Antonette se lo contó todo y aún no podía creerlo. Cassandra no solo tuvo a la reina escarlata, tuvo gemelas. O mellizas, quien sabe en realidad. Elizabeth Dagger pasó el límite de crueldad usando a su hija para sus planes, asesinándola. Por suerte los planes de Philippa se vieron frustrados, pero ahora usaría a esa chica Riley para hacer el arma que los mataría al fin, eso de clavarles las dagas a Anto y Max fue una especie de ayuda para mantenerlos quietos hasta que sea el momento de "algo".
Ettiene solía enojarse de todo y con mucha facilidad. Siendo sincero, siempre intentaba guardar la calma en todo momento, pero el mundo le daba la contra constantemente. Era como si conspiraran en su contra para arruinarle todo. Eran pocos los momentos de paz que tenía, y aunque fuera por un corto instante, procuraba disfrutarlo plenamente. Tenía unos pocos años para vivir pues aún no se rompía la maldición de la reina escarlata, cuando menos lo espere volvería a dormir y se perdería del mundo. Por eso le jodía tanto esa situación, que justo cuando despertaban, haya una guerra entre clases y aquelarres que arruinen todo. Pasaría sus años despierto luchando por su familia y no tendría ni un momento de calma. ¿Cómo querían que se sintiera?
Ahora Antonette le contaba lo que vieron en el bosque gracias al poder de Jazmín, la verdad sobre las hijas de Cassian, la reina escarlata, Cassandra. Y ahora la verdad sobre Riley. Reafirmaba su idea de que quizá matarla era la solución más fácil y rápida, pero Cassian la había tomado como una especie de protegida, y además Anto le decía que quizá era mejor averiguar qué rayos querían los Dagger. Porque Riley podía tener algo especial en la sangre y en su herencia, pero no era la reina roja. Necesitaban respuestas antes de actuar.
—Y esa Riley es algo así como una novia de Max —le contó su hermana.
—¿En serio? —cuestionó incrédulo. Le costaba imaginar a Max en plan sentimental con alguien. Nunca había sido un vampiro que se enamorara fácil, ni muy pasional. Le gustaba divertirse y pasarla bien como cualquiera. Era difícil pensar en él enamorado de una chica humana.
—Si, es una tontería todo esto. Ahora hasta a Cassian se le caen las babas por ella —le dijo Anto y soltó una carcajada. Etienne no conseguía entender porqué Antonette rió al decir aquello, como si fuera gracioso saber que sus hermanos podrían enfrentarse.
—Creí que Cassian estaba haciendo el voto de celibato otra vez.
—Si, según él se iba a tomar una temporada de celibato para concentrarse en la guerra con los Sallow. Pero lo he escuchado, hay un hechizo que hace que Cassian esté pendiente de la chica como si fuera su mujer, su hija, su bebé, no sé, como un vínculo. Nada puede ser más estresante para Cass que eso, estoy segura que pasó por su cabeza que matarla era la mejor opción.
—Y tú Anto, ¿piensas en matarla? Sé sincera.
—Claro que no, tiene que ver con todos nosotros. Esa chica es parte de la historia de esta familia. Aparte que le gusta a Max, si el idiota este me sacó de acá en la noche para ir a salvarle a la chica es porque de verdad le importa. Max podrá ser un idiota cuando quiere, pero ya sabes que lo adoro igual. No le haría esa bajeza de quitarle a la chica porque a mí me conviene que se muera —Etienne asintió. Se prometió que con tantas voces familiares en contra de matar a Riley, él también iba a respetar y no haría nada que la matara. A menos que su familia se vea amenazada en verdad por su existencia, pero de momento le concedería el derecho de vivir.
—Como sea, creo que tenemos que empezar por descifrar la verdad sobre Riley de una vez. Ustedes han averiguado buena parte, pero necesito más.
—Ah... de eso no te preocupes, Cass ha convocado a todo su séquito. Incluyendo al nuevo amor de tu vida —le dijo con una sonrisa algo burlona. Ettiene apartó la mirada y soltó un bufido. Ya iba a empezar —. Creí que la única mujer en tu vida era yo —bromeó Anto.
—No me gusta que la llames así, "el nuevo amor de tu vida".
—Bueno, entonces "la novia querida del momento". Creo que así suena mejor, ¿no?
—No es "la novia del momento", Anto. Ya deja de joder con eso.
—Claro que sí, hermanito. En unos diez años a lo mucho estarás dormido otra vez, y cuando despiertes ella ya no estará en este mundo. Que ella prometa que va a encontrar la forma de romper la maldición de la reina escarlata no quiere decir que vaya a lograrlo. Digo no más.
—Si, ya lo sé —respondió Ettiene molesto.
Hace apenas unos dos años que conoció a Helena Relish y tardó al menos un año en darse cuenta que la amaba. Cuando la conoció ella ya era la líder del aquelarre, una bruja bastante joven que tenía un gran poder que la elevó a esa condición entre su gente. Y claro, Helena trataba directo con Cassian por el tema de las barreras de la escuela y las alianzas entre su aquelarre y el clan Edevane. Ettiene solía ser agresivo y tosco en su trato casi todo el tiempo, por algo se había ganado el sobrenombre de "el destripador". Al conocer a Helena, esta ya estaba advertida y siempre actuaba a la defensiva con él. Ettiene no quería que fuera así.
No entendía las razones por la que amaba a esa bruja testaruda, ni siquiera era de su tipo. Pero tenía algo que la hacía quererla. Su sonrisa quizá, esa forma de ser tan firme que tenía, la forma en que le plantaba cara a quien sea, incluido Cassian. Era atrevida cuando quería, y eso le gustaba. Quizá lo que más amaba de ella es que fue capaz de ver en él al verdadero Ettiene. No al destripador, no al vampiro enojado. Ella lo vio y lo amó así a pesar de todo.
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Editado: 16.02.2021