuentas. ¿Qué iba a decirle? Si madre, encontré a Riley antes que ustedes y le oculté esa información a mi aquelarre. Cubrí su escape, me llevé el cuerpo de su padre e hice que me persiguieran pensando que lo había secuestrado y que estaba vivo. Si, era un traidor completo al aquelarre Dagger y no le importaba. Porque Jesse sabía que aquellos que pactaban con vampiros y no respetaban la verdadera esencia de su aquelarre eran los verdaderos traidores. Él algún día retomaría el poder y pondría las cosas en orden. Pero no ahora.
Primero tenía que salvar a Riley.
Aprovechando que se sentía a salvo y que al fin tenía un momento para tomar las cosas con calma, Jesse cogió de nuevo su celular y marcó un número que recordaba de memoria. No contestó a la primera llamada, pero a la segunda se apresuró a hacerlo.
—¿Si? —dijo la persona del otro lado de la línea.
—Soy yo —contestó él esperando que eso bastara.
—¡Jesse! —gritó al otro lado de la línea—. Ah mierda... lo siento, olvidé que no tenía que nombrarte en voz alta. Ya sabes, la gente habla y hay que detenerla.
—Tranquilo, ya no importa.
—¿Cómo estás? Bien, obviamente estás vivo... días que no sabemos nada de ti, ya nos estábamos preocupando. ¿Estás entero? ¿Herido? ¿Ya todo bajo control? —preguntó con rapidez. Se notaba que estuvo nervioso y esperando noticias todos esos días.
—Ehhh... si, más o menos. Digamos que no tengo heridas de gravedad, no me crucé a mamá pero igual mandó a que me atrapen. Cosas casuales de la familia Dagger, ya sabes.
—Y que lo digas, esa mujer cada día odia más gente. Hasta a mí.
—Pero a ti ni te conoce.
—No me conoce, pero sabe que me odia porque sabe que existo, para ella basta eso. ¿En dónde estás? ¿Necesitas ayuda?
—No por ahora —dijo después de soltar un suspiro. Tenía dinero, pronto contactaría al resto de los rebeldes del aquelarre y podría volver al ruedo. Estaba a salvo de momento, así que tenía que aprovechar.
—Entonces, ¿qué necesitas?
—Quiero saber si Max y Riley llegaron a la escuela.
—¡Ah! Era eso. Si, hace unas horas. Ella, su madre y el resto de los Edevane. Aunque no diría a la escuela, están en el palacio arzobispal.
—Bien.— Aunque en realidad no tanto. La escuela era zona segura, Philippa no podría acercarse a ella mientras estuviera ahí dentro. Pero había otros peligros, y por eso mismo tenía que sacarla de ahí. Los Edevane eran un peligro, y no confiaba en la magia de los Relish. Lo mejor era mantener a Riley alejada de toda esa locura.
—Uff... pero ese "bien" no sonó nada feliz.
—No lo estoy, pero al menos ella está a salvo de mi madre ahí dentro. ¿Y cómo fue que te enteraste de todo?
—Pues por Jazmín, se la ha pasado contándome todo su drama. De como se escapó de la escuela con Anto, después de sus desopilantes aventuras en el bosque con Riley, finalmente como llegó San Cassian a poner orden en la desgracia.
—Espera, ¿Jazmin Relish te ha contado con lujo de detalles todo lo que ha pasado como si nada? ¡¿Pero es que esa chica tiene mierda en la cabeza o qué?! —gritó molesto por teléfono, hasta se puso de pie—. ¡Tienes que hacer que se calle! ¡No puede seguir haciendo esas cosas!
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Editado: 16.02.2021