Reina Escarlata I: Guerra de sangre

Capítulo 18: Entre nosotros

Esa noche no pudo dormir, era algo que en verdad no le gustaba. Para un vampiro como él, dormir era más un placer que podía elegir cuando quisiera que una necesidad. Y aunque quiso descansar un poco después de todos los últimos sucesos, Cassian se mantuvo despierto en contra de su voluntad.

No podía dejar de pensar en ella. En Cassandra.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que la recordó, pero ahora no podía sacarla de su cabeza. Recordaba con claridad como fue conocerla. Como fue perder el control por ella, como todo su mundo se vino abajo cuando se decidió a amarla a pesar de todo. Ese fuego ardiente que lo arrasaba. Esa ansiedad de amarla. La pasión, lo intenso. Recordó hasta cosas simples, cosas que a cualquiera le parecerían insignificantes. Su olor. La suavidad de sus mejillas. El sabor de su piel. De su sangre. Cassandra fue su vicio, su locura, su perdición.

¿La amó en verdad? Alguna vez se preguntó aquello. ¿Fue amor eso que lo hizo perder la cordura? ¿O fue una intensa pasión? ¿Una obsesión pasajera? No sabría decirlo, y a esas alturas tampoco importaba. Lo único que en verdad tenía sentido era el hecho que alguna vez tuvo dos hijas y que solo conoció a una. Chelsea Dagger, la reina escarlata. Y otra niña sin nombre que jamás conoció. Ahora el fantasma de esa niña volvía encarnada en Riley Hudson.

Ella no era su hija, aunque tuviera su sangre. Pero Cassian quería verla así. Necesitaba pensar en ella solo como una hija. Lo había decidido, no se permitiría otra cosa con esa muchacha. Riley sería su protegida, la cuidaría como a su hija, velaría por su seguridad. Nada más. Podía intentar ignorar que tenía un vínculo con ella, pero eso no servía de nada. Por eso quizá hasta prefería pensar en Cassandra, porque ella estaba muerta. Era mejor pensar en la difunta que en la tentadora presencia de una muchacha que apenas conocía.

Cassian llevaba buen rato intentando concentrarse en unos documentos de la diócesis que tenía que revisar, pero era imposible considerando lo que ocupaba sus pensamientos. Cuando tocaron la puerta de su despacho, el vampiro reaccionó rápido. Sobre su escritorio había una copa de sangre fresca, la apartó y dio el pase a quién sea que estaba tocando. Segundos después apareció Helena Relish.

—¿Estabas ocupado? —preguntó ella mientras pasaba y él se ponía de pie.

—No, solo leía algo. Pasa, siéntate —Helena asintió y avanzó hasta su escritorio. Se sentó frente a él y Cassian la imitó—. Dime, ¿lograste averiguar más sobre Riley? Necesito saberlo.

—Claro, terminé hace un momento con ella —Cassian asintió. Estaba preparado para escuchar cosas que quizá lo dejen impactado, no creía que el secreto detrás de Riley fuera una cosa simple—. Ya sabes que esa chica es descendiente de Cassandra y de ti. El día de la creación de su linaje, Elizabeth Dagger fue bastante clara. La niña y sus descendientes heredarían la esencia de Cassandra. Su pecado, su marca, su sangre, su destino. Su alma.

—Creo saber para dónde va esto...—dijo despacio. Bastó con que Helena mencionara la palabra "alma" para que le quedara claro algo. Esa chica tenía más que la sangre de Cassandra. Lo tenía todo.

—Es su reencarnación, Cassian.

—Lo sospechaba —contestó él intentando aparentar calma. Cogió despacio la copa de sangre que tenía al lado y bebió despacio de ella. Bien, se supone que debería de estar preparado para recibir esa noticia, y aún así se sintió turbado.

—Sé que para ti no es una noticia agradable, lo entiendo.

—Pero no es ella —interrumpió Cassian—. Nunca será ella.

—Ese es el problema —dijo Helena y suspiró—. Por ahí va justo el tema del vínculo. Max no me dejó explicarle a la chica, se la llevó antes de que pudiera decirle la razón por la que los Dagger la estaban buscando.

—Bueno, pero puedes decírmelo ahora.

—Si. Creo que ya sabes que los instrumentos sagrados de los Dagger están perdiendo su poder. Han pasado siglos y la sangre de la reina escarlata ya no tiene la misma fuerza de antes, necesita ser renovada. La chica Riley también tiene sangre venenosa, eso lo comprobaron en el bosque. Su sangre podía servir, de alguna forma, para renovar y consagrar sus armas. No será suficiente, pero les iba a ayudar bastante en la guerra. Quizá ya tienen un poco, antes de que supieran de Riley, al parecer estaban trabajando con el padre de la chica.

—Si, eso me comentó Max, que tuvo que rescatar a Riley de su padre. Ahora el tipo está muerto y la única esperanza que tienen los Dagger es capturar a Riley.

—Exacto, pero considerando como van las cosas, dudo mucho que eso pase. Cassian, lo que ellos necesitarían para ganar esta guerra es una nueva reina escarlata.

—¿Y cómo podrían conseguir eso?

—A través de Riley. Acá viene la parte del vínculo que la relaciona contigo. ¿Recuerdas lo que dije al inicio? Riley es reencarnación de Cassandra Dagger, ¿sabes la razón? Para que exista una reina escarlata tan fuerte como fue la primera, necesitan combinar los mismos elementos que la crearon. La sangre ya la tienen. El alma de Cassandra también.

—¿Y el cometa? Ellos usaron la energía de ese evento para crear a la reina escarlata.

—Supongo que no estás muy al tanto de eso, pero aquel cometa volverá a pasar cerca a la tierra en un año. Quizá por eso los Dagger se están movilizando justo ahora, es el tiempo propicio para crear una nueva reina escarlata.




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